A los 104 años falleció Olivia de Havilland y con ella también se entierra a la última sobreviviente de una época dorada del cine en Hollywood. La actriz protagonizó junto a Vivien Leigh Lo que el viento se llevó en 1939. Su personaje de Melanie Hamilton, la verdadera protagonista de la historia, fue un buen augurio sobre lo que sería su existencia: larga, discreta y llena de buenas actitudes para vivir.
A diferencia de Vivien Leigh, Olivia de Havilland, supo elegir sus roles, ordenar su carrera fílmica, pero también su vida. No sufrió de depresión aguda, no usó drogas o mantuvo relaciones tóxicas. Por el contrario, en el 2016 afirmó en una entrevista a Vanity Fair que su longevidad se debía a una combinación mágica: amor, luz y risas.
Una frase que aunque algunos puedan tildar de cursi le brindó buenos resultados. Gozó de buena salud y una vida llena de armonía hasta el último instante. Ese mismo año, 2016, expresó en aquella entrevista su deseo de vivir 110 años. Estuvo bastante cerca de cumplir esa aspiración.
A pesar de su buena actitud su existencia no estuvo exenta de tragedias. La muerte de su hijo, a los 41 años, al principio de los noventa representó una pérdida que logró desequilibrar su existencia durante una temporada.
No obstante, de carácter fuerte, supo sortear los inconvenientes del destino de la mejor forma, incluso sus rivalidades e insatistafacciones dentro y fuera de la pantalla.
Tuvo como hermana a otra actriz célebre, Joan Fontaine (protagonista de Rebeca, 1940, Sospecha, 1941, ambas de Alfred Hitchcock) con quién la unía, además del lazo filial, una rivalidad que duró toda la vida. Según sus biógrafos no se hablaron por más de treinta años y aunque compartían una carrera exitosa y el amor por la interpretación jamás pudieron tener una relación armoniosa.
La también protagonista de La heredera (1949) supo sacarle partido al rol más importante de su carrera, el de la amorosa Melanie en la vieja película donde también compartió créditos con Clark Gable. Todos estos años la nostalgia por una época que ha sido idealizada (como suele suceder con el pasado) le sirvió para disfrutar de su posición como la última sobreviviente de un tiempo que, para bien o para mal, no volverá jamás.
Olivia de Havilland residía en Francia desde los años cincuenta y actuó en Hollywood hasta la década del setenta.
Luisa Ugueto Liendo
@luisauguetol