Algo se pudre en el Perú y la campaña electoral que elegirá al presidente en el 2016 es el mejor espejo. Hasta la fecha tenemos 19 candidatos, tres con partidos por confirmar. Hoy sabemos que para llegar al Palacio de Gobierno todo vale, incluso pactar con el enemigo. Tenemos un candidato oficialista acusado de homicidio y un preso que intenta llegar a la presidencia desde las rejas. El primero se llama Daniel Urresti, un general en retiro acusado de haber participado en el asesinato del periodista Hugo Bustíos en 1988 y que hoy se encuentra en pleno juicio; el segundo es Gregorio, Goyo, Santos, el ex gobernador de Cajamarca encarcelado por corrupto. Pero esas no son las únicas escandalosas perlas.
En los últimos días el carnaval de las planchas ha demostrado que los ideales son transitorios y hasta pasajeros. Susana Villarán, por ejemplo; la ex alcaldesa de Lima que se autoproclamó aguerrida defensora de los derechos humanos hoy integra la plancha presidencial del general acusado. Dice que cuando vio a Keiko Fujimori liderar las encuestas se amarró su chalina verde y dijo: ah no, yo me meto a la campaña para impedir que el fujimorismo regrese a gobernar. ¿Ese fin justificaba aliarse con un presunto asesino? Para ella sí, todo vale. Hoy hasta sus amigos más íntimos lamentan su triste final político y la desprecian salvo Nadine Heredia, la primera dama acusada de lavado de activos, que en su Twitter no deja de gritar su supuesta decencia.
Espantos por alianzas de última hora no se dejan de enumerar. El actual alcalde de Lima, líder del partido Solidaridad Nacional, no encontró mejor candidato que el supuesto representante de los emprendedores: Nano Guerra García. Todo estaría bien salvo que el famoso Nano fue hasta hace unos días el candidato de un partido de izquierda del cual fue desaforado porque no llegaba ni al 1% de intención de voto. Nano, que no tiene partido y solo busca vientre de alquiler, se fue corriendo contra su ex enemigo. Porque eso es lo que muy poca gente recuerda: que Nano y Castañeda eran como el agua y el aceite, hoy vale todo con tal de arañar el poder.
Fernando Andrade es otro oportunista. Líder del partido Somos Perú se fue corriendo con César Acuña, el candidato que tiene más de 80 denuncias abiertas en el Poder Judicial y que hoy se ubica en el tercer lugar. Le bastó una sola noche para aliarse con Acuña quien se vanagloria de no saber leer y que ha jurado a sus partidarios que en la política hay plata como cancha. Dueño de una universidad, Acuña es el más vivo de todos.
Ha inundado el país con carteles donde vende educación con su rostro risueño y dice ser de una raza diferente. En efecto tiene plata como cancha; acusado de golpear a su ex mujer y de haber tenido sexo consentido con una menor de edad cuando él tenía 33 y ella 16, para Acuña todo vale, todo. Cuando el organismo electoral y los periodistas le preguntan por qué le saca la vuelta a la publicidad electoral utilizando la imagen de su universidad contesta cínico que no ha sido él sino los marketeros quienes han puesto su cara y su título de PRESIDENTE con letras grandes y mayúsculas de la universidad que dirige. Él no tiene nada que ver con la trampa. Sí, cuñao.
Pero hay más. Mucho más. Alan García -el dos veces presidente y que corre por su tercer mandato- acaba de casarse políticamente con quien fuera su archienemiga. Lourdes Flores, líder histórica del PPC le dio el sí cuidando la inscripción de su partido; ambos demócratas han levantado las iras santas de sus rivales, pero pese al idilio no levantan. Alan sigue cuarto y así se quedará salvo despierte y se sacuda de la etiqueta de narcoindultador y corrupto que tiene tatuada en la frente.
Si Alan no pasa a la segunda vuelta Lulú, como el pueblo llama a Flores Nano se habrá consagrado como la piña, salada y sin suerte, de nuestra historia. Ella sonríe. Si gana será la vicepresidenta. Soñó y peleó antes por ser la que gobernara el Perú, pero hoy duerme tranquila con el premio consuelo. ¿Dónde está el vale todo? Pues en el perdón y en el olvido. Alan atacó con furia a Lourdes en el pasado, es más fue la propia Lourdes quien lo acusó de robarle votos en mesa, pero todo eso es pasado pisado. En el amor y en la política, en efecto, vale todo.
Y tanto vale todo que Alberto Fujimori, el ex gobernante hoy preso, es capaz de cuadrar a su hija que lidera las encuestas con tal de que siga manteniendo a sus antiguos y principales escuderos. Keiko está muda con la carta que su padre ha enviado y anda concentrada en demostrar que ella no es Alberto, pero ni los ruidos navideños le hacen olvidar que la intromisión en la campaña de su progenitor no es otra cosa que la demostración de su cuota de poder. Vale todo, incluso poner contra las cuerdas a la hija de uno.
De Alejandro Toledo mejor no escribimos mucho. El ex presidente no ha logrado sacudirse de las acusaciones del escándalo Ecoteva y los millones más raros de su historia hoy le regalan el quinto lugar. Desdibujado, Toledo hace anuncios que se convierten en memes del humor. En su intención del vale todo un congresista de su partido sugirió que él se convirtiera en el candidato de un frente de izquierda que frenara a Keiko y literalmente los otros candidatos lo mandaron a rodar. Pedro Pablo Kuczynski, el segundo en la lista de encuestas, es el que hasta el momento ha rechazado alianzas extrañas y convenidas, pero sigue sin levantar. ¿A qué recurrirá para meterse sí o sí en la segunda vuelta? Eso es lo que nos preguntamos todos los peruanos.
Así estamos en un país donde la cuota para salvar la inscripción de cualquier partido es del 5% del voto. Con tal de salvarse los políticos están demostrando que son capaces de todo: renegar de sus principios a última hora, alquilarse al mejor postor y poner cara de demócratas cuando se les reclama coherencia. ¿Qué pasará en abril del 2016? No lo sabemos, por ahora Keiko Fujimori sigue siendo la favorita. Si logra ganar se habrá convertido en la primera mujer en gobernar un país donde el descrédito de la clase política gana por unanimidad.