Expertos debatieron sobre las sanciones económicas a Venezuela: ¿Efectivas o contraproducentes?

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Las sanciones han desencadenado una crisis humanitaria y han tenido un impacto significativo en la economía venezolana, a pesar de las intenciones iniciales de inducir cambios en el comportamiento del país, advirtió Eduardo Gamarra, profesor del Departamento de Política y Relaciones Internacionales, durante su intervención en el foro «Efectividad de las Sanciones Económicas como Instrumento de Política Exterior», organizado por la Green School de la Florida International University.

Gamarra, quien enfocó su intervención en las consecuencias inesperadas de las sanciones económicas impuestas a Venezuela, aseguró que “estas medidas han beneficiado indirectamente a Rusia y China, lo que plantea interrogantes sobre la efectividad de las sanciones como estrategia a largo plazo”.

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Sugirió que, en lugar de depender exclusivamente de las sanciones, “se debe explorar un enfoque más estratégico hacia Venezuela y considerar alternativas para lograr un cambio de comportamiento en el régimen”.

También criticó la falta de una política coherente hacia Venezuela en las últimas dos décadas y enfatizó la importancia de abordar el tema desde “una perspectiva más amplia y estratégica”.

El experto planteó preguntas fundamentales sobre el futuro de Venezuela, incluyendo cómo abordar la recuperación económica y la gobernanza en un escenario de transición, por lo que resaltó la necesidad de reconsiderar la efectividad de las sanciones como herramienta de política exterior en el caso de Venezuela y de buscar enfoques más integrales y estratégicos.

En ese sentido, señaló a la oposición venezolana como “grandes responsables” de la crisis que vive el país. “La realidad es que la oposición en Venezuela tiene una gran responsabilidad en la situación en la que se encuentran hoy. Al menos desde 2007 han sido incapaces de unirse y forjar algo que presente a un candidato único frente al régimen de Maduro o el régimen de Chávez. Creo que están cerca y espero que lo logren (…)”

“Pero si la eliminación de estas sanciones funciona y Maduro cumple su palabra, entonces María Corina Machado podrá postularse. Y mi impresión es que, si hay elecciones libres, no hay razón por la cual no deba ganar en este momento”, aseveró.

Sin embargo, no todos los panelistas del foro, realizado este viernes 20 de octubre, compartieron la misma posición de Gamarra al momento de dar respuesta a la interrogante: ¿Qué tan efectivas son las sanciones para lograr un cambio de comportamiento en los regímenes autoritarios?

El encuentro destacó por las marcadas posturas tanto a favor de las sanciones, como en contra de estas, por parte de Gamarra; Carrie Filipetti, directora de la Coalición Vandernberg; David J. Kramer, director ejecutivo del Instituto George W. Bush; y Eric Lob, profesor asociado del Departamento de Política y Relaciones Internacionales.

Filipetti: Política de sanciones de Trump se basaba en una genuina preocupación

Carrie Filipetti, quien defiende la postura de la necesidad de imponer sanciones y su efectividad, ofreció un análisis exhaustivo del mundo intrincado de las sanciones durante su intervención en el foro: delineó la evolución histórica de las sanciones estadounidenses sobre Venezuela, discutió sus objetivos y arrojó luz sobre las consecuencias a menudo malentendidas de estas medidas.

La experta comenzó por destacar el enfoque multifacético que Estados Unidos ha adoptado en el uso de sanciones. Explicó que no son simplemente medidas punitivas, sino que sirven para diversos propósitos, como inducir cambios de comportamiento en regímenes, proteger los intereses de Estados Unidos y promover la justicia.

En su ponencia, profundizó en el contexto histórico de las sanciones estadounidenses en Venezuela, rastreando sus orígenes en la lucha contra el tráfico de drogas a mediados de la década de 2000.

Además, resaltó las diferencias clave entre las administraciones de Donald Trump y Joe Biden en cuanto a sus enfoques de sanciones y al compromiso con Venezuela.

Filipetti aseguró que la política de sanciones de la administración Trump, a menudo criticada por su dureza, se basaba en una genuina preocupación por el bienestar del pueblo venezolano. Subrayó que estas medidas tenían como objetivo evitar que el régimen de Maduro se beneficiara a expensas de sus ciudadanos.

Desmintió que las sanciones son las únicas responsables del colapso económico y la crisis humanitaria en Venezuela. Hizo hincapié en que el declive económico del país comenzó mucho antes de que se impusieran las sanciones más severas.

Para respaldar su planteamiento, ofreció una cronología detallada de la disminución de la producción de petróleo y del PIB de Venezuela y aseguró que la mala gestión del régimen desempeñó un papel significativo en la crisis.

Asimismo, explicó la naturaleza compleja de las sanciones, diferenciando entre la ayuda humanitaria autorizada y las actividades sancionadas, y compartió ejemplos en los que la administración de Maduro afirmó falsamente que las sanciones obstaculizaban los esfuerzos humanitarios, destacando la importancia de garantizar que las sanciones no perjudiquen involuntariamente a la población venezolana.

Filipetti concluyó su intervención refiriéndose al reciente “alivio de las sanciones”, por parte de Estados Unidos y la necesidad de contar con un plan estratégico para abordar la crisis en Venezuela.

“Al considerar la aplicación de sanciones en Venezuela, podemos enumerar tres objetivos principales de un programa de sanciones. En primer lugar, tiene como objetivo inducir un cambio de comportamiento sin necesariamente buscar un cambio de régimen. Sirve como una herramienta de política para alentar a un régimen a modificar su comportamiento y participar en negociaciones, entre otras acciones”, explicó. 

En segundo lugar, agregó, las sanciones “pueden reducir la capacidad de un adversario para dañar los intereses de Estados Unidos, como se evidencia en las sanciones contra entidades como Hamás e Irán. Estas sanciones tienen como objetivo limitar la capacidad de un adversario para amenazar los intereses de Estados Unidos. En tercer lugar, las sanciones pueden servir como una forma de justicia, ya sea a través de medidas punitivas o como un elemento disuasorio para otros”.

Kramer: Se recurre a las sanciones en ausencia de alternativas claras

Por su parte, David J. Kramer señaló que, si bien no se puede culpar a Estados Unidos por lo que ha sucedido en países como Venezuela, Irán o Rusia, las sanciones son un reflejo de que la política aplicada hasta ese momento no ha funcionado. Citó estudios académicos que indican que las sanciones han tenido éxito aproximadamente en 30% de los casos.

A su juicio, las sanciones son más efectivas cuando son específicas y tienen un objetivo claro. Dio ejemplos de casos exitosos, como las sanciones que ayudaron a poner fin al apartheid en Sudáfrica y las que respaldaron al movimiento Solidaridad en Polonia contra el régimen de Jaruzelski en la década de 1980.

Kramer también habló sobre las sanciones contra Rusia y su relación con la anexión ilegal de Crimea, y mencionó que las sanciones no han logrado cambiar el comportamiento del régimen de Vladimir Putin.

Así que lo que hay que considerar, según Kramer, es qué hacer para demostrar desaprobación sin recurrir a sanciones, lo que podría involucrar apoyo a la sociedad civil y a la oposición, y en algunos casos, ayuda humanitaria.

Pero al final, de acuerdo con el experto, las sanciones son una herramienta a la que se recurre en ausencia de alternativas claras. Por ello, enfatizó en la necesidad de políticas más amplias que vayan más allá de las sanciones.

Lob: Las sanciones pueden tener un efecto contrario al esperado

En un panorama geopolítico que se ha vuelto cada vez más polarizado, el uso de sanciones como herramienta de presión y cambio de comportamiento en países como Irán y Rusia está siendo cuestionado.

David Lob compartió en su ponencia una perspectiva crítica sobre el uso de sanciones como herramienta exclusiva de política exterior. Argumentó que, si bien las sanciones pueden tener un impacto, su efectividad se ve limitada por la necesidad de un enfoque más equilibrado y estratégico.

Lob compara las sanciones con conflictos bélicos y destaca que, al igual que en la guerra, es esencial considerar tanto “palos como zanahorias al tratar con naciones adversarias” (esto como una analogía en el uso de la política blanda y la política dura en las relaciones internacionales).

Advirtió que el uso de sanciones como medio principal puede tener un efecto contrario al esperado, especialmente cuando los países bajo sanción recurren a otras naciones, como Irán entregando drones a Rusia, lo que plantea la necesidad de una revisión crítica de estas estrategias.

El académico subrayó la importancia de comprender el contexto y las necesidades de los adversarios al considerar opciones de política exterior. La pregunta clave que plantea es si se puede lograr un equilibrio entre medidas punitivas, como las sanciones, y los incentivos, como la diplomacia. A medida que las sanciones siguen siendo una herramienta controvertida, se destaca la necesidad de una estrategia de política exterior más amplia y reflexiva.

La discusión planteada por Lob ofrece una visión crítica que invita a reconsiderar la efectividad de las sanciones y la necesidad de enfoques más equilibrados en la política internacional.

En conclusión, en el foro «Efectividad de las Sanciones Económicas como Instrumento de Política Exterior» se plantearon preguntas fundamentales sobre el futuro de Venezuela y subrayó la importancia de contar con políticas más amplias y equilibradas en las relaciones internacionales.

La suspensión de las sanciones es un paso significativo, pero el camino hacia la normalización total y la resolución de la crisis en Venezuela sigue siendo un desafío complejo y multifacético, se desprende de lo expuesto en el encuentro.

Un nuevo contexto de sanciones para Venezuela

Si bien el foro fue convocado mucho antes de que el gobierno de Nicolás Maduro y la Plataforma Unitaria Democrática de Venezuela firmaran en Barbadas dos acuerdos parciales -uno referido a los derechos políticos y electorales y otro orientado a la protección de los intereses vitales para la Nación- el pasado 17 de octubre, lo planteado por los cuatro expertos ahora cobra mayor vigencia.

Tomando en cuenta también que un día después de la firma Estados Unidos emitió “licencias de alivio”, a través de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro, para algunas sanciones contra los sectores petrolero, gasífero, aurífero y financiero en Venezuela.

Aunque el gobierno de Estados Unidos dejó claro que había “suspendido estas medidas de sanciones en respuesta a recientes pasos concretos hacia una solución democrática en Venezuela. Sin embargo, como ocurre con cualquier licencia general o específica, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos está dispuesta a revocar estas autorizaciones, si corresponde, para apoyar la política exterior y las prioridades de seguridad nacional de los Estados Unidos”.

Fue durante la administración de Donald Trump cuando se intensificaron las sanciones contra Venezuela. En agosto de 2017, firmó una orden ejecutiva imponiendo por primera vez sanciones financieras sobre el gobierno de Maduro. Estas medidas prohíben las negociaciones sobre nuevas emisiones de deuda y de bonos por parte del gobierno de Venezuela y de Petróleos de Venezuela (Pdvsa).

En 2019 las sanciones económicas escalan. En enero de ese año el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, anunció el lunes que Estados Unidos impuso sanciones a Pdvsa, considerada una de la más dura medida tomada contra el gobierno de Maduro.

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