Crisis, no hay que dejarlas para después

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Toda crisis comienza como un riesgo. De eso ninguna empresa tiene dudas y mucho menos después de haber atravesado por una pandemia, con todas sus severas consecuencias. De hecho, la COVID-19 sirvió como un llamado de atención y puso en evidencia los estragos que pueden causarse cuando un negocio no está preparado para una disrupción de tal magnitud.

La clave está en reconocer los riesgos e invertir en la preparación de una respuesta sólida y eficaz, que ayude a la empresa no solo recuperarse, sino también a emerger más dinámica y fuerte. Sin embargo, aún hoy hay compañías que no están preparadas para enfrentar una nueva crisis porque no muestran disposición en poner en práctica un programa de gestión bien estructurado.

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Ciertamente, las empresas no siempre pueden predecir el momento de una crisis -tal como ocurrió con la pandemia, que se circunscribía al mundo de la ficción hasta que en 2020 se convirtió en un hecho real para el cual nadie estaba preparado- pero pueden ponerse en posición de adelantarse a ella.

La clave para que las empresas se adelanten a la próxima crisis -según señala la consultora Ernst & Young (EY) en su análisis “How can a crisis help you turn a challenge into an opportunity?”- es reconocer las amenazas potenciales que se vislumbran en el horizonte y cómo pueden desarrollarse. Luego, deben tomar decisiones para mitigar los riesgos que consideren más relevantes.

“Casi todas las crisis a las que se ha enfrentado una organización, incluida la pandemia mundial, han estado en el radar de riesgo de alguien. Solo se han sentido incognoscibles porque las organizaciones no siempre hacen los niveles adecuados de inversión para prepararse para ellas”, dice el Paul Robertson, socio de Respuesta, Preparación y Resiliencia Cibernética de EY Reino Unido.

En problema también radica en que, a pesar del aumento en el volumen, la velocidad y el impacto de las crisis en los últimos años, muchos líderes o ejecutivos aún no están dispuestos a enfrentar y mapear amenazas potenciales. “Los riesgos pueden convertirse en crisis a la velocidad del rayo. Las organizaciones que eligen no invertir adecuadamente en prepararse para una crisis pueden encontrarse luchando por su existencia”, sostiene Jeffrey Sallet, también de la firma EY y autor del análisis.

Así que es fundamental, como punto de partida, identificar el tipo de crisis que, de acuerdo con EY, tienden a caer en una de las siguientes cuatro categorías:

Oculta: las crisis ocultas acechan dentro de una empresa, pero aún no se han detectado. Los ejemplos pueden incluir fraude o manipulación financiera, entre otros.

Progresiva: las crisis progresivas están presentes o se sospechan, pero aún no han sido tomadas en serio ni abordadas por la empresa. Puede tratarse de cambios regulatorios, ataques cibernéticos y problemas ambientales, sociales y de gobernanza.

Repentino: las crisis repentinas ocurren sin previo aviso y, a menudo, están fuera del control de la empresa. Pueden ser enfermedades, terrorismo, desastres ambientales o manipulación de productos.

Bizarro: este tipo de crisis extrañas es la menos conocida por su baja probabilidad, pero alta consecuencia. Son eventos atípicos que a veces se denominan eventos de «cisne negro», una frase acuñada por Nassim Nicholas Taleb, quien aseguró que esto sucesos están universalmente subidentificados.

Además de ello, algunas de estas amenazas son constantes, mientras que otras son temporales, pero todas tienen el potencial de convertirse en una crisis total. Y es por ello que las empresas deben estar siempre alertas.

Al respecto la consultora EY recomienda que “en lugar de tratar de mapear los riesgos de crisis por probabilidad e impacto, las organizaciones deben identificar el espectro completo de riesgos y luego tomar decisiones claras sobre cuánto y dónde invertir para prevenir o mitigar las crisis que surjan”.

Y, al final, contar con el equipo adecuado, integrado por profesionales con diversas habilidades, es lo que marcará la diferencia en el manejo de una crisis, que implica lidiar con amenazas antes, durante, y después de que estas han ocurrido.

Para las empresas debe convertirse en una prioridad no esperar por la crisis, sino adelantarse a ella, contando con estrategias claras y profesionales preparados en esa materia. A las crisis no hay que dejarlas para después.

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