“A nosotros los abuelos nos discriminan, somos como unos desechos”

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    “A nosotros los abuelos nos discriminan, somos discriminados. Somos como unos desechos”, dijo Mireya Ramírez a su salida del comedor popular de la Iglesia del Carmen, en Los Teques, donde recibió una ración de sopa, su único alimento para todo el día. “A veces tomo agua con azúcar o un vaso con agua. A veces hago una arepa sola, sin salado ni nada. Preparo un poquito de arroz y me lo como con la sopa, con una arepita”, agregó.

    Mireya explicó que tiene años sin alimentarse bien porque lo que percibe de la jubilación no le alcanza: “Vengo para acá, retiro mi taza de comida y me la llevo para la casa, con eso como y tomo agua. A veces me acuesto sin comer porque esa pensión no alcanza para nada ¿Qué comes tu con 400.000 bolívares? Nada. Así como estoy yo, están miles de abuelitos, ¿verdad? Bastante”.

    A principios del mes de noviembre la muerte de los hermanos Sandoval, Silvia y Rafael, de 72 y 73 años de edad, respectivamente, quienes se encontraban en un grave estado de desnutrición conmovió al país. En dicha ocasión, el director general de la Asociación Civil Convite, Luis Francisco Cabezas, dijo a HispanoPost que habían recabado la información de que en Venezuela “al menos 800.000 adultos mayores están viviendo solos”, lo que podría deterior sus condiciones de vida, ante las dificultades propias del país sumadas al confinamiento por el COVID-19.

    Mireya lamentó la situación por la que atraviesan los adultos mayores venezolanos. “Un país tan rico como Venezuela, nunca había vivido yo esto en tantos años que uno tiene la experiencia. Porque antes uno comía, ahorita no alcanza para nada. Somos discriminados en la comida, en el pasaje. Uno se va a montar en el transporte y tiene que pagar el pasaje completo. Uno pide cola y te dicen que por qué la pides. Bueno, la pedimos por la necesidad, yo no trabajo”.

    Viven de los resuelves y la caridad

    La necesidad ha llevado unos 400 adultos mayores a contar con la caridad de estos comedores populares, ubicados en la capital mirandina. Desde las seis de la mañana, aproximadamente, comienzan a hacer cola hombres y mujeres, con potes en sus manos, para que les sirvan la ración de comida que les corresponde al día, aunque el personal comienza a trabajar a partir de las nueve de la mañana.

    Algunos comen en el sitio, otros se la llevan a casa; incluso, hay quienes la dividen para un par de raciones. Sin embargo, estos comedores no escapan de la realidad por la que atraviesa el país. En ocasiones, como sucedió la semana pasada, se quedan sin gas o sin insumos para la elaboración de los alimentos. Esos días los abuelos regresan a casa con sus viandas y estómagos vacíos.

    “Nosotros tenemos que acudir a centros donde ofrecen comida gratis, como las entidades religiosas u otras entidades públicas, pero es muy deficiente. La comida tiene que ser eficiente para alrededor de unos 300 o 400 ancianos que nos reunimos en de un lugar a otro”, expresó Baudilio García. “Ellos se turnan, unos dan el lunes, otros el miércoles y otros el jueves. Entonces, tenemos que recorrer muchas distancias, de un lugar a otro, y la comida no es completa”.

    Calificó el aporte del Estado, es decir su pensión, como “ficticio”. “No hago nada porque eso es ficticio. La economía del país está dolarizada y nosotros recibimos un sueldo en bolívares que ya (…) ni la figura de nuestro Libertador está latente frente a la figura del dólar. Ahorita con el nuevo salario que decretaron, gané bolívares 1.200.000, no puedo comprar ni medio cartón de huevos porque cuesta un millón y medio”.

    Baudilio, quien fue uno de los ancianos afectados por la falta de gas en el comedor la semana pasada, detalló que generalmente les dan una taza de sopa con arroz y que para engañar a su estómago hambriento le tocaba comerse unas mandarinas “que no están muy buenas”. “Pero bueno, por lo menos palían la solución para el día de hoy”, aseguró.

    Contando y rindiendo de a poco

    Desde Convite alertaron a las organizaciones no gubernamentales, dentro y fuera del país, ante la posibilidad de que el caso de los hermanos Sandoval se repita en otras entidades de Venezuela, por causa de las malas condiciones para ofrecer una vejez digna a los ancianos venezolanos. Por su parte, José Rodríguez, otro comensal del comedor, contó a HispanoPost que, además de la pensión, el busca ganarse un dinero extra, vendiendo condimentos en la calle y así poder completar para hacer un mercado más variado.

    “Completo para comprar un kilo de plátano y hacer mi comida en mi casa. Tengo tiempo que no me como un pedazo de pollo o un pedazo de carne. Yo soy jubilado y el sueldo no alcanza, o compras una cosa o compras la otra”, dijo. “La situación está crítica. Date cuenta de la gente que está comiendo en la calle, esperando que te den una taza de comida, qué hace uno”, agregó

    José explicó que como forma parte de la economía informal a veces también sufre las consecuencias de estar “en el lugar y momento equivocado”. “La otra vez hubo un problema y los policías me quitaron la mercancía porque yo estaba ahí. Hay veces que los policías te ayudan y te dicen que recojas y no te quedes solo, pero hay otras veces que pasan y te quitan la mercancía”.

    Así que José se toma su tiempo para explicar que depende de un trabajo que no le deja mucha ganancia: “Yo estoy jubilado y vendo condimentos, la tira a 50 y la grande a 100. Vendo bicarbonato, orégano. De verdad, yo me gano lo que me gano. Por cada tirita de 50, me gano 15 bolos y por cada una de 100, me gano 20. Por el bicarbonato me gano 20, dime tú qué compras. Tienes que vender 10 tiras, para poderte ganar 200 bolos”.

    Mientras, Mireya se alarma por la miseria que ve en los alrededores de su casa en Tejerías. “A veces los abuelos que no tienen la posibilidad de dirigirse a estos comedores destapan la basura y comienzan a recoger desechos, y muchos abuelos ya han muerto de enfermedades. La gente en vez de ayudarlos, lo que hacen es criticarlos. No hay amor al prójimo”. 

    Baudilio, no pierde la fe y la esperanza de que la situación en Venezuela cambie: “Esta juventud que se está levantando ahorita debe tener un país con dignidad, con trabajo, con educación, con sistemas de sanidad, adquisición de productos medicinales accesibles a uno”.

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