El 2022 representa una gran oportunidad para la causa democrática venezolana. Será un año donde quienes deseamos un mejor país debemos trabajar arduamente y con constancia, porque el camino a recorrer estará lleno de obstáculos. Pese a todas las dificultades, nuestro objetivo siempre está presente: la reconstrucción de Venezuela y que termine el sufrimiento de los venezolanos.
Este es un año donde debe permanecer en cada uno de nosotros la esperanza de lograr nuestra meta, pero siempre con la mente enfocada en la realidad que afronta el país y las penurias que padecen los venezolanos. Venezuela necesita más que nunca una oposición que entienda que la política es una herramienta que tiene como fin alcanzar el bienestar de las personas y el progreso de la sociedad.
El país demanda en este momento tan convulso una política con fondo, con una estrategia, que nos permita organizarnos desde ya, porque no podemos perder ni un día más en peleas de egos. Hay que aterrizar y sincerar los intereses que no deben ser propios sino a favor de la gente. Debemos aspirar y materializar consensos para que sea posible construir una unidad sólida. Las primarias para renovar elegir liderazgos son tan necesarias como exigids por los venezolanos.
Ya no hay espacio para seguir cometiendo los mismos errores o insistir en estrategias que caducaron. Muchas ideas han apuntado a lograr el cambio político que desea Venezuela y que lamentablemente no lograron el objetivo. Seguir insistiendo en una planificación errada significa un perjuicio a la nación y a su reconstrucción. Por eso, la invitación para las distintas corrientes democráticas del país es para que detengan esos caminos maltrechos, que se basan en el realismo mágico o apuntan a soluciones irreales incapaces de ser materializadas. Insisto, debemos contar con la esperanza de que podremos regresar a Venezuela a la ruta democrática y del progreso social, pero siempre con los pies en la tierra.
La oposición tiene que contar con un plan profundo, que garantice políticas a largo plazo, porque sin planificación que piense en el futuro seguiremos atascados en los mismos problemas. Pero a la vez el plan debe tener en consideración los problemas inmediatos que sufren los venezolanos, como las fallas constantes en los servicios básicos y los salarios de miseria que apenas alcanzan para sobrevivir. Requerimos un plan que nos traiga la paz y la calidad de vida que merecemos todos los venezolanos.
La salida real a la crisis que vivimos solo será posible construyendo una unidad más grande, incluyente, con un liderazgo fuerte, que convoque y conduzca a los venezolanos en la lucha del cambio político que necesitamos. Sabemos de sobra que el chavismo es minoría en el país, el 21N lo demostró, pero eso no es suficiente sin una oposición sólida y que lleve a la gente a votar por una opción distinta.