El desconcierto de las élites

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    Los resultados de las votaciones generales del 16 de junio en Guatemala dejan una secuela de hallazgos a considerar. Son detalles que puede pasar desapercibidos pero que deben ser interpretados como resultantes de una serie de eventos de la historia reciente.

    Tratar de entender los resultados como algo aislado dentro de una secuencia histórica equivale a pretender entender la causalidad de los hechos a partir de un momento específico, sin revisar procesos de evolución.

    Los historiadores emplean un sistema de análisis que llaman diacrónico, y en el cual buscan explicarse un hecho específico a partir de la incorporación de eventos que propiciaron el resultado final. Una metodología de este tipo nos debería auxiliar para comprender lo ocurrido en las elecciones generales guatemaltecas. Más importante aún: quienes son los grandes responsables de resultados inesperados, cuya proyección al futuro no dejan de ser inquietantes en contextos domésticos y regionales, pero sobre todo, geoestratégicos.

    Más allá de los resultados previstos por los estudios de opinión –una segunda ronda entre Sandra Torres y Alejandro Giammattei, – las sorpresa mayor es el crecimiento de la candidatura de una mujer, indígena y de discurso confrontativo. Con elementos étnicos e ideológicos en su primera aparición y con pocos recursos propagandísticos quedó a poco más de 3% de colarse a la segunda vuelta con Torres. Pero además activo un corredor geográfico de alto componente étnico que hasta hoy no se percibía articulado como es el caso de los departamentos de Totonicapan, Solola, Chimaltenango y Sacatepequez donde el MLP obtuvo importantes victorias.

    Esto se puede interpretar de manera muy clara: casi un 50% de los electores votaron contra la tendencia histórica del país y su decisión encierra una protesta silenciosa pero intensa. Lo de la socialdemocrata Sandra Torres es comprensible. Trabajó su campaña desde hace cuando menos 8 años y tiene el partido mejor estructurado. Pero ¿cómo se explican los otros resultados?

    Las nuevas opciones, evidencian la recomposición de fuerzas en torno a la desesperación de las masas populares. Las élites políticas y económicas generaron condiciones de desatención hacia esos grupos para atender sus propias necesidades de crecimiento y consolidación, y al hacerlo, dieron pie a una oportunidad para convertir el reclamo en voto y éste, en la amenaza de una fuerte recomposición del orden sociopolítico. A ello no olvidemos se suma una facción del activismo internacional que brinda soporte político y financiero.

    A muchos integrantes de la élite podría no importarle mucho el escenario. “es pasajero”, pueden decir. Más deben tomar nota de algo: el mismo fenómeno se ha venido dando en todo el hemisferio. Las élites deben entender que el fenómeno electoral de Guatemala trae una gestación. Como mínimo, evidencia la sólida existencia de organizaciones electorales bien articuladas en la izquierda. Adicional, la estrategia de éstos por avanzar hacia el poder por la vía legal.

    La ola parece incontenible. ¿Que o Quién la agita? Esa es la pregunta.

    Pensémoslo, hasta la próxima

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