Las universidades venezolanas cerraron en marzo cuando se confirmaron los primeros casos de COVID-19. Desde entonces se adaptan, en la medida de sus posibilidades, a una educación a distancia. Pero la realidad es que en este año las casas de estudios públicas que concentran carreras técnicas o científicas han sido las más afectadas. Sus alumnos están atrasados por la imposibilidad de usar los equipos de laboratorio requeridos en las materias prácticas. Ante este panorama el anuncio de Nicolás Maduro de retomar las clases presenciales en abril no solucionaría el problema si no se cuenta con las condiciones para abrir.
“En un principio estábamos limitados por el coronavirus. Hoy lo estamos por años de asfixia presupuestaria y un mal manejo de los servicios públicos que hacen que tener algo de vida dentro de la universidad sea muy cuesta arriba”, dice David Cedeño.
Cedeño es estudiante de la Universidad Simón Bolívar (USB), donde la educación es científica y en consecuencia, requiere de presencialidad. “Pero hoy en día, después de un año, muchos de los planes de estudio han quedado rezagados porque no hemos podido acceder al campus”, afirma.
Esta universidad, una de las más importantes del país, estaba por culminar el periodo académico enero-marzo 2020 cuando llegó la pandemia a Venezuela. Y para poder abrir un nuevo trimestre este debía culminar, para ello permitieron inscribir algunas asignaturas a distancia. Y no fue hasta enero de 2021 que la USB logró que los alumnos empezaran un nuevo trimestre.
“El 18 de enero comenzamos un nuevo periodo académico en todas las carreras y desde entonces he podido ver mis clases, pero las materias prácticas no se han podido llevar a cabo en casi todos los planes de estudio. En principio, por las severas limitaciones que teníamos para aislarnos del coronavirus y evitar contagios, y más recientemente se le suman los problemas para acceder tanto por la falta de agua como por falta de transporte”, afirma Cedeño, quien es el presidente de la Federación de Centros de Estudiantes de la USB.
A pesar del anuncio de Maduro hecho el 28 de febrero, de haber pospuesto el reinicio de las clases presenciales para abril, “con bioseguridad extrema, para hacerse en los días de flexibilización y con un gran esfuerzo en marzo para vacunar a maestros”, la USB necesita una bomba de agua para cumplir con una de las primeras exigencias de la Organización Mundial de la Salud para evitar el contagio: la limpieza de manos.
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“Frente a ello me pregunto dónde están los recursos para adquirir las medidas de bioseguridad, para tener agua y para ir y regresar de forma segura de la universidad. Veo es la misma demagogia con la que se han llevado las cosas por este gobierno, que si por él fuese las universidades ya estarían completamente cerradas. La diferencia está en que nosotros hacemos todo lo que está a nuestro alcance y con severas limitaciones”, expresa Cedeño.
Indica que la USB paulatinamente avanzará a un esquema de mayor presencialidad a medida que pasan los meses y pueda lograr estos objetivos porque, aunque han podido avanzar con una educación teórica, los estudiantes necesitan la semipresencialidad de manera indispensable.
La UCV requiere recursos con los que no cuenta
La rectora de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Cecilia García Arocha, destaca que una casa de estudios de la magnitud de la Universidad Central de Venezuela, no solo por la amplitud de su campus, sino porque concentra sedes y estaciones experimentales en distintas regiones del país, necesita “recursos especiales” para reintegrarse.
“Para iniciar actividades académicas y administrativas se requiere de recursos especiales que permitan adaptar las áreas a los requerimientos de bioseguridad. Recursos con los que no cuenta esta casa de estudio, pues hasta la fecha aún el ministerio adeuda parte del presupuesto asignado en 2020”, afirma.
García Arocha enfatiza que “ninguna casa de estudios del país está preparada bajo las condiciones presupuestarias actuales para iniciar actividades de forma presencial”. “Y más allá de la problemática asociada a los recursos, está la crisis salarial del sector universitario, cuyas demandas no han sido atendidas a pesar de que en octubre de 2020 la Asociación Venezolana de Rectores Universitarios (Averu) envió un comunicado al ministerio. En ella se solicitaba la cancelación del presupuesto universitario de 2020, también que reconsiderara el presupuesto asignado para el 2021 y se añadía una tabla salarial con la que se dignifica al sector universitario. Hasta la fecha no se tiene respuesta”, agrega.
Por su parte, el vicerrector académico de la UCV, Nicolás Bianco, expresa que el Ejecutivo está en la obligación de establecer los gastos de bioseguridad dentro del presupuesto de 2021. “Es perentorio y se debe considerar por separado las necesidades de las 11 facultades teniendo una cuota presupuestaria individual. Porque no es lo mismo lo que requeriría medicina, odontología, farmacia y ciencias a lo que necesitará humanidades”.
Bianco, quien además es médico internista e inmunólogo, indica que las medidas a acatar para evitar el contagio tendrán que ajustarse a cada ambiente. “También pienso en que se deberán hacer intensas campañas de vacunación con la colaboración de las Facultades de Medicina, Farmacia y Odontología. Además de una campaña de difusión, sin olvidar que toda la comunidad universitaria debe ser considerada cuando se habla de reiniciar actividades, las universidades no funcionan solamente con profesores y estudiantes. Son muchas las variables que el gobierno debe considerar para evitar riesgos mayores a la población, invertir en educación es fundamental”.
La rectora de la UCV añade que en este momento de pandemia “la educación no puede ser objeto de un capricho o un decreto; debe ser hilada de forma muy meticulosa y adecuada para evitar arriesgar más vidas”.
Las autoridades de la Universidad Central de Venezuela confirmaron a HispanoPost que no ha habido contacto alguno entre el Ejecutivo y esta casa de estudios para evaluar la medida ni para condicionar el lugar con las acciones necesarias.
La UCAB cuenta con medidas para el regreso a clases presenciales
El director de la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Carlos Calatrava; quien es uno de los realizadores del Decálogo para el Regreso a Clases Presenciales, indica que esta casa de estudios privada actualmente tiene medidas establecidas para el retorno a las aulas.
“La UCAB como institución tiene definidas un conjunto importante de medidas de bioseguridad para el regreso al esquema presencial. Además de un protocolo institucional que es de obligatorio cumplimiento para todos los miembros de la comunidad. Igualmente, hay una serie de recomendaciones de corte pedagógico para el aprovechamiento de lo aprendido en los semestres remotos, que pueden ser una ganancia en el regreso a las clases presenciales”, afirma Calatrava.
Explica que en el caso de la educación superior, “lo deseable es que cada institución establezca medidas de bioseguridad de obligatorio cumplimiento; también el manejo de estrategias de enseñanza que permitan el aprovechamiento de lo aprendido en casi un año de ejecución de procesos formativos a distancia, así como el fortalecimiento de sus plataformas institucionales”. “Estas recomendaciones deben contar con la mayor información y difusión entre sus miembros”, advierte.
Calatrava enfatiza que las universidades nacionales y experimentales enfrentan situaciones de importancia con la planta física, el acceso a servicios públicos y su aprovechamiento, así como la revisión de sus políticas de presupuesto y modelos de financiamiento. Realidad que se ve plasmada en la USB y la UCV.
“La Constitución y la Ley de Universidades preservan el principio de la autonomía universitaria, por lo que las condiciones para el regreso dependen de la realidad de cada institución. Cada una debe asumir hasta dónde puede asumir el regreso a clases presenciales en las actuales condiciones sanitarias y del país. Cada institución en su particularidad tiene elementos suficientes para tomar la decisión más ajustada a su realidad”, dice el director de la Escuela de Educación.
El educador señala que la pandemia produjo cambios en todos los ámbitos y espacios de la actividad humana, incluyendo a la educación y sus formas de desarrollo. Esta realidad también llegó a las universidades.