El día de la premiere de la telenovela Por estas calles a los medios de comunicación ocurrió algo que no había pasado. Y que no pasó después con ninguna otra telenovela venezolana. Al concluir la transmisión del primer capítulo, la sala de proyección que el RCTV tenía en Los Cortijos reventó en aplausos. Tanto que los actores, el escritor, el director y el personal técnico, que también estaba presente, quedó sorprendido.
“¿Quieren ver el otro?”, preguntó la entonces gerente de Relaciones Públicas, Beatriz Aguilar. Ante un unísono sí, comenzó el segundo capítulo. El mismo final, pero a la petición del tercero, Ibsen Martínez se paró y dijo que no. Que lo vieran al aire.
La anécdota sirve para ilustrar lo que significó Por estas calles en la historia de la televisión venezolana. En pequeño, el fenómeno de la producción que protagonizaron Maríalejandra Martín, Aroldo Betancourt y Franklin Virgüez presagió lo que sucedió después.
Se convirtió no solo en la telenovela más larga, dos años, tres meses y 28 días; sino también en la de mayor rating. En un momento logró a registrar 80% de sintonía, muy por encima de su más cercano competidor (Venevisión) y lejos del resto de los canales del momento.
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El atractivo estaba en su historia. Era un reflejo de lo que la Venezuela de 1992 vivía: gobiernos corruptos, funcionarios ídem, precario sistema de salud, pocas oportunidades. Algo que podría extrapolarse perfectamente a este 2022, cuando Por estas calles cumple su 30 aniversario.
La protagonista
La historia de amor entre Eurídice y Álvaro (Martín y Betancourt) era la excusa para mostrar ese panorama ambientado en el barrio Moscú. Nombre ficticio que se le dio a la locación real de la Cota 905, que hubiera sido imposible trasladar hasta hoy.
Originalmente la historia se llamaría Eva Marina; para la cual RCTV le pidió a Yordano que escribiera el tema principal. Pero, al escuchar en el disco el sencillo Por estas calles, se decidió hacer el cambio. Las promociones fueron armadas con versos de la canción, lo que hizo que la intriga naciera en el público; acostumbrado en ese momento a las historias de amor tradicional.
“Esa novela hizo que la gente nos conociera (a los actores). En mi caso, yo venía del cine y de hacer otros dramáticos, pero sin duda fue mi catapulta”, recordó tres décadas después Marialejandra Martín.
En ese momento, además, ella estaba casada con Yordano. Una historia de amor que si bien no tuvo un final feliz, les permitió transitar juntos el éxito de la producción. Ella se mantuvo en el papel principal por los más de 500 capítulos; mientras él apabullado por la canción, no dejaba de cantarla.
Asimismo, Martín considera que la telenovela de Ibsen Martínez hizo que la gente se replanteara muchas cosas. “Representó un cambio en la percepción del público sobre nosotros y nuestra realidad. Solo por las promociones nos daban las gracias. No había salido y ya existía una expectativa”.
Lo duro de la extensión
El éxito trajo consigo que cuando llegó cerca el capítulo 90, el estipulado por el autor para que apareciera la palabra «Fin», esto no se concretó. Contrario a sus deseos, los ejecutivos decidieron alargar la historia -sin fecha definida, sino hasta que el rating aguantara- y comenzó, para muchos, el suplicio.
Uno de ellos fue Aroldo Betancourt, el protagonista. Al ver que la historia comenzó a desvirtuarse, renunció y al día siguiente ya había firmado con la competencia. Esto hizo que se replantearan todas las tramas, recayendo por un tiempo el peso en las contrafiguras. Hasta que, finalmente, Eurídice se emparejó con el malo del cuento (entrado mucho después), Rodolfo Moll.
Asimismo, Martín recordó que estuvo “tres años sin vacaciones. Nos dieron una semana escalonada y cuando me tocó, le dije a mi ex (Yordano), quiero que vayamos a Los Roques, como una orden. Él se puso remilgoso, pero no le quedó otra que aceptar”.
Uno de los (más aún) beneficiados por la decisión de Betancourt fue Franklin Virgüez. El papel de Eudmonar Santos, si bien nació con él en su Barquisimeto natal, se robó el protagonismo desde el primer capítulo.
“Originalmente, el papel era para Carlos Cruz. Y no dudo que lo hubiera hecho mejor que yo, pero a ese malandro ya yo lo había presentado, como Franklin Salazar, en Domingo de Resurrección. A mí mí habían llamado para el del gitano de Kassandra, que terminó haciendo Henry Soto”, recordó Virgüez desde Miami.
La heredera de Cristal
Al igual que había sucedido unos años antes con Cristal, Por estas calles pegó a casi todos sus personajes. Gledys Ibarra, en el papel de Eloína Rangel, representó a las mujeres luchadoras del barrio. “Ella es otro de los tesoros que me dejó la novela. Vivimos una etapa muy bella y exitosa. Nos encompinchamos y le decíamos a los técnicos cómo grabar. Los convencíamos y nos íbamos”, dijo Martín.
“El hombre de la etiqueta” fue otro importante dentro de la historia. El asesinato de su hijo es lo que detona lo que sucediera luego. El fallecido actor Carlos Villamizar le daba vida al policía Natalio Vega. El también fallecido Roberto Moll tuvo en esta historia otros de sus personajes icónicos, el tracalero y mujeriego Doctor Valerio.
Una de las parejas más exitosas fue la conformada por Carlota Sosa y Héctor Myerstone. Ellos eran los políticos del asunto. Un candidato presidencial, populista, con su asistente personal y amante, dispuestos a todo por el poder.
El niño Juan Carlos López (Rodilla e’ chivo) fue el ícono de los jovencitos de los barrios. Al punto de que ya casi al final de la historia, un tribunal de menores prohibió que se utilizara su imagen y su trama sin un mensaje aleccionador. El argumento era que como el personaje era tan popular podía crear un mal ejemplo.
Sin embargo, a Por estas calles se le achaca algo que comenzó, precisamente, Cristal. Los entendidos coinciden en que con esta telenovela comenzó la pérdida del mercado internacional. Su trama muy localista ahuyentó al público extranjero. Lo demás es historia.
Las frases de Por estas calles
Así como sus personajes, variadas fueron las expresiones que el público hizo suyas durante todo ese tiempo que estuvo al aire.
Las más recordadas pertenecieron a Eudomar Santos. Como vaya viniendo, vamos viendo todavía se utiliza en la jerga cotidiana. “Ibsen iba en un avión a Cuba y se encontró al “Pavo” Frank. Él le contó que no había llevado su batería sino solo las baquetas porque allá le pondrían el instrumento. Eso llamó la atención de Ibsen y le dijo si no le daba miedo tocar así. “Tranquilo -le dijo- que como vaya viniendo, vamos viendo”. Cuando llegó me dijo que quería que la incorporara al personaje”, recordó.
Algo parecido le sucedió con ¿Qué es lo que está pa’sopa? “Una noche le estaba dando la cola a una chama a su casa. De repente, llegó un malandro y me apuntó. Me asusté mucho y cuando me reconoció me dijo: ‘Si mi mamá se entera que estoy atracando a Franklin Güigüe, me bota del rancho. ¿Qué es lo que está pa’sopa Franklin Güigüe?’, y nos dejó tranquilos. Llegué y lo propuse a los escritores y me la aceptaron”.
En la historia, Belén Peláez le daba vida a Rosaura Josefina Rangel, la hija de Eloína Rangel. Una jovencita de esas que buscan trabajo rogando no encontrar, pero que en su caso se lo achacaba a la falta de oportunidades. “No me dan chamba, porque no tengo experiencia. Y no tengo experiencia porque no me dan chamba”, repetía una y otra vez cuando su madre le increpaba por floja.
La definición de “precepto constitucional” se volvió popular gracias a que el comisario Natalio Vega se los recordaba a los malandros. “Qué precepto constitucional, ni qué precepto constitucional” decía el personaje en las escenas de detenciones. El mismo se refiere a que a todos los detenidos se les deben garantizar sus derechos humanos y la presunción de inocencia.