Joaquín Sabina regresó a los escenarios ‘Contra todo pronóstico’ para cantarle al amor

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Pese a operaciones y dolores físicos, tras una caída que sufrió durante un concierto en el año 2020, el cantante español Joaquín Sabina regresó a los escenarios y comenzó su gira internacional Contra todo pronóstico en Costa Rica.

Así lo informó el portal digital costarricense La Nación, al publicar una crónica del show celebrado el sábado 25 de febrero.

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El título de la gira, Contra todo pronóstico, se explica con facilidad, pues fueron muchos los que pensaron que ya Sabina no volvería a cantar después del accidente y con 74 años a cuesta.

Durante el concierto celebrado en el Estadio Nacional, Sabina se vio vital, lleno de gracia, energía y picardía. Cantó todo el espectáculo sentado en un banquillo, acuerpado por sus cómplices en la música. Al maestro hay que cuidarlo, así que fue mejor verlo ahí: sentado y cómodo.

El artista hizo un repaso por su carrera, trató de interpretar la mayor parte de sus éxitos, aunque con un repertorio tan extenso como el suyo siempre quedan clásicos en la maleta. En ocasiones, como bien lo dice en A la orilla de la chimenea, se puso cursi, otras romántico o humilde y también compartió tristezas; en ese misma línea los sabineros que lo aman hasta el tuétano recorrieron ese camino de sentimientos atrapados por la obra del español.

Antes de subir al escenario, la voz áspera y cansada por los años se oyó por todo el estadio. Esa voz que es parte de su sello, le da más intensidad a los poemas vueltos canciones.

Con Cuando era más joven dio inicio el recital. Uno a uno los músicos se colocaron en sus espacios y la figura de Sabina apareció en la tarima: llevaba puesto un sombrero de color crema y un traje de color gris. Tomó asiento en el banquillo y con guitarra en mano comenzó lo suyo.

Sintiéndolo mucho fue la segunda canción que tocó. Emotiva, anecdótica, introspectiva y real, así es la pieza que grabó el maestro junto a su colega y coterráneo Leiva, quien lo ha ayudado en los últimos años a darle un aire de juventud a la obra de la leyenda viviente.

En su primera interacción con el público, Sabina se excusó con el público por aquello de que algo saliera mal en el concierto. “Hay que explicar que los conciertos en las giras empiezan a salir bien a partir del tercero o cuarto, porque siempre hay desajustes al principio. Pero este año vamos a acabar con la tradición y vamos a daros, en la medida de nuestras fuerzas, ¡Pura Vida!” , y así fue, el show fue digno, limpio, amplio e intenso.

Como artista devoto, el maestro español tomó unos segundos para dar el pésame y reconocer el legado Walter Ferguson: “Hoy he leído que un grande de Limón, rey del calipso, nos ha dejado. Un abrazo enorme a la familia de Walter Ferguson”, dijo y el público estalló en aplausos en homenaje a Mr. Gavitt.

De sorbo en sorbo al tequila, pasando de la guitarra acústica a la eléctrica, otras veces solo cantando y muchas otras soltando esa risilla pícara fue como condujo el recital.

Sonaron Lo niego todoMentiras piadosasLágrimas de mármol y Cuando aprieta el frío. Cuando llegó el turno de Por el bulevar de los sueños rotos, otra costarricense salió a relucir: Chavela Vargas, su gran amiga.

“Esta canción sé que es un poco complicada en Costa Rica porque está dedicada a una costarricense. Yo sé que tuvo sus problemas, yo también tengo problemas en mi pueblo. Pero es una cosa póstuma para celebrar su vida, cuya penúltima parte compartí muy gustosamente con Chavela Vargas”, explicó el maestro y de inmediato interpretó esa pieza en la que refleja el arte y el legado no solo de la tica a la que llama “Paloma negra de los excesos”, sino también de otras grandes glorias como Agustín Lara, Frida Kahlo, Diego Rivera y José Alfredo Jiménez.

El viaje sonoro siguió con la participación excepcional de Mara Barros en Yo quiero ser una chica Almodóvar. Ella, más que la corista de Sabina, es una diva de la canción y así lo reafirmó en la introducción maravillosa de Y sin embargo.

Los otros músicos también demostraron sus cualidades vocales. En Llueve sobre mojado, el dueto de Joaquín con Fito Páez, fue el guitarrista Jaime Asúa quien lo acompañó y mientras Sabina salió un momento de escena, el gran Antonio García de Diego estuvo a cargo de La canción más hermosa del mundo.

A su regreso, el español tomó el micrófono para cantar A la orilla de la chimenea, la españolísima 19 días y 500 nochesPeces de ciudad, una muy roquera Princesa y Una canción para la Magdalena, tema con el cual le devuelve de una manera amorosa la dignidad a esa mujer histórica.

Para el cierre Sabina salió de escena, pero regresó ante el llamado del público. No podía irse sin cantar un par más de sus éxitos.

Volvió y cantó la romántica ContigoNoches de boda (una vez más con la presencia de Chavela) y el clásico Y nos dieron las 10. El adiós definitivo fue con Pastillas para no soñar y con el mensaje final de que con Sabina, las malas compañías siempre son las mejores.

Fuente: La Nación

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