Pandemia antidemocrática

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Al mundo le está atacando desde hace meses una pandemia provocada por el COVID-19 que está dejando cientos de miles de muertos, caos sanitario en muchos países y el confinamiento de los ciudadanos, llevando a paralizar la economía mundial.

Muchos países han tomado medidas drásticas para someter a los ciudadanos a quedarse en sus casas, medidas que van desde multas hasta la pérdida de libertades. Pero hay hechos que han dejado mucha preocupación para quienes defienden las libertades y derechos humanos en el mundo. Han saltado las alarmas democráticas en todos los continentes, pero en especial mención en occidente donde han ocurrido ataques a la libertad de expresión, separación de poderes y respeto a los derechos humanos, sin importar la corriente ideológica.

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En el bastión más importante de las democracias como lo representa Europa, se han visto dos casos especialmente preocupantes. En Hungría la mayoría parlamentaria del partido conservador que gobierna bajo la presidencia del ultranacionalista, Viktor Orbán decidió otorgarle poderes extraordinarios para gobernar el país por decreto y por tiempo indefinido mientras dure la pandemia, teniendo el poder de suspender leyes y bloquear la divulgación de informaciones que “puedan obstaculizar o imposibilitar la defensa” frente a la pandemia, colocando multas que puedan llegar a la pena de cárcel hasta por cinco años a los infractores. Son decisiones que parecen afianzar el autoritarismo que viene ejerciendo desde hace meses cuando comenzó a debilitar los mecanismos de control interno, usar al congreso en contra del Tribunal Constitucional o atacar a la prensa, que además corre graves riesgos al imponer medidas de cárcel contra quien divulgue información falsa en torno al Coronavirus.

Mientras tanto en España el gobierno que preside Pedro Sánchez ha intentado atacar los bulos o noticias falsas y para ello buscó la validación de la población mediante la pregunta en una encuesta donde la mayoría afirmaba la necesidad de “prohibir la difusión de bulos e informaciones engañosas… por redes y medios de comunicación”, que le precedió una rueda de prensa donde el Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil admitió que persiguen los bulos para minimizar el clima contrario al Gobierno durante la crisis, mostrando una cara claramente antidemocrática.

¡Estamos en Guerra! Exclamaron Macrón y Merkel y varios presidentes del globo, situación que propone una lucha sin cuartel contra un enemigo común para todos los ciudadanos sin importar distinción alguna. Esta premisa busca aglutinar a todos los ciudadanos en una lucha común que no permite resquicio alguno al disenso y oposición, puesto que muchos presidentes ven esta oportunidad para silenciar a la oposición con el aval que genera el aglutinamiento de lucha común presentando un enemigo que no distingue, en un discurso belicista que no acepta “traidores a la causa”.

A mi parecer, no estamos en guerra contra ningún enemigo común, la historia demuestra grandes diferencias entre la guerra y lo que estamos viviendo. Por el contrario, esto es una enfermedad que ha desatado nuestros peores miedos y angustias, una enfermedad que ha desnudado los sistemas de salud del mundo, una enfermedad que ha demostrado una falta de sentido común global y que ha superado todos los manuales de crisis escritos y practicados.

En días recientes el escritor Yuval Noah Harari, autor de Sapiens, denunció en redes sociales el paso autoritario de Benjaminn Netanyahu quien a pesar de haber perdido las elecciones en el mes de marzo, “… ha cerrado el parlamento israelí, ha ordenado a la gente que se quede en sus casas y está promulgando los decretos que le parecen bien. A esto se le llama dictadura”, a lo que Yair Netanyahu, hijo del presidente acusó de “antisionista”. La actitud autoritaria de Netanyahu aparece desde pasadas protestas donde los cuerpos de seguridad actuaron con excesiva represión, según denunciaron sus opositores. El Coronavirus le cayó como anillo al dedo para seguir su paso hacia el debilitamiento de los contrapesos democráticos.

En Latinoamérica hemos visto como gobernantes se han valido de esta situación para aprovechar el momento de popularidad y atacar los derechos de los presos en El Salvador cuando el presidente Bukele decidió tomar acciones en contra de los maras para disminuir los delitos que se organizan desde las cárceles, encontrando voces críticas en José Miguel Vivanco de Human Right Watch quién dijo: “Bukele entiende que por su popularidad es invencible y El Salvador va camino de convertirse en otra dictadura latinoamericana”. Lo cierto es que las decisiones bajo el Estado de Derecho y el imperio de la ley, no se toman según informes de inteligencia sino sobre procesos penales producto de investigaciones previas. Lo contrario solo ocurre en dictaduras, donde se toman decisiones arbitrarias sin contrapesos que los detengan, y es justamente lo que se observa en El Salvador.

Es común escuchar que Occidente debe volcar sus políticas de control social y derogar leyes de protección de datos con el fin de controlar mejor a nuestras sociedades, invocando como ejemplo las medidas de control que usan en países orientales bajo dictaduras como China, donde han usado todas las herramientas tecnológicas para atacar la enfermedad con el costo de disminuir las ya mermadas libertades de sus ciudadanos, afirmaciones que debilitan la institucionalidad democrática con el pretexto de la pandemia y muchas veces con el beneplácito de los ciudadanos, que ven en el COVID-19 un enemigo al que atacar sin oposición y a pesar de la posibilidad de perder los derechos humanos que tanto trabajo han costado a la humanidad.

Vemos como muchos analistas, medios de comunicación y tertulias por redes sociales han centrado la discusión en mejores métodos para comunicar en tiempos de crisis, un supuesto cambio total de nuestra sociedad o el final del trabajo presencial, pero pocas discusiones se centran en la defensa del estado de derecho y la democracia en occidente.

Quedan pocos días para que muchos países empiecen las medidas de desescalada al confinamiento, tiempo en el que se reactivarán las economías y posiblemente entremos en nuevas crisis producto de problemas sociales y económicos graves que golpearán duramente a muchos pueblos. Puede ser que la democracia siga en peligro en los tiempos venideros, esta es una situación para la que el mundo no estaba preparado y al parecer la democracia como institución tampoco.

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