Desde marzo de 2020 los estudiantes venezolanos no pisan las escuelas y ven clases a distancia en la medida que las condiciones lo permiten, pero desde el sector educativo advierten que en el último año escolar las afecciones psicológicas aumentaron mientras la desesperanza en los alumnos y sus docentes también se incrementó.
“El tiempo juega en contra para la educación porque existe un estado de desesperanza en estudiantes y maestros en el proceso de aprendizaje, producto de las necesidades de la vida en Venezuela. En consecuencia, los alumnos inmersos en una situación de crisis humanitaria compleja han necesitado salir a trabajar para poder solventar las necesidades básicas y lo mismo ocurre con los educadores, quienes cada vez están más lejos de su rol docente. Al mismo tiempo el impacto socioemocional es considerable en los estudiantes y lo vemos en una muy buena proporción”, dice Carlos Cedeño, integrante de la Red de padres, madres y representantes, y director del Colegio Integral El Ávila.
Cedeño explica que al inicio de la epidemia si bien las escuelas respondieron de manera mermada, por la realidad del país, “por parte de los maestros, padres y estudiantes hubo un esfuerzo para mantenerse activos académicamente·. “Pero esa situación que provocó una emoción al comienzo, y un querer buscar una guía o conectarse a una videollamada, cada día se reduce más, por lo que podría afirmar que cada vez los alumnos aprenden menos en esta modalidad”, afirma.
Por parte de la Asamblea de Educación, su presidente Tulio Ramírez compara el año escolar 2020-2021 con el anterior y concluye en que, a pesar de que son similares, los problemas de acceso a Internet y la situación que viven los estudiantes y maestros, en especial de unidades públicas, “no ha variado significativamente y no podría decirse que hubo avances más allá de pequeños cambios en colegios privados, donde se invirtió en plataformas y formación de profesores, pero en la pública la situación está igual o peor que antes”.
Destaca que ambos años escolares también tienen otra similitud: ninguno va a expresarse en altos índices de reprobados porque la orden de los distritos educativos a las escuelas y liceos es mantener una política de cero aplazados. “De tal manera que vamos a tener una ilusión contraria a la realidad, la cual es que los estudiantes pasarán de grado sin adquirir las competencias que necesitan”, dice Ramírez.
Enfatiza que Venezuela no es el único país. “En informes del Banco Mundial, donde no hay cifras de Venezuela porque el país no las ha dado, ya se advertía que la pérdida de saberes durante la pandemia se acrecentó con respecto al año 2019 y 2018; es decir, que en América Latina durante la pandemia los estudiantes no han aprendido lo que han debido aprender”, expresa.
Mientras este escenario de falta de conocimientos arropa a la región, en el país se refleja la falta de alumnos ante la decisión de alejarse de las escuelas. “Hay un grave problema y es que muchos estudiantes se han retirado del ambiente escolar, aunque ciertamente es difícil saberlo con estadísticas porque no hay información oficial que lo refleje”, dice el presidente de la Asamblea de Educación, quien advierte que ante la magnitud de esta realidad se incrementa el trabajo informal.
Para Carlos Cedeño existe otro impacto, uno que no es tangible: las afecciones psicológicas. “No nos estamos dando cuenta que nuestros niños están sufriendo por no ir a las aulas y a medida que aumenta el tiempo este problema se profundiza. Aunque la pandemia sorprendió a las escuelas y trajo consecuencias en la educación, el impacto psicosocial y emocional en los estudiantes está siendo tan o más afectado que el académico”.
El próximo año escolar
Aunque en mayo Nicolás Maduro reiteró su aspiración por iniciar el año escolar de manera presencial, la cual ha promovido en distintas oportunidades y luego puesto en pausa, los representantes educativos aún no la consideran una posibilidad.
“Para el próximo año escolar no hay indicio de que las condiciones cambien y creo que el llamado a aulas va a ser de imposible cumplimiento porque los índices de contagio y el ritmo de vacunación no dan para cumplir la promesa. Además, al no estar los maestros vacunados dudo que vayan a querer ir a clases, sin mencionar el tema latente que es el salarial, que sigue siendo paupérrimo. Así que continuarán estas clases a distancia con los déficits”, indica Ramírez.
Para Carlos Cedeño, “nadie obtiene resultados distintos haciendo lo mismo y en este momento no se está haciendo nada adicional a lo que se implementó en marzo de 2020, así que vamos a comenzar un septiembre muy improvisado”, afirma frente a la posibilidad de abrir las escuelas, aunque destacó que para ello aún no se ha establecido un plan de trabajo para hacerlo seguro.
El presidente de la Asamblea de Educación concluye con que nada supone que el panorama vaya a cambiar para el periodo 2021-2022, sino todo lo contrario. “Las cosas se pueden ir agravando, pero las estadísticas no lo van a reflejar porque se ocultarán los verdaderos déficits que tendrán los estudiantes”, expresa.
Ramírez es enfático al afirmar que la educación venezolana “no está avanzando mucho, quizás está estancada y por la falta de datos no podemos decir que estamos en retroceso”.