Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes.
?El dicho del epígrafe se atribuye a Einstein, a Mark Twain o a Benjamin Franklin. Sea quien fuere su autor, la conclusión es cierta; y es aplicable a la táctica que inveteradamente han observado los organizadores del movimiento de opositores al régimen, en cuando a la organización de movilizaciones; táctica que hemos seguido, sobre todo, los integrantes de la clase media, hasta ahora con muy poco o sin resultado, excepto el efecto de catarsis y de desfogamiento por contribuir en algo hacer algo para terminar con este oprobioso régimen.
De hecho, las marchas y concentraciones se parecen bastante a la estrategia del guajolote o pavo, cuando ante una amenaza hace unos ruidos, despliega sus plumas y parece de mayor tamaño, engañando probablemente por una y sólo una vez, a sus depredadores; después su táctica ya carece de efecto.
Para lo que sigue es necesario hacer una declaración principista: el ingeniero Juan Guaidó, en quien confío, presidente en funciones (exart. 233§ primero, constitucional; nada de autoproclamado), ha establecido una táctica personal que calza los puntos que en su momento siguió Adolfo Suárez: es en un todo correcta, inobjetable, serena, precisa, sencilla y de gran aceptación popular, cuya mejor parte se propone socavar el respaldo militarista, que se empecina en seguir órdenes del usurpador Maduro, sin entender esos militares que el principio de la debida obediencia se esfumó con los Juicios de Nuremberg y que los militares lo que deben es seguir instrucciones racionalmente; de lo contrario son sujetos pasivos perfectos de lo que dispone el artículo 25 de la Constitución vigente; léanlo, o se atendrán a las consecuencias.
Ciertamente, que en táctica política la acción desplegada requiere dos requisitos para que tenga virtualidad: que logre algún efecto y que sea pueda llevarse a cabo. Lamentablemente desde hace años, los llamados a marchas y concentraciones no han dado resultado alguno y se parecen muchísimo a la sabida táctica del pavo de desplegar las plumas. Esta observación-afirmación se conecta con el aforismo del epígrafe: no se puede continuar con una acción que no da resultados.
El caso patético de la marcha del 30 de abril fue un desperdicio de oportunidad, por la sorpresa que produjo tanto en el gobierno como en la población, que estaba esperando una señal para hacer algo y acudió masivamente. Fue ignominiosa la corrida que nos dieron los policías, disolviendo la concentración; sin contar con la fortuna de no haberse producido víctimas en el repliegue que se produjo. Debo referir un hecho que sucedió a varias personas y me aconteció: uno de los motorizados (viajaban en pareja) al pasar a mi lado, me hizo la acostumbrada seña de compasión, invitándome por favor a retirarme, en medio de salvas y ruidos de motos. ¿Qué significado tiene este gesto? ¿Por qué estos agentes no terminan de desacatar esas absurdas órdenes y no entienden que son instrucciones irracionales que no deben ser cumplidas?
Pero el caso de los convocantes para darles algún título, es la irresponsabilidad en que incurren al movilizar una inmensa masa humana sin concierto ni planificación alguna. No había nadie quien guiara, no se sabía a dónde ir, dónde ni qué esperar, no había arengas organizadas (nunca las ha habido), ni siquiera un megáfono; mucho menos nos guiaban para escuchar algún mensaje.
¿Qué resultado esperaban obtener esos irresponsables? La consecuencia de tal desaguisado, es una especie de morinha, desazón, depresión, frustración y tristeza, que nos dio a quienes ya nos nos fastidiamos de marchas o concentraciones que carecen de efecto político alguno, pero que erosionan la credibilidad de la dirigencia opositora y perjudican el trabajo del líder del momento, haciéndole perder credibilidad.
Me pregunto si el Ingeniero Guaidó tiene algún comando que se ocupe de estas actividades tácticas; y me respondo que seguramente no. Pero además, es de contemplarse el escarnio y la mofa que hicieron Maduro y su caterva de gorilas que lo rodeaban en la cadena de la noche. Muchos opositores están considerando seriamente que los del gorilato son más inteligentes que los líderes de la oposición. A quienes piensan de esa manera les digo que no es así. Lo que tienen es más astucia,[1] que es la dimensión menor de la inteligencia, pero con esa astucia se aprovechan muchísimo de la sempiterna torpeza y desorganización del comando de la oposición. ¡Eso no puede continuar!
No se observó movimiento alguno en el oeste de la ciudad; ¿Será que la dirigencia opositora se olvidó de la mitad de Caracas? ¿Qué esperan para organizar el movimiento en la otra parte de la ciudad; es tan horrible el problema de los colectivos, o es solamente que se les ha insuflado un temor táctica muy comunista, por cierto-? Pero es que esa gente necesita una señal y es imprescindible tomarlos en cuenta.
Por consiguiente, en lo que a mí respecta, manifiesto que no asistiré a concentraciones o marchas hasta no saber, fehacientemente, que hay un cambio de actitud de parte de los organizadores.
Ingeniero Guaidó, con todo respeto: hágase asesorar por gente que tenga sentido de estrategia. ¡Ya basta de decepciones! Necesitamos acciones con resultados prácticos. El régimen no caerá con estas marchas y contra-marchas, como las del 30 de abril de 2019; siga erosionando la cadena de mando militar.
[1] Para una información completa del tema, leer el estupendo libro de AXEL CAPRILES, La picardía del venezolano o el triunfo del Tío Conejo, Ed. Taurus 2008