El autor del tiroteo de Múnich era un joven obsesionado con la violencia

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    El joven germano-iraní de 18 años que asesinó a nueve personas en Múnich, su ciudad natal, era un estudiante obsesionado con la violencia y las matanzas. Según la investigación de la Policía y la Fiscalía alemanas el chico actuó sin ningún tipo de motivación terrorista o islamista.

    Tras la alerta antiterrorista desatada después del tiroteo en la capital de Baviera, la Policía sigue investigando qué empujó al joven, identificado como David S., a disparar primero en un restaurante, luego en la calle y finalmente en un centro comercial.

    Según la fiscalía, el joven se encontraba en tratamiento psiquiátrico y hay indicios de que sufría «una perturbación psíquica nada leve», según el ministro de Interior bávaro, Joachim Hermann, aseguró que

    En rueda de prensa el jefe de la Policía de Múnich, Hubertus Andrä, explicó que en el registro de la habitación del chico, que vivía con su familia y presuntamente había sufrido trastornos depresivos, no se ha hallado ningún indicio que lo relacione con la organización terrorista Estado Islámico (EI).

    Tampoco hay nada que apunte a motivaciones políticas o religiosas pero sí recortes de periódico sobre grandes operaciones policiales y libros sobre actos de violencia y matanzas.

    La policía asume que se trató de un caso «clásico» de «Amok», una palabra corriente en alemán y que se encuentra también recogida en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: «Entre los malayos, ataque de locura homicida».

    El joven, sin antecedentes penales, actuó solo y se investiga si pirateó una cuenta de Facebook de una tercera persona para invitar a tomar algo a conocidos en el McDonalds donde comenzó su ataque.

    El chico fue grabado en una azotea profiriendo gritos y, según la transcripción del diario «Süddeutsche Zeitung», afirmando: «Por vosotros he sufrido ‘mobbing’ durante siete años; tuve que comprarme un arma y matarlos a todos».

    La Policía no confirmó la existencia de vínculos entre el asesino y alguna de las nueve víctimas mortales, vecinas de Múnich de distintas nacionales; ocho de ellas tenían entre 14 y 20 años y la más mayor, 45.

    Según el relato policial, tras el tiroteo el joven se suicidó con su pistola, una nueve milímetros con la numeración borrada, y en su mochila tenía aún cargadores con unas 300 balas.