Pacientes renales temen morir por falta de tratamiento

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Este 1º de junio, se cumplirán dos años desde que se suspendió el programa de trasplantes de órganos en Venezuela. Cuatro pacientes renales le cuentan a HispanoPost su situación actual ante los problemas del sector de salud venezolano.

La falta de importación de inmunosupresores, fármacos necesarios para prevenir el rechazo del organismo a los trasplantes, por parte de los grandes laboratorios mundiales agudiza la suspensión del programa.

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El director de Amigos Trasplantados de Venezuela, Reymer Villamizar, explica que los inmunosupresores actualmente llegan al país a través de convenios hechos con la India, pero en menor cantidad y con Caracas como único destino.

Como consecuencia de ello, el jueves falleció en San Cristóbal, estado Táchira, Jean Paul Valdés Zapata, de 41 años de edad, al presentar rechazo renal agudo por falta de inmunosupresores luego de 16 años de haber sido trasplantado.

Villamizar tiene 50 años de edad y hace 18 fue trasplantado con el riñón de un cadáver. Confiesa que tiene miedo ante la posibilidad de tener que recurrir a la diálisis. “Y Dios no quiera, pero hasta puedo fallecer”, dice.

“Voy a cumplir ocho meses sin recibir uno de los inmunosupresores y si no se cuenta con inmunosupresores empiezan las complicaciones y esto deriva en volver a entrar en una unidad de diálisis”, señala.

En 2017 había 15.000 personas en diálisis en Venezuela y ahora son 10.000 pacientes. Villamizar explica que el problema de que una persona rechace el trasplante es que son menos las unidades de diálisis operativas para tratarse. Hace tres años había 300 y hoy hay 129 unidades.

Sin embargo, ante su labor busca fortaleza para que quienes atraviesan la dificultad de enfrentar el tratamiento consigan apoyo. “Se trata de salvar vidas”, recalca.

Cinco años en diálisis y contando

Anahis Alvarado nació en Caracas, tiene 32 años edad y es docente, aunque en la actualidad no ejerce. Desde muy pequeña ha sido sometida a intervenciones en el sistema urinario y al tiempo presentó infecciones. A los 17 años fue diagnosticada con una enfermedad renal.

A los 27 años de edad, según expresa, “con mala praxis” le extrajeron un riñón que aún tenía función renal. Desde entonces requiere terapia de hemodiálisis. Tiene cinco años en terapia.

Alvarado compara la situación actual con la de hace media década: “Son muchas las fallas que presentan los centros de salud, desde problemas con las maquinas, la falta de insumos y de personal médico debido al mal pago”.

“No llegan los insumos o los que llegan son muy pocos y el paciente debe comprar todo el material como guantes, gasas, solución 0.9, jeringas, adhesivos. Todo lo necesario para poder recibir el tratamiento. Y comprarlos todo el tiempo es una renta, este gasto sumado a la adecuada alimentación que debemos tener se nos hace cuesta arriba cumplirlo a cabalidad”, asegura.

Hace meses presentó rechazo

Onasis Muñoz es enfermero de profesión y fue trasplantado el tres de abril de 2014, tiene 27 años  y vive en Bejuma, estado Carabobo. Hace meses presentó rechazo y recobró función renal.

Describe como deficiente la atención para los pacientes renales en Carabobo debido a que “son pocos los medicamentos e insumos que llegan a las clínicas de diálisis y el seguro social lleva materiales incompletos”.

Para obtener sus medicamentos viaja a Caracas, específicamente a Los Ruices.  “A pesar de que es la capital pocos son los medicamentos que llegan”, afirma. Otros pacientes lo ayudan a conseguirlas debido a que son de suma importancia para el funcionamiento del órgano trasplantado.

Cruzar la frontera para comprar medicinas

Jesús Mendoza vive en Táchira y a sus 47 años cruza la frontera colombo-venezolana una vez al mes, desde hace dos años, para comprar su tratamiento. Detalla que en más de una ocasión ha vendido sus prendas de oro para obtener dinero y poder costearlo.

Dice que en San Cristóbal hay 48 trasplantados y en cuando los insumos llegan a las farmacias cubren a menos de la mitad de la demanda por lo que es rutinario que los pacientes lleven sus insumos. “Es como si quisieran que los que vivimos en ciudades satélites, muriéramos”, sostiene.

Mendoza conoció a Jean Paul Valdés, quien falleció el pasado jueves. Ante ello, confiesa que “da miedo llegar a ese extremo”.

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