Por cuarta vez en la historia, los Yankees de Nueva York fueron barridos en una serie a siete juegos. Así, los Astros de Houston alargaron su yugo sobre los neoyorquinos, a la vez que conseguían su paso una vez más a la Serie Mundial de las Grandes Ligas.
Por un lado, a los Astros todo parecía salirle bien; comenzando por un pitcheo intraficable e indescifrable, pasando por una defensa de altura y un extraordinario bateo oportuno, los siderales demostraron ser un equipo de verdad, con bases sólidas y las metas claras.
Uno de los puntos clave para la eliminación de los del Bronx, está precisamente en su incapacidad de ajuste y de reacción. Un colectivo que no sabe leer si no es en su propio libro y que no sabe encontrar alternativas, cuando la información de su manual no le ofrece las respuestas que necesita.
Por cruel que suene, y aunque ya no tenga vínculo alguno que le ate a la franquicia neoyorquina, si hay una figura que bien pudiera definir la actuación de los Yankees en la Postemporada y más concretamente en la Serie de Campeonato, esa es la de Joey Gallo; entregados, sin ambiciones, como si de un animal que va directo al matadero se tratara, así es como los bateadores de Nueva York se dirigían a la caja de bateo.
Por mucho dominio que pudieran tener los lanzadores del equipo texano, no se les puede atribuir el 100% de su éxito, cuando tienen en frente a una toletería dormida, sin producción, sin ases bajo la manga.
Los bateadores de los Yankees apenas si se combinaron para 21 imparables en la serie, de los cuales solo ocho fueron extrabases; Harrison Bader, el único bateador caliente de los llamados ‘Mulos’ en la serie, sacudió par de cuadrangulares, mientras que Anthony Rizzo también se voló la barda en una ocasión y ligó un doblete.
Por su parte, Aaron Judge –que viene de ser el más temible entre los bateadores de la Gran Carpa en la temporada regular–, el venezolano Gleyber Torres, junto a Giancarlo Stanton y Josh Donaldson, que en teoría deberían ser los principales encargados de la producción ofensiva, solo se combinaron para tres dobles; dos de los cuales fueron de Stanton y uno de Donaldson.
De este cuarteto, solo salieron tres carreras empujadas; par de ellas por parte del caraqueño, que soltó sencillo productor en el primer choque y repitió la dosis en el juego cuatro, mientras que Stanton hizo lo propio en este último enfrentamiento.
En evidente contraste, los dirigidos por Aaron Boone –que para muchos es el principal responsable del fracaso y la debacle del equipo– fueron retirados por la vía de los strikes 50 veces en total, entre los cuatro compromisos que a duras penas pudieron disputar.
17 abanicados en el juego 1 (once a la cuenta del estelar abridor, el veterano Justin Verlander); 13 en el segundo enfrentamiento (nueve de ellos por cortesía de Framber Valdez); 11 más en el tercer encuentro y nueve en el definitivo para completar la barrida.
Por otro lado, la ofensiva sideral tampoco fue apabullante, simplemente hicieron lo que había que hacer, en el momento que era preciso hacerlo. Con bateo oportuno, los Astros lograron doblegar a los neoyorquinos; a excepción del juego 3, en el que se impusieron por 5-0, bien podría decirse que el equipo de Dusty Baker se dedicó a hacer las carreras justas y necesarias para vencer.
De hecho, si le ponemos la lupa a fondo al desempeño que tuvieron los bateadores de Houston, solo el novato Jeremy Peña –quien a la postre sería elegido como el Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato–, junto a Álex Bregman, se encargaron de sacar adelante al equipo.
El novel pelotero conectó par de dobles y se voló la barda dos veces, produciendo cuatro carreras a la causa; el estelar antesalista también fletó cuatro rayitas, sacudió un bambinazo y soltó un tubey.
Ni siquiera pudieron contar con los peligrosos bates de José Altuve y Yordan Álvarez, aunque tampoco fue que hicieron falta; como dije antes, ganaron con lo necesario y ganaron bien. El maracayero dejó caer un batazo de dos cojines en el quinto inning del tercer compromiso, para cortar una racha de 25 turnos seguidos, en la postemporada, sin conectar indiscutible alguno.
Altuve avanza a la Serie Mundial con promedio de .094 y tres hits en 32 turnos al bate. Además negoció tres boletos y anotó el mismo número de carreras; esto como la suma de sus números ante Marineros y Yankees.
Asimismo, Álvarez consumió 14 turnos legales, con seis ponches y tres imparables (dos de ellos en el juego 4).
A su vez, el cerrador Ryan Pressly brilló y se creció en la lomita, apuntándose el rescate en tres de los cuatro enfrentamientos. El taponero trabajó por espació 3.1 entradas, regaló un pasaporte y pasó a seis rivales por el gélido filo de sus strikes, maniatando a la toletería Yankee a placer.
Ahora, los Astros se preparan para lo que será su cuarta Serie Mundial en los últimos seis años, donde tendrán que medirse a los Phillies de Filadelfia. Además, Houston ha eliminado a Nueva York de la Postemporada en cuatro de los últimos ocho años, incluyendo tres Series de Campeonato desde el 2017.