El llamado skyline que puede apreciarse en la urbanización Las Mercedes desde la autopista Francisco Fajardo -bautizada por el presidente Nicolás Maduro como Cacique Guaicaipuro- comenzó a cambiar en los últimos cuatro años, debido a la construcción de nuevos edificios para oficinas, que no solo han generado críticas por el caos urbanístico que se agrava en esa zona de la capital, sino también porque se pone en duda que pueda lograrse su ocupación, señala el semanario Exclusivas Económicas.
“Lo que ocurrió en Las Mercedes fue que se produjo un cambio en la zonificación hace 10 años y se ha dado un proceso o construcción progresiva. Hay 74 proyectos permisados de construcción en Las Mercedes”, explica Roberto Orta Martínez, presidente de la Cámara Inmobiliaria de Venezuela.
“Ante esa cantidad de construcciones no hay una demanda efectiva de nuevas empresas para ocupar esos edificios, y si se ven los que ya están listos en su mayoría no están ocupados”, agrega.
Indica que en Caracas se contabilizan alrededor de 500.000 metros cuadrados de oficinas desocupadas o disponibles, que incluyen los edificios construidos hace 20 o 30 años en el municipio Chacao y Baruta.
Por lo tanto, a una pequeña o mediana empresa le resulta más ventajoso comprar en esos espacios ya tradicionales -porque se ahorra en acabados- o sencillamente opta por los espacios de coworking que se han ido abriendo en áreas de Los Palos Grandes, Chacao, Chacaíto e, incluso, en Las Mercedes.
Esos proyectos inmobiliarios fueron concebidos bajo un escenario de recuperación económica que aún con la reactivación que se registró en 2021 y sigue en 2022 resulta insuficiente para cubrir esa demanda.
A lo anterior, se le suman los cambios que se han dado en la forma de trabajar que impulsó la pandemia del COVID-19 con el teletrabajo.
Entre los urbanistas y arquitectos, lo ocurrido en Las Mercedes no ha estado exento de críticas. Primero, por la destrucción de edificios construidos entre los años 40 y 50 que se consideraban referencias e incluso hubieran podido calificar como patrimonio.
Segundo, por las propias características de las nuevas obras que no destacan precisamente por ser ejemplo de buenos diseños. Más bien reflejan cierto derroche, además del despilfarro energético. Y, en tercer lugar, por el caos urbanístico, vehicular y de servicios que ha ocasionado.
“No se puede caer en la falacia de decir que lo ocurrido en Las Mercedes se debe solamente a lavado de dinero, sino que parte de una confluencia de situaciones como el otorgamiento de créditos bancarios bastante atractivos para el sector construcción y el hecho de que la Alcaldía de Baruta -cuando modificó la ordenanza de la urbanización- facilitó que las nuevas construcciones no tuvieran estacionamientos subterráneos, que son muy complicados por el nivel freático de la zona”, señala Pablo Molina, profesor de la Escuela de Arquitectura de la UCV.
“Con el cambio que se hizo, los edificios ahora son más altos porque se les permitió estacionamientos superficiales que tienen hasta cuatro pisos y por eso la altura que tienen. Esos son proyectos que responden a una situación económica que no existe en este momento y por eso es muy difícil que se llenen u ocupen”, acota Molina.
Las Mercedes ha sido objeto de cambios prácticamente desde que Baruta fue constituido como municipio. Sobre todo a partir de la gestión de Ivonne Attas en 1995 y luego de Henrique Capriles desde 2000.
Sin cambios, el boom inmobiliario empezó a gestarse en 2011, durante la primera gestión de Gerardo Blyde. La zonificación se revisó de nuevo en 2015 y luego en 2019 bajo la gestión de Darwin González.