Como parte de la radicalización de la cuarentena anunciada por Delcy Rodríguez, este 24 de marzo Petare amaneció con fuerte presencia militar en comparación con el inicio de las medidas de seguridad para frenar los contagios del coronavirus COVID-19.
Las calles que antes vivían inundadas de gente a cualquier hora del día, ahora solo tienen pequeños grupos de personas que buscan comprar alimentos para llevar a sus casas antes de que caiga la tarde.
Funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) transitan en sus motos, tantos que abarcan lo ancho de una calle, con la cara totalmente cubierta y un parlante que lleva quien parece tener el mando de la tropa le indica a los ciudadanos: «Si ya compraron diríjase a sus casas y recuerden que el uso de tapa bocas es obligatorio».
Comercios que ofrecen sus productos a través de las rejas es la imagen que se repite en cada cuadra, con filas de personas a sus puertas, intenta vender hasta que se les ordene el cierre del negocio.
«Las FAES ya están caminando por ahí, horita nos mandan a cerrar porque ya son más de las 12», dijo un vendedor en la entrada de una carnicería en la redoma de Petare mientras dejaba pasar solo cinco personas.
Vendedores informales no se detienen
Para los buhoneros la realidad es otra, ellos asisten a sus puestos de trabajo sin saber hasta qué hora podrán estar ahí.
«Yo también tengo que comer», gritó un hombre en la calle La Libertad mientras los efectivos de seguridad le ordenaban que debía recoger su mercancía.
Quienes aún no han sido desalojado ponen solo un producto de cada cosa, que ofrecen a la vista de los espectadores.
«Ayer me dejaron trabajar aquí hasta las 10 de la mañana, pero yo agarré mis cosas y me moví para detrás del Mercadito. Conmigo no van a poder tan fácil», expresó una vendedora informal mientras veía lo que pasa unos puestos antes que el de ella.
Desolación en las calles
Pasadas las 2 de la tarde el inclemente sol solo calienta el asfalto de las desoladas aceras, que por la mañana los petareños recorrían. Ya casi nada está abierto, a excepción de algunas panaderías.
Los policías se mantienen revisando cada vehículo que se acerca a los puntos de control, asegurándose de que el permiso que traen consigo les permite seguir con sus detinos o no.
A lo lejos las patrullas que recorren toda la zona les recuerdan constantemente a los ciudadanos las medidas de seguridad e insisten en que deben quedarse en casa.