Las consideraciones políticas y diplomáticas que dividen a los gobiernos de Nicolás Maduro e Iván Duque impiden un comercio formal de combustibles, lo que obstaculiza que pueda ser atendida la propuesta de la Cámara Petrolera de Venezuela con el fin de que algunos de sus afiliados puedan importar gasolina o diésel desde Colombia, señala el reporte Exclusivas Económicas.
El ministro de Petróleo venezolano, Tareck El Aissami, de acuerdo con el semanario, mantiene engavetada una carta que le envió el presidente de la CVP, Reinaldo Quintero, a finales del año pasado e igual ocurre con una petición hecha por la empresa Terpel al ministro de Energía y Minas colombiano, Diego Mesa, de exportar hacia los estados Zulia y Táchira.
En el gobierno de Duque se prefiere que se mantenga el suministro informal de combustible para garantizar la estabilidad laboral y evitar la conflictividad social por parte de los “pimpineros”, que es un oficio de casi de 40 años, el cual se vio favorecido por el contrabando de gasolina desde Venezuela debido al precio subsidiado, principalmente, en los departamentos Norte de Santander, Arauca y La Guajira, agrega el reporte.
La decisión de la administración de Maduro de cortar los suministros hacia la frontera, junto a los problemas de producción por las fallas en las refinerías, ha generado un déficit en la demanda en Zulia y Táchira que está siendo cubierto en parte por la compra informal que desde estas regiones le hacen a los “pimpineros”, señala Exclusivas Económicas.
“El contrabando ahora es al revés”, es la frase que repiten empresarios venezolanos y colombianos que hacen vida en la frontera, y son los vendedores informales los encargados de impulsar esos canales de distribución, que se realizan mediante lo que llaman “carros modificados”, es decir, vehículos que se adecúan como pequeñas gandolas para cargar combustible.
La diferencia con respecto al contrabando al revés, según el semanario, es que las empresas colombianas, tanto Ecopetrol como privadas, no pierden dinero, venden a precio que cubre sus costos, incluidas las ganancias; y los “pimpineros” compran la gasolina en estaciones de servicio a tarifas que son rentables y encima ganan dinero. En cambio, Petróleos de Venezuela (Pdvsa) llegó a perder hasta 12.000 millones de dólares al año por el precio subsidiado, que incluye el contrabando hacia Colombia.