La cuenca del tercer río más importante de Venezuela está en peligro

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El río Caura, uno de los más hermosos de Venezuela y el tercero más importante, sufrió en dos décadas un cambio que afectó tanto a este destino como a sus pobladores. Los habitantes de la cuenca vivían del turismo, con un muy bajo impacto ambiental y actividades que generaban una economía que funcionaba sin necesitar más recursos. Se encargaban de mostrar los diferentes parajes, crear artesanías y cocinar sus platos típicos como si se tratase de una exposición gastronómica.

La cuenca de este río, que en los años noventa era una riqueza natural a los ojos de quien lo visitara, empezó a ser destruida en el año 2000 tan pronto como el brillo de la ambición se reflejó en los ojos de quienes hallaron oro.

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La explotación inició en la parte alta y “para 2006 había indicios de minería, en 2009 las personas de la zona denunciaban la existencia de deforestación, corrupción y daños sociales”, explica el ecólogo y defensor de derechos humanos, Alejandro Álvarez. “Al año siguiente, inició el Plan Caura por parte del gobierno para despejar toda la zona de los mineros y, en un principio, hubo éxito, pero muy poco tiempo después empezó a revertirse porque la economía del oro es corrupta y el número de mineros se incrementó”, afirma.

El periodista ambiental experto en el Caura, Fritz Sánchez, señala que, aunque “no hay cifras de cuántas personas se dedican a la minería en la cuenca alta del río, se estima que son más de 4.000, y no se trata solo de la extracción de oro directamente, sino del contrabando de gasolina, alcohol, drogas, prostitución, víveres, etcétera”.

Las consecuencias de estas actividades no tardaron en salir a la luz. Un estudio realizado por la Universidad de Oriente en 2012 reveló que 92% de las mujeres de las poblaciones indígenas Ye ?Kwana y Sanema, ambas comunidades de la cuenca presentaron niveles de intoxicación superiores a los considerados seguros por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Álvarez advierte que “cada vez son más los niños con deformaciones por este metal”.

Actualmente, la contaminación del cauce ha aumentado, las actividades de los pobladores de la zona desaparecieron y “a 20 años de la evolución de la minería, el Estado la promueve como algo deseable y como la única actividad de la región”, detalla Karina Estraño, de la organización no gubernamental Todos por el Futuro.

Y mientras el país está en cuarentena por la pandemia de la COVID-19, la situación amenaza con empeorar debido a la instalación de dragas hidráulicas, también llamadas balsas mineras, para extracción de oro en la cuenca baja del río.

“En marzo empezaron a instalar las balsas y en abril surgió la resolución N°0010”, indica Álvarez. Fue publicada en la Gaceta Oficial Nº 6.526 del 8 de abril de 2020 y determina que “las áreas geográficas en las cuales la Corporación Venezolana de Minería S.A. (CVM), o la filial que esta designe, ejecute las actividades previstas en el Artículo 1° y 4° del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica que Reserva al Estado las actividades de Exploración y Explotación del Oro, y demás Minerales Estratégicos en los espacios fluviales determinados por la presente resolución, los cuales están ubicados en el área geográfica de la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional ‘Arco Minero del Orinoco”.

“En la misma se regula la extracción de oro y diamantes en un sector de los ríos Cuchivero, Caura, Aro, Caroní, Yuruarí y Cuyuní. Esta actividad se realizaría mediante dragas hidráulicas montadas sobre embarcaciones. Estos métodos de explotación producen graves daños ambientales que por las características de esta actividad no son mitigables y por su nivel de impacto pueden considerarse como a perpetuidad”, de acuerdo con el pronunciamiento conjunto de Todos por el Futuro y Clima21.

Álvarez explica que “no hay manera de mitigar el daño de las balsas, se destruye el cauce, la dinámica de los ríos, aumenta la turbidez del agua y del mercurio que haya quedado en el fondo”. “Toda la resolución N°0010 está mal, tendremos daños muy intensos a muy corto plazo”, agrega. Los problemas expuestos por el especialista son la razón por la cual las dragas hidráulicas están prohibidas por decreto desde 2012 en países como Perú.

Las ONG expresan que los habitantes del Caura necesitan apoyo. Las balsas también afectarían su alimentación, al eliminar los huevos de los peces del río, y los grupos indígenas comienzan a no encontrar su hábitat  y, en su lugar, “desde hace varios meses, hay presencia del grupo armado colombiano Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)”, añade Sánchez.

“Estos daños no solo afectan a los habitantes del Caura, los cuales también son venezolanos. Seremos afectados de múltiples maneras, empezando por nuestra sustentabilidad, también hay que saber que 80% del agua dulce del país está al sur del Orinoco y en la zona de la Guayana está siendo contaminada con mercurio. Además, la gran masa del bosque amazónico es un regulador del clima total y a su vez global. Está demostrado que conservar la selva ayuda a potenciar el desarrollo de las naciones”, advierte Álvarez.

Experto indica que mientras estas acciones ocurren y se radicalizan “no hay ninguna gestión ambiental por parte de Inparques, ni el ministerio para detener la minería”. “El ejército brilla por su ausencia, aunque en toda la cuenca hay presencia de funcionarios”, agrega Sánchez, al explicar que la respuesta de las autoridades a los pobladores ha sido esquivar el tema.

A pesar de los 20 años de minería en este territorio, los representantes de las ONG consideran que se está a tiempo de tomar acciones para evitar efectos mayores y más destructivos. “A diferencia de lo ocurrido en otras cuencas de Guayana, tales como las del Cuyuní y el Caroní, el impacto de la minería ilegal a gran escala en el Caura es relativamente reciente”, explican en el comunicado.

“Si actualmente la cuenca del Caura mantiene parte de su riqueza, se debe a las acciones previas al 2000. Estamos apoyando a las comunidades de esta zona en contra de la instalación de las balsas, porque una vez esto se realice el daño sería irreversible”, precisa Estraño.

Esta cuenca comprende en su extensión dos importantes destinos turísticos conocidos en el país y el mundo: el Salto Pará, que divide la parte alta de la baja, de este fluvial, y el monumento Sarisariñama, famoso por sus agujeros enigmáticos de más de 2.000 metros de profundidad.

La corriente del Caura, río cuya longitud es de 723 kilómetros y que hoy está en estado de alarma, desemboca en el fluvial más importante de Venezuela, el Orinoco, afluente que en rango de magnitud es seguido por el Caroní. En los tres hay presencia minera desde hace años.

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