“Necesitamos una buena política antes que ensayar nuevos modelos”

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    Los procesos electorales y la práctica política ocupan, sin duda alguna, un sitial de especial interés dentro del orden mundial.  Respetar los procesos democráticos y hacer que las sociedades caminen adecuadamente generando bienestar es un indicador de desarrollo que, queramos o no, define a las naciones.

    Por eso es que la actividad política siempre es importante. Para ponernos en contexto, baste decir que la política es la búsqueda, captura y ejercicio del poder. Así que ese proceso relacionado con el mando, el poder, define el carácter de los pueblos y hace referencia a cómo se presagia el futuro de la humanidad. Quienes más respetan el ejercicio político, tienden a construir mejores sociedades; contrario sensu, quienes menos aprecio manifiestan en esos procesos, menos expectativas generan y construyen en tiempo presente y futuro.

    Por eso y por las frustraciones sociales que la búsqueda del poder genera, se escucha con bastante frecuencia hablar de que nuestras naciones necesitan un nuevo orden político. Disiento de ello. Creo que necesitamos una buena política antes que jugar a reinventar o a ensayar nuevos modelos.

    Mi reflexión va en torno a si la falla está en el sistema o en los protagonistas. Muchos modelos democráticos han colapsado porque no dan resultados. Olvidamos al hacer esta observación, que quienes han echado a perder los actos de gobierno son, generalmente, quienes gestionan el poder. Entonces vemos que la responsabilidad de que las cosas no funcionen están generalmente en los políticos, los gobernantes y hasta los ciudadanos porque es en esas instancias en que se admite la ruptura de la ley, se desoye el reclamo de los gobernados y se rompen las promesas hechas durante la búsqueda del poder.

    Creo en los procesos de renovación. Los seres humanos tendemos a evolucionar, generalmente hacia metas positivas. Y la actividad política no es la excepción. No obstante, dentro del mismo razonamiento creo que debemos mejorar la aplicación de los modelos ya existentes antes de aspirar a implantar nuevos órdenes políticos porque el factor que introduce el error sigue presente en esa ecuación: los hombres siguen acarreando en sus maletas los mismos sueños, las mismas debilidades y casi siempre, los mismos defectos para convivir en democracia.

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