Con música y arte visual Kevin Johansen y Liniers cautivaran al público en Venezuela tras 12 años de ausencia

Tras 12 años de ausencia en los escenarios venezolanos, la dupla de música, humor y arte gráfica, conformada por el cantautor argentino-estadounidense Kevin Johansen y el ilustrador argentino Ricardo Liniers Siri, estarán de regreso en Venezuela, los días sábado 6 y domingo 7 de abril, en el Centro Cultural de Arte Moderno en La Castellana (antiguo BOD).

Será un espectáculo único, en el cual Johansen hará un recorrido por los temas más conocidos de su discografía, tales como: En mi cabeza, Desde que te perdí, Cumbiera intelectual y Guacamole; al tiempo que, Liniers -nombre artístico- irá dibujando lo que le hace sentir cada una de estas canciones, de forma improvisada y en extraordinaria conexión con su compañero de escena y amigo desde hace tanto tiempo.

En exclusiva para HispanoPost los artistas argentinos conversaron, durante su estadía por Guatemala como parte del tour, sobre lo que traen para la fanaticada venezolana que espera ansiosa reencontrarse con ellos, en poco menos de una semana.

¿Qué emoción les genera el volver a Venezuela después de tanto tiempo?

Kevin Johansen: Bueno, con Ricardo hemos ido en un par de oportunidades, pero con mi banda tuve la oportunidad de ir al Suena Caracas, con Los De Nada. Pero los dos en dupla, que venimos girando por Latinoamérica y Estados Unidos, pues felices de poder compartir con el público venezolano nuevamente después de tanto tiempo.

Liniers: Además, tiene el detalle especial para mí que fue la primera que hicimos este show, la primera vez que lo hicimos así. Yo y Kevin solos con el escritorio, yo dibujando, fue ahí en Venezuela. Así que ahí es donde todo empezó, así que vamos, volvemos a la escena del crimen.

¿Cómo surge la idea de ir dibujando al tiempo que Kevin va cantando y qué tan difícil o qué tan fácil puede ser expresar esas ideas a través de tus dibujos?

L: Se fue dando gradualmente porque al principio yo era una persona muy tímida y Kevin me decía: Vení, hagamos un showcito, hagamos cosas. Y entonces yo estaba medio escondido con el sonidista y con el iluminador y, al final, por ahí saldaba.

KJ: Aclara que dice, era tímido. Ya no lo es (risas).

L: Kevin me fue invitando. Me dice: La fiesta está todo bien con el iluminador, pero la fiesta es en el escenario, Ricardo. Así que me fui subiendo al escenario y se me fue yendo a la timidez definitivamente. Pero también lo que descubrimos con Kevin, y la verdad es que la única manera de haberlo hecho era con alguien que ya era amigo, es que hay como una especie de confianza en el escenario. Kevin se pone a cantar una canción y me presta su juguete, su canción, lo que hizo para que yo adorne con dibujos y para que lo comente o para que juguemos.

¿Cómo surge, entonces, esa idea? O sea, ¿cómo decir, esta idea va a calar?

KJ: Fue muy orgánico porque primero surgieron las típicas interacciones con un ilustrador y un músico: ¿por qué no haces un afiche para un teatro? El Gran Rex me hizo unos pingüinos para Sur o no Sur hace 20 años y después, de a poco, por qué no haces un mural o pintás de espaldas mientras la banda toca conmigo. Ese tipo de cosas. Después fue evolucionando. Un amigo dijo, bueno, pero tengo un par de computadoras. Entonces, él trajo a bambalinas o desde el sonido dibujaba. Aparecían las cosas detrás con esto, pero él todavía no estaba arriba del escenario. Y en algún momento un amigo nuestro, Gastón Piñero, dijo: Si él hace algo que se puede ver, por qué no suben al escenario los dibujos también. Ahí empezó él con su mesa y sus petates a hacer lo suyo. Hace 15 años.

¿Qué esperan en ese reencuentro con la fanaticada venezolana?

L: Es un público cálido, así que yo espero entusiasmo. Me acuerdo esa vez que fue la primera vez que hicimos el show. Y yo estaba muy asustado porque Kevin no me decía nada. O sea que no es que Kevin me dio un guion y me dijo: Mirá, acá en esta canción hagamos esto, acá bailemos. Nunca ensayamos nada y nunca me dijo nada. Y yo cuando subí de los nervios me empecé a hacer el gracioso, a decir cosas para que la gente se reía, o un armónico que aterrorizaba a Kevin, pero la gente se reía. Y al final del show me dijo: Kevin, yo pensé acá se acabó la relación. Y me dijo: Ricardo, tengo que entender la risa como aplauso, así que me va a costar un poquitito, dame un tiempo. Como si yo le pusiera tiempo a él. Así que fue muy lindo eso. Y ahí si me das carte blanche, arrancamos.

KJ: Sí, sí, hay carte blanche. Siempre hubo carte blanche. Este salvo algunas cuestiones. Pero ahora hacemos un momento de intercambio donde él demuestra sus notes de músico. Y, bueno, tenemos ahí un momento de confusión. A mí me gusta trabajar con Liniers también porque él es un poeta, no es un humorista, o sea, él te puede hacer reír fácil, te puede hacer reír porque tiene ese don y yo también tengo el don de hacer reír y hacer un juego de palabras que te da risa, pero en realidad él tiene algo que a mí me gusta mucho, que no es unidimensional como artista, no es una sola cosa. Tiene un abanico muy amplio de posibilidades, de sensaciones que te puede despertar. Por ahí yo estoy tocando una balada súper sentida y la gente se está riendo y quizás al revés, por ahí yo estoy tocando algo más irónico y él los está haciendo llorar con algo que hace. Entonces esa mixtura, mixed emotions o esos sentimientos encontrados que despertamos es algo que nos gusta ir descubriendo.

A propósito del tipo de género que compone, para darle una explicación a las personas que lo conocen por referencia, ¿qué significa un hombre «desgenerado»?

KJ: Ser un desgenerado como dije alguna vez en España es amar todos los géneros, es amar la música, es aprender y aprehender con «h». Tomar cosas que te gustan y realmente después hacer una mezcla que sea potable, que esté buena, que se pueda conjugar por ahí una milonga con un joropo o una bachata con un tango. El tema es que todos los géneros son primos entre sí, son primos hermanos, lejanos o cercanos y después te das cuenta que como decía Paco de Lucía, ni el flamenco es puro. Los puristas en realidad se equivocan porque todo venía de mezclas de años y años, de generaciones y generaciones, hasta que alguna conjugación hace efecto, pasa algo. Así que en ese sentido yo lo disfruto y mi género en realidad es la canción.

¿Qué hacen después con esos dibujos?

L: Lo que tengo es la famosa generosidad argentina que todos ustedes en América Latina siempre dicen y la humildad argentina. Hicimos ya, no sé, mil shows, no sé cuántos shows, y en cada show hay como 20 dibujos o 30 y todos los dibujos los regalé. Nunca me quedé con ninguno ni vendí ninguno y algún día los voy a ver aparecer en Ebay y me voy a querer matar. Voy a hacer el cálculo y va a dar que regalé muchos. Pero yo siento que Kevin, como que la música sale hacia la gente y se le queda adentro, y entonces los dibujos también, que se les quede del lado adentro de su casa, alguno que tenga la suerte de agarrarlo.

¿Y cómo es ese momento de regalarlo: elige a alguien en el público o los regala, los lanza?

L: De una manera muy democrática, hacemos un avioncito con los dibujos, muchos avioncitos. Tenemos un agente profesional ahí afuera del escenario que se la pasa todo el show haciendo avioncitos y cuando llegamos al final tiramos así. El avioncito cae donde nosotros queremos que caiga.

¿Algún referente que tengan en cada una de las corrientes artísticas suyas que ustedes digan: Me gustaría compartir o me gustó compartir con alguno de esos referentes venezolanos?

KJ: He conocido a los C4 Trío y a Roberto Delgado y gente muy talentosa a lo largo de los años, pero siempre los artistas pegamos onda por ahí en una gira, por ahí en un viaje. Estamos en el mismo avión y decimos: ¿Por qué no hacemos una colaboración, algo así? Siempre está la posibilidad. Ya he hecho con José Alejandro Delgado alguna colaboración muy bonita, una que se llama «Coffee and Tea», y uno siempre está abierto a hacer colaboraciones, tanto con gente que ya hizo, como con gente nueva. Aasí que, ojalá. Hay muchísima gente talentosa.

L: En el mundo del dibujo es complicado, porque Venezuela es un país complicado. Yo me crucé y charlamos un rato largo con Rayma, me pareció una persona inteligentísima. Cuando les hacen la vida complicada a dibujantes de historietas, ya es cuando uno empieza a decir me parece que acá no va por acá, pero eso pasa en toda América Latina, Rusia, Estados Unidos, hay varios países. A los políticos les cuesta mucho el sentido del humor porque va medio en contra de su naturaleza de generar poder y el sentido del humor es el otro. El sentido del humor es el opuesto, es ceder poder.

KJ: Decía Mark Twain, el problema con el humor es que nadie lo toma en serio.

Una invitación a que la fanaticada venezolana acuda a su show ahorita en el mes de abril.

L: Yo creo que van a disfrutar mucho la música de Kevin. A mí me da un contexto para mis dibujos. Me hace mi trabajo muy fácil, la verdad. Entre nosotros que no me escuche Kevin. Pero es tan lindo lo que está pasando musicalmente alrededor mientras yo dibujo, que siento que con un gestito yo ya estoy cumplido.

KJ: Yo diría también tirándole flores al amigo que me resuelve muchísimas cosas en lo visual y también en lo emocional con el público. Como que ese complemento. Siempre digo, él hace algo que no se escucha y yo hago algo que no se ve, porque la música es invisible. Así que ese complemento espero que lo disfrute el público venezolano, puntualmente de Caracas. Y ahí estaremos.

Para finalizar la entrevista de manera muy afable y divertida los artistas confesaron que aprovecharán su visita a Venezuela para degustar de un par de arepas, en el caso de Liniers; mientras Kevin prefiere unas cachapas con queso telita. Ambos señalaron que les gustaría conocer un poco más de la gastronomía nacional en esta oportunidad.