“Creía que me iba y José Gregorio Hernández me salvó”

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    El pasado 9 de enero, la Comisión de Médicos de la Congregación para las Causas de los Santos anunció que el Vaticano había aprobado el primer milagro comprobado de José Gregorio Hernández, “Médico de los pobres”, lo que representa un paso adelante en su camino a los altares.

    Desde entonces la feligresía esperan su pronta beatificación y, en honor a ello, el sábado 11 de enero la Iglesia Nuestra Señora de La Candelaria, donde reposan los restos del Hernández, se llenó de júbilo con la celebración de una santa misa en homenaje al médico y científico nacido en Isnotú estado Trujillo, la cual contó con la presencia del cardenal Baltazar Porras, Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Caracas.

    “Creía que me iba y él me salvó”, Magaly Carrero con lágrimas en sus ojos contaba cómo sintió que su fe se había renovado durante la ceremonia. Ella vive en Lechería, estado Anzoátegui, y acudió al templo ese sábado para pagar una promesa a José Gregorio, luego de recuperarse de una infección pulmonar que la mantuvo con fiebre y en cama por más de 3 meses.

    “Tengo un problema pulmonar desde hace 3 años y en mayo sufrí una infección muy fuerte. Pedí mucho a José Gregorio Hernández para que me sanara. Creía que me iba y él me salvó. No esperaba encontrarme a tanta gente, pensé que iba a estar solita en la iglesia. Para mí esto es un milagro. Para mí ya él es un santo”, dijo emocionada.

    Durante la misa en la que los feligreses entonaron villancicos, un niño cantaba y bailaba expresando su máxima felicidad y enterneciendo a todos los presentes. Cada cierto tiempo, “Carlitos”, como se identificó, desde el estrado de los sacerdotes alzaba la mirada y se comunicaba con su mamá, quien a través de señas asentía cuando su hijo aplaudía y señalaba algo o a alguien en especial.

    Jacqueline Sulbarán, madre de Carlitos, un niño de 11 años con síndrome de down, aseguró que ella mantiene comunicación con el venerable y acude a donde su fe la conduzca.

    “Yo soy devota del doctor porque mi hijo tiene siete operaciones, entre ellas, una de corazón abierto, otra para corregir el intestino y ahorita que tuvo leucemia, pero ya. ¡Gracias a Dios! Ya está curado. Él se me presentó en estos días y me dijo que mi hijo estaba sano de la leucemia. Yo voy a donde él me encomiende ir, a mi hijo se lo encomiendo siempre y lo he llevado a Isnotú”. 

    Durante la homilía, el cardenal Porras expresó su alegría por los avances que ha tenido el proceso de beatificación: “Quisiéramos que fuera más rápido, pero vamos muy bien. José Gregorio Hernández va por buen camino. Ahora viene la reunión del Congreso de Teólogos, la aprobación del Congreso de Cardenales y posterior decreto del Papa y la misa de beatificación”.

    En 1986 José Gregorio Hernández fue reconocido ante la Iglesia como “Venerable”: siervo de Dios y luego que el papa Francisco dé su aprobación se convertiría en el primer beato de Venezuela. “Tanto que le dio a Venezuela en su corta vida, sería lo mejor que lo terminaran de beatificar. Se me hizo tarde, pero quería venir a la misa porque yo creo muchísimo en él”, Arlenis Godoy, vecina de la parroquia.

    Lo que no explica la ciencia

    “Yo hace 9 años padecí de cáncer en los ovarios. Eso fue un cáncer silencioso. Yo no sentía nada. De repente empezó a dolerme la pierna izquierda y el abdomen a crecerme, fui al ginecólogo y me consiguieron algo extraño que no se veía en los ecos”, contaba Marly Carrero, hermana de Magaly, quien explicaba el porqué de su devoción hacia el “Médico de los pobres”.

    Agregó Carrero: “Me dijeron que era raro. Ya era un tumor inmenso que estaba creciendo dentro de mí y me estaba agarrando el otro ovario, me estaba agarrando parte del estómago. Me dieron tres semanas de vida, sino se me reventaba el tumor. Llegué al hospital con todos mis exámenes un lunes, el jueves me estaban operando y aquí estoy 9 años después, llena de vida. Eso fue un milagro, me encomendé a Joseito y lo tengo siempre presente en mí, en mi casa y mi corazón”.

    En el año 1949 la Comisión Médica rechazó los hechos con los que se solicitó por primera vez que se diera inicio al proceso de beatificación y canonización del doctor José Gregorio Hernández. La causa fue iniciada por el arzobispo de Caracas, monseñor Lucas Guillermo Castillo, ante el Vaticano. Más tarde, el 16 de enero de 1986, el papa Juan Pablo II nombró al médico venezolano como “Venerable”, lo que le permitió seguir adelante hacia la beatificación.

    70 años después del primer intento, desde la Conferencia Episcopal Venezolana el monseñor Fernando Castro Aguayo, obispo de Margarita, confirmó la aprobación del hecho extraordinario que podría conducir a José Gregorio Hernández a los altares de las iglesias y hogares venezolanos.

    La niña Yaxury Solórzano Ortega, de 12 años, podría ser la consagración de su pronta beatificación. La menor de edad reside en un caserío a tres horas de San Fernando de Apure, llamado Manga Covera. En 2017 fue herida de bala en la cabeza, lo que le produjo una fuerte pérdida de sangre, masa encefálica y varios huesos. Su pronóstico era reservado. Una fuente allegada a la Iglesia declaró que su sanación fue producto de un milagro de “El Venerable” el 10 de marzo de 2017.

     “El hecho fue calificado como inexplicable por el tribunal cuando una tomografía realizada el pasado diciembre (…) mostró que la niña tiene la lesión en el cerebro, pero se encuentra totalmente asintomática, sin secuelas, cuando -21 meses después de haber recibido el balazo, ahora con 12 años- debía presentar discapacidad, según el pronóstico del neurocirujano”, según información publicada por el diario El Tiempo.

    José Montoya, conocido como “El Poeta de Colón”, explicó la razón de su fe: “Yo soy fiel devoto del doctor José Gregorio Hernández desde que tenía 6 años de edad. Él me hizo una sanación porque me curó la parálisis infantil a través de una promesa que le ofreció mi mamá y, a su vez, el 18 de agosto de 1998 me sanó una hernia discal”.

    Al tiempo que declamó unas palabras para “El Venerable”. Un poema titulado Aquel 26 de octubre.  “En la cordillera andina nos sentimos orgullosos porque fue donde nació un médico milagroso. Aquel 26 de octubre brilló una luz en el cielo y se posó sobre Isnotú, donde fue resplandeciendo y fue un regalo divino, mandado por el creador. Un científico, altruista y excelente educador. Su misión en esta tierra siempre fue la caridad y ha quedado como ejemplo a toda la humanidad. Oh, mi dulce siervo de Dios, le declamo con amor porque el pueblo está pidiendo pronta beatificación. Y el día que lo beatifiquen habrá fiesta universal y Venezuela tendrá un médico en el altar y cuando ya esté en su trono cantaremos con amor estas lindas alabanzas para la gloria de Dios”.

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