Estamos asustados, advirtió la esteticista venezolana de 37 años de edad, Georgehasdy Zaez Planchart, conocida como York, quien llegó al sur de Tenerife el pasado 2 de febrero en condición de turista a visitar a su hijo y unos amigos en la isla. Nos sentimos secuestrados, es inhumano e histórico lo que estamos viviendo, dijo.
Pero ellos no son los únicos venezolanos que se quedaron atrapados en otras latitudes por causa de la pandemia. Luciano Del Gaudio, venezolano de 42 años de edad y quien es comerciante de repuestos automotrices y propietario de una finca, también viajó a España por turismo y para resolver algunos asuntos personales. Hoy depende de la caridad de las ONG y algunos pocos amigos.
Luciano y York son tan solo dos historias de venezolanas, de las casi 700, que se cuentan día y noche. Hombres y mujeres que piden a las autoridades de España y de Venezuela ayuda para regresar a su país. No hemos recibido ningún tipo de ayuda y el consulado no da respuestas concretas. Nosotros que estamos en una isla nos preocupa más que nadie nos oiga, dijo York.
La realidad de nosotros es muy variada. En general, precarias por el tiempo transcurrido y presupuesto destinado, dijo Luciano. Hemos ido a todas las instancias. Consulado y Embajada de Venezuela. Cartas y presencia en Ministerio de Asuntos Exteriores y Congreso Español, Acnur, Amnistía Internacional, Unión Europea y Embajada del presidente interino (Juan Guaidó).
Ambas historias se cruzan, y al final coinciden en que se sienten secuestrados en España ante la imposibilidad de regresar a Venezuela. Nos sentimos secuestrados, no somos políticos sino simplemente turistas, sentenció York.
Realidad en pandemia
Firmar el acta de notoriedad para la nacionalidad española y la salud de su madre fueron los principales motivos que llevaron a Luciano a España y lo que provocó que, eventualmente, formara parte del grupo de venezolanos varados en Madrid. Con pasaje en mano para volver a Venezuela, el comerciante y su madre, de 74 años de edad y con complicaciones de salud, viven en una habitación alquilada, pero ya se quedaron sin fondos.
Desde el viejo continente explicó que a pesar de que la mayoría de los varados tienen boleto de regreso, la respuesta no ha sido positiva. La respuesta es la misma en todos los casos: solo el gobierno venezolano puede resolver y tiene la última palabra, contó.
A la pregunta de si posee pasaje de vuelta a Venezuela, York respondió que sí y que está fechado para el 26 de julio. Sin embargo, es poco probable que pueda hacer el viaje. Compartió por chat la captura del comunicado emitido por el Instituto Nacional de Aeronáutica Civil, en el que se señala que el Estado venezolano restringió las operaciones aéreas hasta el futuro 12 de agosto.
Lo que parece que nos vuelven a cancelar por cuarta vez, señaló. A esta preocupación se le suma una más y es que a cambio de cumplir con algunas tareas del hogar, como limpiar o cuidar a los niños de la casa, unos amigos le han ofrecido casa y comida, pero sin paga.
Con eso me ayudan a subsistir, pero no me pagan solo por el hecho de estar ayudando en el hogar. Me incomoda un montón que no me paguen por el hecho de no tener papeles; lo peor es que a York le queda poco tiempo donde se está quedando, como está la situación por el COVID me dicen que hasta final de mes me pueden ayudar más no.
Nos sentimos secuestrados
Al preguntarle sobre sus razones para regresar a Venezuela, Luciano respondió que se trata de un requisito: Solo tengo visa de turista, debo volver y recibir el pasaporte dos años después en el lugar de solicitud. Recién agotamos nuestros recursos y vamos a pasar a un refugio, como muchos otros varados.
La esteticista aseguró que en las islas Canarias hay al menos 100 venezolanos que se encuentran en la misma situación que ella, con pasaje en mano y sin la posibilidad de abordar el avión que los devuelva a sus hogares, ya que las disposiciones de Nicolás Maduro, que hasta la fecha solo ha autorizado vuelos diplomáticos y humanitarios, se los impide.
Las condiciones son vulnerables. No tenemos sustento para mantenernos, ya que es sumamente costoso. La mayoría no somos residentes ni tenemos papeles ni un sitio seguro dónde quedarnos, estamos a la deriva. Muchos en casas ajenas y otros en refugios. Estamos sumamente nerviosos, preocupados, ansiosos, comentó. Esa es parte de la realidad que vive la mujer junto a sus compañeros.
Añadió que entre los varados también hay personas delicadas de salud con diversas patologías, niños pequeños atravesando por esta situación tan dura, madres como yo, angustiadas, sin saber qué pueda pasar con nuestros hijos menores que fueron abandonados, gracias a que no nos permiten la entrada, dijo. También algunos han sido víctimas de expropiaciones por no estar en Venezuela.
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