Familia sobrevive con la venta de botellas de plástico en Maturín

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«Este es un trabajo como cualquier otro. Con esto que hago, aunque muchos me miren feo, puedo comer carne, pollo y hasta mejor que cualquiera que trabaja en una oficina, además de mandarle a mis hijos que están bajo el cuidado de su abuela en Caripito”, relató Yartiza García, habitante de Maturín, quien tiene como oficio, desde hace varios meses, colectar botellas plásticas para vender.

La dama, de 48 años de edad, camina junto a su esposo, Emilio Luna, desde el sector Morichal, donde viven, y recorren varias calles y avenidas del centro de Maturín con una bolsa, tipo tobita, donde resguardan los envases que consiguen en cualquier botadero de basura o tiradas en sitios públicos.

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La pareja se vio obligada a reinventarse para mantener a su familia y alimentar a sus hijos, todos menores de edad y que cursan estudios de primaria.

La jornada laboral para ellos inicia desde muy temprano, poco antes de que salga el sol. «Hay días buenos y días malos, pero con todo lo que recojo por día me alcanza para comprar un pollo pequeño y una harina de maíz», agregó García.

Explicó que en un día bueno, consigue hasta 60 botellas de refresco o licor; a ella se la compran en un bolívar, y con la sumatoria total logra conseguir hasta 60 mil bs, lo equivalente a 16 dólares.

Cuando la jornada se pone dura, explica la mujer, «porque hay muchas personas que se dedican a este oficio», solo consigue unos 10 o 12 envases, lo cual es bueno porque resuelve la ‘papa’ del día, dijo.

García detalló que este trabajo «en un país avanzado vale mucho y es algo digno. Prefiero esto que andar pidiendo o robando», comentó.

Relató que la labor «no es fácil porque implica caminar todo el día, pero lo hago por mis hijos, para mandarle plata a mi mamá para que los cuide y no les falte comida».

Recoge botellas porque se quedó sin empleo

Luna, es esposo desde hace año y medio de García, trabajaba como maestro de obra y construcción en Caripito. A él se le cerraron muchas puertas y cada día las fuentes de ingresos se agotaban.

Aunque también tiene conocimiento en carpintería y plomería, decidió tomar la recolección de botellas como un empleo para aportar lo necesario a su familia.

La pareja a veces va por la misma ruta, pero para poder conseguir más botellas plásticas deciden dividirse y encontrarse en cualquier punto de la ciudad, dirigiéndose luego al sitio donde les compran los envases.

Fuente: El Periódico de Monagas

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