La compleja crisis política en Venezuela

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Se puede definir crisis política, como un proceso en el cual los gobernantes de un país no saben cómo reaccionar ante diversos acontecimientos y que regularmente trae consigo desconfianza y diversos conflictos.

Un claro ejemplo de una crisis política, son las continuas protestas que vive actualmente el país, esto es una manifestación que conecta directamente con el gobierno de Maduro que está actuando de forma ineficiente ante los problemas económicos y sociales que más afectan a la mayoría de los venezolanos en su calidad de vida.

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La compleja crisis política según nuestros análisis ha activado las angustias, la desesperación y las tensiones entre los miles de venezolanos.

Además, estos análisis reflejan que 85% de la población venezolana aspira un cambio político ya, incluso un grupo significativo de chavistas desean que se vaya Maduro, no obstante, es fácil decirlo, difícil es creerlo.

La significación del análisis devela que el régimen y sus líderes políticos y burócratas están más pendiente “de las próximas elecciones, que de las futuras generaciones”.

Esta realidad es tangible, por sus acciones violentas y sus contradictorios discursos que sólo buscan ganar tiempo para reflotar la agotada revolución.

Criterio compartido con el revelador enfoque teórico que hace la UCAB sobre la crisis política en Venezuela: “El problema político, entendido como la situación política inaceptable para la gobernanza democrática, tiene tres tipos de complejidad, siguiendo las ideas del profesor Adam Kahane, en su libro Cómo resolver problemas complejos (2006, Grupo norma editorial).

  1. Complejidad Dinámica: cuando la causa y el efecto están separados en tiempo y espacio. Mientras pasa más tiempo más difícil es resolver el problema. En nuestro caso, ya han pasado dos décadas sin poder lograr una solución satisfactoria en general para la sociedad.
  2. Complejidad Natural: cuando el problema se desenvuelve de manera desconocida e impredecible, dada la interacción de múltiples actores, variables, tendencias y eventos disruptivos, que hacen difícil cualquier predicción sobre el futuro.
  3. Complejidad Social: cuando los actores involucrados en la solución del problema (político) ven las cosas de manera diferente, por ello los problemas se polarizan y atascan. El gobierno tiene una visión del problema y la oposición tiene otra, por tanto, es casi que imposible lograr una salida satisfactoria, si se mantienen esas posturas rígidas o maximalistas.

Dado los tres niveles de complejidad del problema político que padecemos, se requiere un gran esfuerzo del liderazgo político nacional para entender que debemos ceder en las posturas radicales, procurando alcanzar los puntos de encuentro para poder lograr una solución al grave problema que padecemos y que se traduce en el colapso de los servicios públicos, aumento de la pobreza, caída de la producción económica, inseguridad, hiperinflación, etc”.

A partir de la enfermedad del comandante Chávez la crisis política se agudizaba en lo político, desde el mismo momento que Maduro fue nombrado vicepresidente por el TSJ.

Esta designación sólo pudo haber sido competencia del presidente electo, pues no olvidemos que el período constitucional había terminado.

El TSJ exponía según algunos juristas una vaga noción de “continuidad administrativa” y esa extralimitación del TSJ dio origen a algunas violaciones constitucionales.

Otro aspecto que potenció la crisis política en el país fue lo ocurrido el 14 de abril de 2013. Ese día todo el poder del Estado no pudo imponerse de una manera aplastante a sus opositores: el candidato presidente apenas ganaba por un estrecho margen de 1,49% de los votos.

Sin embargo, lo grave de esta situación fue que el triunfo del gobierno lo decretaba el propio CNE de una manera irreversible por ser tan frágil la victoria bolivariana.

Los resultados de los comicios presidenciales del 14 de Abril de 2013 fueron el germen del cuestionamiento del origen de la usurpación en el poder de Nicolás Maduro.

Si aplicamos la lógica, con todo el control del poder del Estado, ganar por menos de 300.000 votos es para que emerjan fundadas sospechas de fraude electoral que se vincula de inmediato con la ilegitimidad del nuevo mandatario nacional.

Su victoria no fue aceptada por una parte del pueblo de forma consensual. Es decir, se es legítimo, cuando existe un consenso en la población para aceptar la autoridad. Cuando un gobierno carece de legitimidad ocurre una situación social inconveniente.

Coincido con los estudiosos del tema, quienes aseguran existen distintas situaciones en el país: “La primera, un desánimo colectivo por parte de la población en obedecer los actos de gobierno dictados por la autoridad ilegítima, y en segundo lugar, una constante confrontación entre sectores organizados que rodean amparados en apoyos a favor o en contra de la ilegitimidad”.

En este mismo orden de ideas, la usurpación en el poder termina de fraguar el 20 de Mayo de 2018. La revolución Bolivariana con su triunfo electoral con rostro de farsa, golpeado por la crisis económica aseguraba 6 años en el poder central.

Según el CNE hubo una participación del 45%, un “respaldo” de 68% de los votos a favor de Maduro. Estas elecciones presidenciales fueron todo un traje a la medida para preservar el Socialismo del Siglo XXI, y los comicios valieron para reforzar la sustancia de la crisis política en Venezuela.

La crisis presidencial de Venezuela fue una crisis política en torno a la legitimidad de quien ocupaba la presidencia de Venezuela, que duró entre 2019 y 2023, con el país y el mundo divididos en apoyo a Nicolás Maduro o Juan Guaidó.

La crisis política, se ha configurado como un riguroso problema de ingobernabilidad y éxodo, movido por posturas antidemocráticas e incapacidad para gobernar.

Maduro ha demostrado, en años de gobierno, no sólo una grave inexperiencia que se articula impermeable ante las realidades del poder, que le impide ir alcanzando esa práctica que le falta, y aprender cada día el difícil oficio del gobernante.

Sin embargo, se maneja muy bien desde el lado oscuro del poder.

Marcos Hernández López presidente de Hercon Consultores

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