Horacio Tovar, su esposa y sus tres niños viven en un barco, a menos de veinte metros de una parte de la costa de Venezuela. En Tanaguarena, a 43 kilómetros de Caracas, hace su vida esta familia, sumida en la miseria desde hace seis años.
Las autoridades competentes han declarado a esta precaria vivienda como de alto riesgo. En más de 80% está hecha de madera. En su interior, trapos hacen las veces de puertas y una pequeña cocina a gas representa un riesgo latente de incendio.
En múltiples oportunidades han pedido ayuda al gobierno venezolano, sin recibir respuesta. La familia ha hecho reiteradas gestiones para que se les adjudique un apartamento de la Gran Misión Vivienda Venezuela, programa social creado durante la gestión de Hugo Chávez para subsanar el importante déficit de viviendas acumulado en Venezuela durante más de 15 años.
Ninguno de los hijos de la pareja asiste a la escuela. Tovar sabe que para ellos no será fácil explicar, ante sus futuros compañeros de clase, que viven en un barco abandonado a la orilla del mar.
En mayo de 2015 la Cámara Inmobiliaria de Venezuela estimaba un déficit de más de 3 millones de viviendas.
