Uno de los episodios más notables de la estancia de Fidel Castro en tierras mexicanas fue el descubrimiento del campo de entrenamiento en el cual los cubanos se preparaban para llevar a cabo su ataque sobre las fuerzas de Batista. El gobierno de México supo de esto tras la detención de Castro por la policía de investigación, tras la cual el revolucionario pidió permiso para acompañar a las autoridades al Rancho Santa Rosa con el fin de evitar un enfrentamiento que pudiera costar vidas. Ahí fueron detenidos 15 guerrilleros y llevados a la cárcel migratoria, de donde saldrían por intervención del ex-presidente Lázaro Cárdenas del Río para continuar con sus planes.
En el rancho a las afueras de Santa Catarina Ayotzingo, en Chalco, Estado de México, los guerrilleros almacenaban armas entre pacas de forraje y realizaban entrenamientos en los montes cercanos, solo algunos pobladores y los dueños del inmueble llegaron a tener relación con ellos. En la propiedad sigue habitando doña Esthela López, viuda del propietario qué arrendó las instalaciones directamente a Ernesto «El Ché» Guevara. La señora López aún recuerda el trato con los revolucionarios, sus personalidades y cómo se desenvolvían, así como que cuando partieron finalmente, para embarcarse desde Tuxpan con rumbo a al isla, dejaron rentas sin cubrir
