Creo firmemente que el futuro económico de nuestro país no depende únicamente de quién sea el presidente, ni de los factores de poder político en general, sino del trabajo constante y sostenido de todos los sectores del país y de cada uno de nosotros con una visión de largo plazo. Venezuela ha pasado por situaciones económicas realmente críticas en años recientes. La hiperinflación, la drástica caída del PIB y la devaluación del bolívar han afectado a todos los venezolanos, especialmente aquellos socialmente más vulnerables.
Las crisis económicas del país han sido el reflejo de problemas severos y crónicos, que, si bien en una modesta medida se han superado, todavía lejos estamos de alcanzar una recuperación estructural de la economía nacional. Décadas de sobrendeudamiento público, déficit fiscal y falta de inversión nos han conducido por los derroteros económicos tan lamentables que vivimos.
Para salir de la crisis económica estructural de Venezuela, es esencial implementar reformas de fondo en lo económico, político y social y asentar garantías jurídicas que brinden confianza a los inversionistas domésticos y extranjeros con el fin de reconstruir los diferentes sectores productivos del país. Si bien, la crisis política que actualmente vive nuestro país, sin lugar a duda dificulta seriamente lo mencionado, todos deberíamos, independientemente de nuestro pensar político, seguir trabajando por la recuperación de la economía nacional.
Cualquier recuperación económica de Venezuela, debería comenzar por la reactivación del sector de hidrocarburos (principal fuente de ingresos del país), la reconstrucción de servicios básicos y la puesta en marcha de una vez por todas de las empresas básicas ferromineras.
Asimismo, resulta perentorio la total recuperación del sector primario alimentario para garantizar el auto abastastecimiento de rubros básicos requeridos para la alimentación de los venezolanos, tales como lo son el maíz, el arroz, el azúcar, las grasas vegetales; así como las proteínas animales; que, en el pasado reciente, eran totalmente producidas en Venezuela, y hoy, requerimos importar parcialmente. Otro tanto debemos agregar respecto a la activación del sector industrial, con el fin de disminuir la dependencia de las importaciones.
No podemos seguir dependiendo únicamente de los esfuerzos del gobierno para aumentar la producción petrolera y con ello generar la escasa caja que hoy posee la nación por concepto de exportaciones. Estas reformas económicas que requiere el país no solo deben ser amplias, sino también sostenibles en el largo plazo.
Insistimos en el hecho de que atraer inversión extranjera es crucial para la recuperación económica. Para ello, cualquier gobierno debe crear un entorno favorable para los inversores. Esto significa además de establecer reglas claras del juego en términos de garantías, también implica el eliminar barreras burocráticas, brindar facilidades operativas y logísticas y ofrecer incentivos fiscales.
Los inversionistas poco reparan en aspectos políticos, buscan básicamente seguridad para sus inversiones, buenos retornos y pocos entuertos a la hora de hacer negocios. Sin duda, la inversión extranjera puede proveer el capital necesario para desarrollar infraestructuras críticas y estimular el crecimiento en diversos sectores.
Además, el mantener una política monetaria responsable, restrictiva, orientada a mantener la tasa de cambio, así como un gasto público reducido, como se viene haciendo durante el último par de años, es fundamental para controlar la inflación y estabilizar nuestra economía. La inflación no solo reduce el poder adquisitivo de nuestros ciudadanos, sino que también socava la estabilidad económica general del país. Otro elemento que resulta importante es la activación del sector bancario y del mercado de valores nacional para garantizar el financiamiento requerido para financiar la actividad productiva del país.
La estabilidad económica requiere continuidad en las políticas económicas, independientemente de cuál sea la administración presidencial. Los planes a largo plazo contenidos en una reforma del sistema tributario, una revisión de la ley de hidrocarburos vigente, la formulación de una ley de inversiones favorable para la entrada de capitales extranjeros, así como aquel marco legislativo que favorezca la diversificación económica, debe mantenerse y ajustarse según sea conveniente para el país, pero no desmantelarse con cada cambio que ocurre en la administración pública.
Invertir en la educación y la capacitación de nuestra fuerza laboral es esencial para un crecimiento sostenido. Cualquier presidente de Venezuela, bien puede iniciar programas de capacitación y desarrollo, pero es la persistencia en estos programas lo que garantiza resultados tangibles y sostenidos. Debemos enfocarnos en crear una fuerza laboral calificada que pueda contribuir de manera efectiva a los diversos sectores de la economía.
La colaboración entre el sector público y privado es vital para nuestra recuperación económica. El gobierno y el sector privado deben fomentar un entorno donde las empresas puedan prosperar, innovar y contribuir al desarrollo económico. Las iniciativas privadas deben alinearse con los objetivos nacionales de crecimiento y sostenibilidad. Esto incluye la creación de asociaciones público-privadas para proyectos de infraestructura y el apoyo al emprendimiento y las pequeñas y medianas empresas.
La mejora de nuestra infraestructura es una inversión a largo plazo que no debe ser influenciada por ciclos electorales. Proyectos como recuperación de la generación y distribución eléctrica, carreteras, puertos y telecomunicaciones requieren planificación y ejecución continuas para apoyar el desarrollo del país. Una infraestructura robusta no solo facilita el comercio y la inversión, sino que también mejora la calidad de vida de nuestros ciudadanos.
Una de las cosas que debemos mantener en mente todos los venezolanos, nos guste o no el presidente y e Ejecutivo nacional, es que debemos seguir empujando el desarrollo económico del país. La economía de Venezuela no se define en unas elecciones sino a través del trabajo constante y sostenido del sector público y privado con una visión de desarrollo de la nación de muy, muy largo plazo.