En el escenario global actual, Japón, la quinta economía más grande del mundo, está experimentando significativas turbulencias económicas, destacadas por la devaluación del yen y cambios en su política monetaria. Desde marzo de 2024, el Banco de Japón ha puesto fin a su política de tasas de interés negativas, intentando mitigar la estanflación económica que azota al país.
Este cambio, aunque inicialmente visto con optimismo, enfrenta hoy desafíos tanto domésticos como internacionales que podrían obstaculizar su efectividad.
A nivel doméstico, el incremento a una tasa de interés del 0,1% no ha modificado significativamente los hábitos de inversión en Japón, debido a la arraigada cultura de ahorro del país.
Además, el alza reciente en los salarios del 5,28% —la mayor en 33 años— no ha logrado compensar el aumento en los costos de vida, lo que podría reprimir el consumo y la inversión. Esto se ve agravado por el hecho de que las pequeñas y medianas empresas, que constituyen el 70% del empleo en Japón, no se benefician igualmente de estos incrementos salariales.
Internacionalmente, la economía de China, el mayor socio comercial de Japón, también está declinando, lo que representa un riesgo adicional para Japón.
A su vez, la depreciación del yen ha continuado a lo largo del año, debido a un incremento en los costos de energía y a la brecha creciente en las tasas de interés con Estados Unidos. Esto ha llevado a intervenciones gubernamentales en el mercado de divisas, aunque con efectos solo temporales.
Estados Unidos no se queda atrás
En cuanto a Estados Unidos, la situación económica también presenta desafíos. El yen débil ha hecho que las exportaciones japonesas sean más baratas en teoría, pero la realidad es diferente debido a que muchas empresas japonesas ya manufacturan productos en Estados Unidos, lo que les permite mantener altos los precios.
Además, un yen más débil podría desincentivar a las empresas japonesas de invertir en Estados Unidos, afectando potencialmente la creación de empleo y la expansión económica en ciertas regiones.
Finalmente, la situación de ambos países muestra cómo incluso las economías más grandes pueden enfrentar periodos de inestabilidad y desafíos que afectan tanto a nivel local como global.
Japón, en particular, está en un momento crítico donde las decisiones de política económica y las reacciones del mercado podrían determinar la trayectoria de su economía en los próximos años. Mientras tanto, Estados Unidos debe navegar las repercusiones de estas dinámicas globales, equilibrando sus propias políticas económicas con las realidades de sus socios comerciales.
Venezuela…
Las dificultades económicas que enfrentan gigantes como Japón y Estados Unidos ofrecen una importante lección de resiliencia y perspectiva global. A menudo, la situación en países con desafíos económicos crónicos, como Venezuela, se percibe como única o desproporcionadamente grave.
Sin embargo, los recientes problemas en algunas de las economías más grandes del mundo demuestran que ninguna nación es inmune a las turbulencias económicas.
Este panorama global nos recuerda que los problemas económicos son desafíos universales que no respetan fronteras ni tamaños de economías. En lugar de ver estas situaciones únicamente como crisis, pueden ser oportunidades para aprender y adaptarse.
Las medidas que toman países como Japón para manejar la depreciación del yen y las intervenciones de política económica ofrecen ejemplos de cómo se pueden enfrentar problemas similares en otros lugares, incluyendo nuestra amada Venezuela, donde todavía hay muchas cosas por hacer.