Venezuela, una oportunidad energética para el mundo

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El primer trimestre del año 2022 inició con un evento inesperado: Rusia invadió militarmente a Ucrania y si bien las tensiones entre ambos países se remontaban desde 2014, nadie pudo predecir que éstas terminarían en una confrontación armada en Europa en el siglo XXI.

Las historias interminables de guerras en Europa parecían que habían quedado atrás luego del fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, trayendo consigo un nuevo orden mundial que sobrevivió, inclusive, a las tensiones de la Guerra Fría que concluyeron hace más de 30 años.  

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A lo anterior, se agrega en 2020 una nueva pandemia -conocida como COVID-19- que transformó al mundo. Este virus desconocido llegó después de que la humanidad hubiera superado hace al menos 100 años la gripe española que infectó un tercio de la población del planeta en apenas 18 meses.  

Por su parte, la actual guerra Rusia/Ucrania también dará impulso a cambios fundamentales en el balance geopolítico que databa desde hace décadas, por lo que no es de extrañar que la desunión económica de Rusia y Occidente arroje complejas consecuencias energéticas para el mundo, sin hablar de una posible conflagración abierta entre Rusia y Occidente.

Además de ello, Occidente (Norte América, Europa, Japón y Australia) estableció agresivas sanciones comerciales a Rusia, que estoy seguro se mantendrán en los siguientes años por venir y que desde ahora han impulsado un significativo incremento en los precios de la energía, productos y servicios. De hecho, los aumentos ya son hoy los más altos registrados en los últimos 40 años, sin esperanza de reducción en el corto o mediano plazo.

Rusia, por su parte, con 20% de las reservas de gas del mundo y casi 5% de las petroleras, ahora voltea la mirada hacia Asia como su principal mercado -especialmente a China- que se ha convertido en una súper potencia económica y que desafía a la supremacía de Norte América y necesita energía para continuar su crecimiento. 

En razón de lo anterior, la amenaza de que Rusia corte las necesidades de gas de Alemania como medida de presión frente al conflicto son realmente serias; por lo que se trazan rayas en la arena que el mundo espera que ninguna de las partes cruce. De no ser así, traería consecuencias catastróficas para la economía europea.

Por ello, Occidente necesita urgentemente fuentes confiables de energía para el suministro principalmente de petróleo y gas, debido a que la promoción de energías renovables dejó de ser “trading” y no son la solución. Alemania -en consecuencia- ha tenido que empezar a quemar carbón para cubrir su demanda; mientras que Japón analiza reiniciar su reactor atómico, algo impensable hace solo pocos meses.

De allí, que ahora el debate “trading” se centra en dónde están las fuentes de energía y cómo acceder a ellas, lo que permite que Venezuela pueda convertirse -al igual que la década de los cuarenta y setenta- en un importante jugador en el contexto petrolero.

La EIA (Agencia Internacional de Energía, por sus siglas en inglés) calculó que para 2021, 79% del consumo energético del mundo dependería de combustibles fósiles, y para 2050 podrá ser de 73%. La demanda de energía podrá crecer alrededor de 47% en este período superando, incluso, al crecimiento poblacional. Por ello, las necesidades de petróleo y gas del mundo continuarán siendo significativas para los próximos 25 años, en razón de lo cual estimo que es interesante considerar algunos elementos en este contexto:

  • El total de las reservas del mundo al presente consumo de 97MM Bd, le quedan 47 años si consideramos que el mundo consume el 2% de sus reservas cada año.
  • A Estados Unidos con 2% de las reservas mundiales de crudo, le restan 8 años para consumir el total de sus reservas sí y solo sí, puede importar 50% de lo que consume.
  • China va a consumir casi lo mismo que Estados Unidos para 2030, es decir, 18 MM Bd; mientras que India duplicará su demanda de crudo para el 2030, es decir, 8 MM Bd.
  • Cualquier análisis sobre la oportunidad de inversión en Venezuela, debe partir de nuestro potencial energético y ubicación geográfica dentro de este mismo contexto.
  • Venezuela cuenta con 18% de las reservas de petróleo y 3% de gas del mundo, a tan solo 1.200 MN de territorio norteamericano y 4.000 MN de Europa. Venezuela ha sido un país petrolero ya por 100 años, la experiencia y las instalaciones están in situ.
  • Otras significativas reservas de petróleo ubicadas principalmente en el Medio Oriente, tardarían de 35 a 60 días en llegar a EE.UU., bajo un ambiente de alta volatilidad ante el histórico conflicto saudita, iraní e israelí.

Considerando lo anterior, es evidente observar que las necesidades de petróleo para Occidente son claras, pero también lo son las de Latinoamérica y el Caribe que dependen del regreso de Venezuela al mercado como un suplidor confiable, así como a las ayudas que dábamos a países vecinos. Ejemplo de ello podría observarse con México, que pronto requerirá importar petróleo; mientras que a Colombia se le agota el gas y el Caribe no tiene fuentes energéticas propias.

El reto para Venezuela se centra ahora en elevar su producción petrolera que actualmente ronda los 750 Ml Bd, pero para lograrlo es necesario relajar las sanciones impuestas dentro del ámbito internacional y darle paso a la inversión privada externa, para lo cual son indispensables los acuerdos políticos que permitan a Venezuela producir más crudo.

Una vez que sea posible concretar los acuerdos, se levantará el velo que cayó sobre el potencial económico venezolano y el mundo podrá conocer otros atractivos como los siguintes:

  • Segundo sistema refinador de gasolina del mundo.
  • Segunda reserva mundial de oro, con más de 2.236 T.
  • Más de 1.000 millones de quilates en reservas de diamante.
  • Octava reserva mundial de hierro: 14.721.000.000 MMT
  • Bauxita: 321.350.000 Ton
  • 270 parques industriales.
  • Más de 20 millones de hectáreas cultivables.
  • 177 millones de hectáreas para la producción pecuaria.

La envidiable ubicación geográfica de Venezuela con una robusta infraestructura vial se complementa con 27 aeropuertos operativos en los que sería posible conectarnos con el mundo 24/7.

De todo lo anterior, podemos concluir en que Venezuela ha vivido tiempos realmente complejos y desafiantes, en muchas ocasiones frustrantes, pero ahora se está conformando un horizonte prometedor para el país. En definitiva, la economía venezolana podría ver crecer su producto interno bruto en índices de dos dígitos en los próximos años por venir.

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