“La nostalgia sirve para brindar con un buen ron y echar cuentos, para construir un país hay que tomar acciones”

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Desde el jueves 22 y hasta el domingo 25 de junio se realizó en el Jardín Botánico de Caracas el encuentro cultural “Jardín, Ciudad, Palabra”.

Esta actividad quiso rescatar la esencia del Festival de la Lectura Chacao. Aquella iniciativa que se realizaba en la Plaza Francia de Altamira y que reunía a casas editoriales, autores y lectores ávidos de encuentro alrededor de un espacio público.

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Albe Pérez, gerente cultural con más de 20 años de experiencia, era la hacedora de aquella maravilla. Presidía Cultura Chacao y lograba materializar toda esa fiesta literaria junto al también gerente y especialista en temas urbanos, Xariell Sarabia.

Ahora, con Sarabia y también junto a Rosalexia Guerra, tercera gerente cultural del grupo, editora literaria y coordinadora de la Ludoteca; Pérez es la responsable de posicionar esta nueva feria en la agenda cultural de la ciudad.

En la Ludoteca de “Jardín, Ciudad, Palabra” los más pequeños pintaron y escucharon cuentos infantiles

Ella quiere lograr que la Asociación Civil Amigos del Jardín Botánico de Caracas reúna lo suficiente para continuar con los trabajos de mantenimiento y refacción ya iniciados.

Con una sonrisa inmensa en el rostro y antes de empezar a explicar el alcance de “Jardín, Ciudad, Palabra”; Albe Pérez pide que se le tutee y ese pequeño gesto revela, de entrada, su afabilidad: la misma que compartió con todos los asistentes al edificio sede del Instituto Experimental Jardín Botánico “Tobías Lasser”.

Desde allí, con 22 stand de editoriales venezolanas respaldándola, con las salas llenas de público asistente, niños pintando en la Ludoteca y al menos 12 propuestas de emprendimientos gastronómicos presentes; nos explicó:

“He sido testigo de la recuperación del Jardín Botánico, guiada por Mauricio Krivoy y un grupo de venezolanos conscientes. Queríamos hacer una prueba piloto que contribuyera con la recaudación de fondos para esta labor. Estoy súper satisfecha. Muchas empresas nos apoyaron y ahora nos corresponde honrar esa confianza, esa solidaridad, ese apoyo. Y trabajar por una segunda edición, mucho más bella todavía”.

Albe Pérez junto a la periodista Yaya Andueza

Con una seguridad al hablar que francamente asombra, Pérez anunció que la próxima edición de “Jardín, Ciudad, Palabra” será en abril de 2024. Así seguirá anualmente. Siempre en el mes de abril, antes de que lleguen las lluvias.

Le pregunto el secreto de su confianza para anunciar esta programación, a casi un año de distancia; cuando tantos venezolanos no logran visualizar siquiera cómo llegar a fin de mes.

“Fíjate, yo creo que la única manera de salir de la situación en la que estamos, es saliendo. No hay otra. Si no nos activamos, si no proponemos, si no nos atrevemos, no hay manera de salir adelante. Por eso quisimos hacer este encuentro sin mayores expectativas. Sencillo y de a poco.

Hubo muchas personas que nos preguntaron:´¿Pero eso todavía existe? ¿Cómo llego? ¿Dónde estaciono?´

LaWaWa ofreció traslados desde la estación de metro Ciudad Universitaria hasta la sede del Instituto Experimental Jardín Botánico “Tobías Lasser”

Y luego, cuando te cuentan que se estacionaron en la Universidad Central y se vinieron caminando, tú sientes que lograste tu trabajo. Impulsaste ese ejercicio que en Caracas se había perdido, que es caminar la ciudad.

Otro de nuestros propósitos era reunir a los afectos. Muchos de los creadores se han ido. Están fuera. Eso es doloroso, pero lo que hicimos fue convocarlos a todos y les pedimos que nos dejaran un saludo.

Es así como en la cuenta @jardin_ciudad_palabra se pueden escuchar los mensajes de Alberto Barrera Tyska, Gustavo Valle, Carlos Sandoval, Melanie Pérez Arias, Antonio López Ortega, Leonardo Padrón, Karina Sainz Borgo, Gabriel Payares, Joaquín Ortega, Michelle Roche Rodríguez, y Rodnei Casares; entre otros.

Queríamos que se hicieran parte de esto y lo logramos. Al final, creo que es eso lo que hay que hacer: irnos reuniendo, buscar esos puntos comunes que tenemos, y enfocarnos en lo que nos une, que es la palabra, la ciudad y el jardín.

Más alianzas y menos “guayabo”

Esta actividad se realizó gracias al apoyo de la Asociación Civil Amigos del Jardín Botánico de Caracas y a empresas privadas como Movistar, Banesco, Fundación Bancaribe, Plaza’s, Unión Radio, Polar, Artesco, La Siembra del Cuatro, Diego Brett Sonido, Grupo SOB, OneBite Eventos, YPO Venezuela, Empresas Puro Lomo, Cedice y QuéLeer.

Me pregunto cómo lograron pasar de la desarticulación social y la apatía a la acción. Qué hicieron para contar con el apoyo de tanta gente y emanar tan buena vibra en los espacios de la feria.

Pérez explicó que para diseñar, organizar y concretar la realización del encuentro se enfocaron en tres variables: hablar de la importancia del Jardín Botánico (honrar el tema ecológico de diversas maneras). Hablar sobre la ciudad. No sólo de la que tuvimos, sino de la que tenemos actualmente. Y, finalmente, hablar sobre la palabra que nos une.

Después de tener claro estas tres premisas, se dispusieron a llenarlas de contenido, para que contribuyeran a reunir todos los intereses. No sólo de quienes leen.

“Teníamos que pensar en trascender el bien personal y pensar en el bien común. Pensar que esto no será bueno sólo para quienes leen y escriben. Esta actividad será buena para quienes viven en Caracas y no sabían que el Jardín Botánico estaba activo. Será bueno para el Jardín, que será recontextualizado en una ciudad que a veces se pierde; y será bueno para la empresa privada, que sabrá que hay un montón de gente que está activa en el país”, añadió.

No quería que Abel Pérez despidiera la conversación sin revelar su secreto. Todavía no había contado cómo se lograba salir de la vibración y la frecuencia de la tristeza, la decepción y la frustración, tras tantos empeños de cambio político a nivel macro no logrados; y pasar a la transformación en la esfera personal y ciudadana.

Aquí viene el primero de los tesoros del encuentro cultural:

“Construir en la nostalgia no es posible. La nostalgia sirve para brindar con un buen ron y echar cuentos, pero al momento de la acción hay que pensar en el futuro. Hace falta acción, temple, coraje, construir alianzas y pensar en el bien común”, concluyó.

La literatura venezolana en la maleta

Diajanida Hernández es la gerente general de la Fundación para la Cultura Urbana y también es profesora en la Escuela de Letras de la UCV.

Con toda la paciencia que otorga dar clases en una universidad pública venezolana, acudió el sábado, junto al escritor Lenin Pérez Pérez, a la Biblioteca Henri Pittier; ubicada dentro de la sede del Instituto Experimental Jardín Botánico “Tobías Lasser”.

Allí, resguardados por el Mural de Francisco Narváez, ambos disertaron sobre la literatura venezolana y los autores que se han ido del país; en un foro que titularon “La literatura venezolana en la maleta”.

El equipo promotor de la lectura, QuéLeer, y la escritora Violeta Rojo estuvieron en el foro de Lenin Pérez Pérez y Diajanida Hernández

Al ser preguntada por el novelista sobre este fenómeno, Hernández explicó que no sería tan correcto llamarle así, pues se trata de algo que implica, necesariamente, de tiempo; para poder ser comprendido.

“Asistimos a la posible construcción de la literatura venezolana en la diáspora, pero esto es un proceso que deberá ser sintetizado, traducido, manejado por todos los que se van, y también por quienes nos quedamos…

No éramos un país que tuviera experiencia en el tema migratorio. Ahora es cuando estamos viendo estos casos. Tenemos que esperar para ver cómo se traduce esta experiencia.

Hay una especie de creencia, de mito, de que los escritores venezolanos sólo escriben sus poemarios, novelas y cuentos sobre la base de lo que pasa aquí; y esto no es así. Hay otros temas. A pesar de la tendencia realista de la novelística criolla.

Santiago Acosta, por ejemplo, fue premiado por un poemario dedicado al tema ambiental. Michelle Roche Rodríguez escribió su novela Malasangre, que está inserta en una corriente gótica latinoamericana.

En ambos casos, sus temas, sus imaginarios, no sólo tratan de experiencias conectadas con nosotros; aunque todos tengamos una gran necesidad de explicar qué es lo que pasa aquí. Pero no creo que sea responsabilidad de los autores hacerlo.

Debemos escapar a la tentación de ponerle etiquetas a lo que se registra aquí. Rubi Guerra escribe sobre la interioridad de un personaje, en una ciudad que no necesariamente tiene que ser venezolana.

Antonio López Ortega escribió sobre la memoria familiar. Luis Carlos Azuaje en Los verdaderos paraísos, escribió sobre la experiencia de la migración desde la perspectiva de un joven que viaja de Argentina a Brasil obsesionado por la obra de Albert Camus.

Keila Vall de la Ville con su novela Los días animales habla de una mujer escaladora.

Ellos trabajan imaginarios universales que apelan a ciertas referencias sociales, pero tampoco es que sea un tratado social.

Quizás sea un asunto al que apela el marketing para promocionar o vender, pero no es lo único”, dijo Hernández.

Durante la conversación, Pérez propició una reflexión sobre el campo editorial. Hernández celebró que autores como Yolanda Pantin, Luis Enrique Belmonte y Rafael Cadenas estén en Visor o Pre-Textos, editoriales de España.

«Despedirnos de tantos afectos y también presenciar el derrumbamiento nos causa dolor. Eso hay que contarlo», dijo Diajanida Hernández

Ella explicó que esto no era producto sólo de la altísima calidad de su poesía, sino del trabajo de quienes se han empeñado en difundir su obra.

“No basta la calidad para que un producto sea conocido. El campo cultural es un trabajo y los autores nuestros que están fuera, actualmente, se están relacionando de otro modo con el campo editorial. Esa es de las cosas positivas que nos trajo la migración”, añadió.

Cree Hernández que es un gran problema que el Estado venezolano no esté cumpliendo con su deber; pero igual hay que hacer ese trabajo.

Recordó cómo ahora, a nivel mundial, se está hablando de la arepa. Cuando antes, quizás por la misma costumbre de tenerla cerca y a diario, pasaba desapercibida.

Es una hipótesis con asidero: muchos de los migrantes han dado a conocer esta delicia criolla por todo el orbe; y ahora se trata de un “tópico de la gastronomía mundial”.

“Así habrá que hacer con nuestra literatura”, sugirió la docente; quien ha asistido a ferias del libro internacionales como la de Frankfurt, la de Guadalajara, o la de Bogotá. Allí, según sus impresiones, somos nada: “Somos como el polvo cósmico”.

“Tenemos que mercadearnos. Por eso ahora los autores empiezan a relacionarse con la figura del agente literario, quien se encarga de traducir sus obras y de proyectarlas, entre otras funciones. Así vemos casos como el de Rodrigo Blanco Calderón y el de Karina Sainz Borgo. Ambos tienen trabajos de agencias. Son rendijas que se abren y por allí nos podemos meter”, comentó.

Hernández explicó que autores como Alberto Barrera Tyszka, Juan Carlos Méndez Guédez e Israel Centeno, fueron algunos de los primeros escritores en lanzarse al mundo literario del extranjero. Muchas veces sin agentes.

La poeta y docente Carmen Verde Arocha, directora de la editorial venezolana Eclepsidra

Ahora sus obras están traducidas al inglés, al francés y al alemán.

“¿Cuáles serían los espacios para la formación creativa?”, preguntó Pérez.

La profesora lamentó que ahora éstos estén reducidos. Y si bien los talleres de escritura podrían ser una alternativa, ella subrayó que lo esencial para los alumnos es leer. Formarse:

“Los autores (sobre todo los más jóvenes) no conocen su tradición. Es indispensable rescatar los espacios de lectura. Y ahora, en estos tiempos cuando el derrumbe es enorme, hay que volver a lo más necesario: leer.

Recordar que la cultura es un derecho humano. Y si bien aplaudimos y nos alegramos con los autores que están fuera, también es necesario hablar de la experiencia desde adentro. Esto nos cuesta. Despedirnos de tantos afectos y también presenciar el derrumbamiento nos causa dolor. Eso hay que contarlo”.

Hernández cerró su diálogo con el novelista leyendo una estrofa del poema “Tierra de gracia”, del poemario Cartas de renuncia, del poeta venezolano Arturo Gutiérrez Plaza.

Todos -los de adentro y los de afuera-

nos asomamos por ventanales

conjeturando la lengua y la tierra natal;

aquella que alguna vez

creímos en gracia.

Oscar Todtmann celebró la poesía de Alfredo Chacón

Oscar Todtmann quiso dedicar su espacio en la feria a celebrar los versos del poeta Alfredo Chacón (San Fernando de Apure, 1937).  

Luna Benítez, responsable de esta editorial, quiso que algunos de los mejores amigos del poeta se reunieran en torno a él para participar de este homenaje y, entre todos, recitaran sus poemas.

Agradeció el apoyo de la vicepresidenta de Comunicaciones y RSE de Banesco, Rosamaria Atencio; quien también estaba en la sala y también leyó un poema.

Explicó Benítez que la publicación del libro de poesía reunida de Rafael Castillo Zapata se logró gracias al apoyo de esta empresa y que así ocurrirá con la obra de Chacón; que ahora es imposible encontrar en anaquel alguno de cualquier librería de Caracas.

Todos los poemarios de Chacón: Saloma (1961), Materia Bruta (1969), Principio Continuo (1982), Actos personales (1986), Acta del presagio (1986), Decir como es deseado (1990), Entre centros y afueras (1991), Palabras asaltantes (1992), Obra elegida (1997), Por decir así (2003), Y todo lo demás (2004), y Sin mover los labios (2015); serán reunidos en un solo volumen que saldrá al público al final de este año, anunció la editora.

Fue un encuentro amoroso. Como si cada uno de sus amigos allí presentes, Kira Kariakin, Rafael Castillo Zapata, Samuel González Seijas, Violeta Rojo, y Graciela Yáñez Vicentini, entre otros; hubieran decidido que no pasaría un minuto más sin profesar el amor y la admiración que sienten por el también ensayista.

Atencio recordó cuando “era pequeñita” y Chacón visitó la ciudad de Maracaibo. Dijo que él siempre fue muy espléndido para compartir sus conocimientos frente a quien lo abordara o necesitara.

Promotores del encuentro «Jardín, Ciudad, Palabra» junto a Rosamaria Atencio, el poeta Alfredo Chacón, y las editoras Luna Benítez y Kira Kariakin, de la editorial Oscar Todtmann

Yáñez Vicentini agradeció la solidaridad del poeta cuando a ambos les correspondió ir a un programa radial, para promocionar sus respectivas obras recién publicadas por esta casa editorial; y Chacón sólo habló del poemario de la autora.

“Durante todo el programa lo que hizo Alfredo fue hablar de mí, de mi libro, y ese gesto define lo que hace. Jamás se me olvidó y jamás tendré palabras suficientes para agradecérselo”, contó la poeta; para luego recitar el poema “Cada escalón”, del poemario “Sin mover los labios”.

Subes y bajas
dentro de ti
y de cada acontecimiento
Trepas y resbalas
fuera de ti
con cada acontecimiento
Cada escalón
pide algo distinto a un esfuerzo
pero no te das cuenta
Crees que lo que quieres
se llama salvación
(aunque no sabes de qué)
Prefieres que sea el esfuerzo
quien te salve.

El profesor universitario y también poeta Rafael Castillo Zapata leyó “Palabras”, por considerarlo una especie de “poética” de Chacón.

Palabra junto a palabras

o palabra entre palabras

las palabras no se encadenan

ni encadenan

Las palabras se abren

para darnos paso.

“Se trata de una poesía reflexiva, metapoética, que siempre está pensando el poema, de modo explícito o no”, añadió Castillo Zapata; para luego darle la oportunidad a los otros poetas presentes que recitaran a Chacón.

¿Por qué es tan necesaria la feria?

Xariell Sarabia, uno de sus promotores, explicó que de la misma manera que un país necesita un museo de arte para mostrar sus obras, una orquesta, o un fondo editorial; también necesita tener ferias de libros. Todos los países lo tienen.

“Se trata de un mandato de la cultura universal. Aquí se muestran las novedades editoriales. Así el público logra enterarse de cómo va el mundo editorial. En el país, donde ya no hay editoriales extranjeras, algunos distribuidores se han puesto en contacto con ellas para tener sus novedades aquí. Eso es valioso. Es un primer paso”, añadió.

Muchos de los asistentes de “Jardín, Ciudad, Palabra” llegaban al edificio sede del encuentro gracias al transporte gratuito que brindó LaWaWa.

Otros caminaron desde la entrada del Jardín Botánico, ubicada en Plaza Venezuela.

La feria del libro logró milagros. Parecía que allí todos estaban contentos, como en una gran celebración. La cita permitió coincidir con personas a quienes no habías visto en décadas.

Se sentía una emoción muy grande cuando de pronto te cruzabas con antiguos jefes o excompañeros de trabajo; o abrazabas a quienes sólo conocías a través de las redes sociales u otros medios digitales.

Erick Lezama es editor, periodista y narrador. En algún momento, durante la pandemia, conversamos por algún encargo laboral sin conocernos personalmente.

Los periodistas Florantonia Singer y Erick Lezama coincidieron como panelistas en un foro que disertó sobre Caracas

Nos saludamos como si fuéramos los mejores amigos. Con mucha alegría. Y ese era el tono de “Jardín, Ciudad, Palabra”. Como si quienes estaban allí tenían tiempo con ganas de conversar sobre sus respectivas vidas. Sobre lo que significa seguir en Venezuela.

Lezama participó en un foro donde también estaba la periodista Florantonia Singer.

“Estoy acá para hablar de Caracas 455, memoria de una ciudad perdida. Es un libro que fue pensado como regalo para la ciudad. Es un proyecto ideado por Mirelis Morales Tovar y Mariana Cadenas. Mujeres, periodistas, migrantes, que desde afuera han seguido pensando la ciudad.

A partir de ahí, se les ocurrió convocar a 28 periodistas y 15 ilustradores para crear un diálogo intergeneracional en torno a la memoria de la ciudad.

Para mí leer este libro ha sido un enorme descubrimiento porque muchos de esos sitios que aquí se reseñan, ya no existen. Hay gente que lo ha leído desde la nostalgia y otros desde la risa. Yo escribí sobre El Maní es Así y sobre el Paseo de la Fama, Amador Bendayán.

Otros lo hicieron sobre El Budare de La Castellana, El Gordon Blue, El Cubanito, El Naturista, entre otros.

La idea es generar un diálogo entre la ciudad que tenemos hoy y la que fue”, explicó Lezama, visiblemente emocionado.

Cuenta que nació y vivió en Caricuao, al suroeste de la ciudad, y que por muchos años no salió de allí.

Desconocía otros sectores más allá de esa zona: “Venía muy poco para la ciudad. Vivía, prácticamente, en una ciudad satélite”; añadió.

Los niños también disfrutaron

Daniela Decena es cuentacuentos infantiles desde hace 15 años. En “Jardín, Ciudad, Palabra” se dedicó a leerle a los más pequeños.

En un espacio acondicionado para ellos, leyó el cuento de Rafael Arráiz Lucca “El árbol y los pájaros”.

Estaba contenta, pues pudo compartir con la editora del libro y con su propio autor, quienes fueron este sábado 24 de junio a la feria.

Daniela Decena le leyó a los niños el cuento del escritor venezolano Rafael Arráiz Lucca, “El árbol y los pájaros”

“¡Me dedicó el libro! Fue una experiencia muy grata. Los niños estaban muy conectados, a pesar de ser un texto poético. Tal vez no era tan fácil, pero le dimos la vuelta y lo logramos. Contamos desde la visión del niño. Les explicamos que el autor de ese libro que le estábamos leyendo, en algún momento fue niño”, reveló.

Agradeció que la feria propiciara esta reunión entre el público y gente “muy querida”, como la editorial Ekaré, con quienes se formó; así como también con la editorial Primario, quienes comenzaron a trabajar en plena pandemia.

“Tienen una propuesta muy linda y ese esfuerzo te hace ver que en este país hay futuro”, añadió.

La historia de Venezuela, otra gran protagonista

Con tres libros publicados, la ganadora de la cuarta bienal del Premio de Historia Rafael María Baralt, Lorena Puerta, también acudió a la cita.

Se acercó al stand de ABediciones, la editorial de la UCAB, donde preguntó por su propio libro, 250 años de Alexander von Humboldt: el nacimiento del Cosmos; el cual coordinó junto al también historiador Tomás Straka.

“Me parece genial esta iniciativa del Jardín Botánico. Como autora esto es increíble porque tú vienes acompañada de tu familia y son ellos los que a diario te soportan que les hables del tema. Es bonito que te digan: `Mira, ahí está el libro, ahí estás tú´.

Puerta, doctora en Ciencias Sociales de la UCV y profesora en esta misma casa de estudios, comentó que muchas veces su trabajo como investigadora se dificulta, debido a que los centros de investigación están cerrados.

A las historiadoras Inés Quintero y Lorena Puerta las une la pasión de investigar el pasado de Venezuela. Ambas ofrecen una perspectiva amena

Aseguró que a veces ni siquiera están disponibles los textos, pero que una de las fortalezas de trabajar aquí y de insistir, es que de tanto acudir a los centros de estudio a buscar la información los trabajadores te terminan apoyando.

El carácter del venezolano, amable y solícito, a quienes llamó “angelitos”.

“Yo quiero seguir contando la historia de mi país. Quiero aportar nuevas miradas para su interpretación. Para hacerlo se necesita pasión en el campo de la historia y ser muy disciplinado. ¿Qué cómo hago para no sucumbir y tirar la toalla? Soy de las que creo que el tiempo es ahora. Este presente. No hay otro”, sentenció.

Inés Quintero, individuo de número de la Academia Nacional de la Historia, aplaudió, de igual modo, la iniciativa.

Celebró que se recuperaran espacios de encuentro para disfrutar, conversar y, sobre todo, para apropiarnos de nuestra historia.

“¿Y eso se puede lograr?”, le pregunto. Y ella responde con un enfático: “¡Claro que sí! Primero por la empatía que se vive en estos ambientes y segundo, porque los libros son la memoria de la sociedad.

Cuando uno está entre libros está hurgando, conociendo, y reflexionando sobre su sociedad. Y eso es lo que necesitamos los venezolanos: pensar”.

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