La abstención electoral gravita en la no participación de aquellos que tienen el derecho a votar. Las motivaciones de la abstención son complejas y se articulan en situaciones concretas en un momento histórico. Incluso pueden ocultar una diversidad de razones lógicas existenciales. La abstención se enmarca dentro del fenómeno más amplio de la apatía participativa.
Ante la decadencia de voto chavista, el ajedrez político / electoral revolucionario se mueve bajo una narrativa que se desliza en una búsqueda constante de un constructo que apunte hacia una abstención inducida. Es un axioma, Maduro está claro que el único fin que tendría cualquier escenario es su salida del poder. En este caso viciará las reglas en un proceso que lleve a una elección presidencial limpia competitiva.
Son evidentes las estrategias del oficialismo. Se inscriben mirando una elección presidencial 2023 conectada a una campaña de la continuidad divides y vencerás. Además, apuntalado en el descrédito de supuestos planes desestabilizadores y conspirativos por parte de los principales líderes y partidos de oposición.
No obstante, la estrategia de la oposición conociendo la decadencia del capital político / electoral revolucionario, con una mayoría en la intención de voto; se pudiese mover en su trazado hacia una dimensión pacífica, electoral, democrática y constitucional.
Según indicadores económicos y sociales, están dadas todas las condiciones socio históricas para convertir las elecciones presidenciales en un escenario constitucional para el inicio de la transición del poder político nacional con el suficiente apoyo de los ciudadanos, agotados por las profundas complejidades de las crisis que lo golpea sin piedad su día a día.
Ahora bien, es significativo para el análisis de la comprensión lógica: Nicolás Maduro en una concentración masiva de militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela le preguntó al gobernador de Miranda, Héctor Rodríguez, cuándo se celebrarían las elecciones presidenciales, “si en 2024 o antes”, es decir en 2023.
“¿Cuándo es que hay elecciones?”, preguntó a sus simpatizantes. “Héctor Rodríguez es travieso, me pregunta cuándo, si en 2024 o antes”, dijo, acompañado de dirigentes del partido, entre ellos el segundo hombre fuerte del chavismo, Diosdado Cabello.
La oposición venezolana da por hecho que las presidenciales serán dentro de dos años y se alista, en cambio, para unas primarias el próximo año 2023.
Indudablemente, en la oposición existe un sentimiento de desconfianza, rechazo e interpelaciones radicales hacia algunos de sus líderes políticos nacionales, por sus contradicciones e intentos fallidos para desplazar del poder al proyecto del Socialismo del Siglo XXI. Estas manifestaciones son vinculantes con los discursos y posturas que muchos han tomado ante varios temas entre ellos el diálogo, negociación o la salida de Maduro.
Con toda una razón lógica, mucha gente ubicada en los bloques oposición y NINI aun dicen que no quieren ni saldrán a votar, porque siempre se impone la ecuación perder / perder y algunos de sus líderes terminan acariciando la traición a la bandera del cambio.
Todo apuntalado en una verdad verdadera que el árbitro electoral, según su directiva, es un agregado de la revolución. La mayoría de la gente percibe que el CNE decide quién gana y quién pierde, una realidad que deriva en un porcentaje revelador de abstencionistas.
Para la consultora Hercon Consultores, existen dos escenarios bien claros para las elecciones presidenciales: en el primero, el CNE debe darle garantía a los electores dentro y fuera del país para que se motiven a votar en avalancha. Esta decisión dependerá de las estrategias y tácticas psico emotivas que aplique el comando de campaña opositor.
Un segundo escenario sería el deseado por Maduro: inducida desmotivación y división en conexión con la intolerancia y visión en la oposición. Contexto que conectaría con la alta abstención, entendiendo que las fisuras y los ataques dentro de la oposición son excusas válidas para no ir a votar.
Pero, el día de la elección, el oficialismo seguramente activará su maquinaria y sus influencias con los recursos del Estado, como siempre, y ganaría en minoría, en unos cuestionados comicios electorales con participación manipulada en los porcentajes de participación.
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