Son los Scouts con pañoleta azul y blanco. Niños y jóvenes que obtienen mucho más que los valores y principios de la organización. Acuden semanalmente a lo que se transforma en una terapia al aire libre, que los acerca a los demás, les permitan superar barreras de comunicación, obtener destrezas sociales y confianza en sí mismos.
Son bienvenidos los niños y adolescentes regulares, llamados neurotípicos, para favorecer el proceso de integración. Aceptan a personas con cualquier condición, pero en la actualidad sus integrantes son en su mayoría Asperger, un síndrome enmarcado en el espectro autista que les hace codificar la información de su entorno de una forma distinta.
El grupo nació de la inquietud de la presidenta de Fundasperven, la psicopedagoga, Margory Henríquez, de 42 años, diagnosticada con el síndrome en el 2015. Ella afirma que desde niña encontró en los Scouts herramientas que le ayudaron a superar situaciones que para entonces no comprendía.
La Asociación Mundial de Scouts ha mostrado interés en la iniciativa. Una delegación de Polonia se trasladó hasta Caracas para conocer la experiencia, que ha sido considerada la primera a nivel mundial, pues se trata de un grupo en el que los neurotípicos son la excepción y se integran para ser sensibilizados y actuar como multiplicadores del mensaje de inclusión.
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