Escrito por: Yordano Loyo
Pensamientos van, pensamientos vienen, mi día trascurre según cronograma, un itinerario estricto. Trabajo en mí, hasta ahora el cliente más exigente. Me preparo para cuando volvamos a la cotidianidad, en medio de esta nueva realidad nacional. Mi vida, aunque en pausa, ha continuado con aparente tranquilidad, lejos de las urbes y en contacto con la naturaleza, suspendido en el tiempo y espacio.
En mi particular, desconectado parcialmente del mundo. En resguardo del hoy, vivo en el futuro más de lo que debería, no desaprovecho el presente, será un ayer de satisfacción, un mañana de esperanzas; y si bien es una bendición esta aparente libertad, no dejo de sentirme ansioso. Pensamientos van, pensamientos vienen, la incertidumbre se hace presente, las dudas invaden mi mente.
Es en este preciso momento cuando comprendo que he perdido el control, es evidente que en medio de esta pausa genera, quiero estar en movimiento, hacer mucho más, recuperar la inercia de una acción suspendida. Me genera ansiedad pensar que tantas personas puedan estar en las mismas circunstancias. Por lo general es al revés, soy yo el que va contra corriente, el que tiene el control sobre lo que ocurre en mí vida.
Me genera inquietud no saber cuánto tiempo nos mantendremos detenidos, el tiempo continúa, es el único que no se detiene, no se puede pausar. Aprender a ceder ante la naturaleza de la vida es una lección en desarrollo, es un mensaje claro para la humanidad, debemos cambiar nuestra forma de vida destructiva, parece una misión imposible, pero no inalcanzable.
No soy optimista por naturaleza, soy optimista por experiencia. Estando tan lejos, rodeado de tanta serenidad, respiro profundamente, calmo mi mente, despejo mis pensamientos, observo desde la distancia. Sé que debo cambiar, generar menos expectativas, vivir más la realidad, por muy dura que parezca. Desde aquí siempre he tenido la sensación (certeza) de que la vida continuará sin importar la gravedad de los problemas.
Twitter: @YordanoLoyo