Casi tres décadas han pasado desde que Alfredo Stroessner
abandonó el gobierno de facto que lo mantuvo en su trono dictatorial de Paraguay,
durante más de 35 años.
Sin embargo, la sombra de aquellos años sigue marcando el
camino de muchos ciudadanos paraguayos. Lejos de asimilarlo como un proceso que
no se puede repetir, la sociedad se divide a favor y en contra de un sistema de
gobierno que para algunos trajo muerte y para otros organización y seguridad.
HispanoPost recorrió la ciudad de Asunción a bordo del mejor
termómetro de la sociedad, el taxi. Reynaldo Gamarra, es chofer desde el año 92
y dice haber vivido todo tipo de situaciones, en su largas jornadas laborales,
con mucho sentido común manifiesta no cuestionar al gobierno porque
«difícilmente un presidente pueda conformar a todos por igual» y
aunque deja en claro que la gran cuenta pendiente de Horacio Cartés es la
«inseguridad», no se muestra optimista con el futuro, de la capital
paraguaya, en ese aspecto.
«La gente habla de los años de Stroessner y hay que
reconocer que había seguridad y no se vivía como se vive hoy» aunque
agrega «pero la gente no podía decir lo que pensaba, mucho menos oponerse
a las decisiones de Stroessner».
Los tiempos han cambiado y las dictaduras de América Latina
siguen siendo tema de debate y Asunción de Paraguay, no es la excepción.