La cuarentena ha golpeado a la mayor parte de la población venezolana, haciéndola más vulnerable de lo que ya estaba debido a la crisis económica y social. El impacto sobre los niños ha sido evidente, no solo han tenido que adaptarse a la educación a distancia, con todos los inconvenientes que eso ha traído, sino que muchos han visto afectada su alimentación, pues dependían de la comida que recibían en las escuelas públicas.
«Realmente el impacto de las medidas del COVID en las escuelas ha sido bien significativo, porque estos niños recibían, aunque sea, una comida a través del comedor escolar y en muchas comunidades eso se suspendió. Esto está teniendo un impacto en la familia», señaló Maritza Landaeta, directora de investigación de la fundación Bengoa.
Sin embargo, de acuerdo con Noelbis Aguilar, directora nacional de las escuelas Fe y Alegría, el Ministerio de Educación ha cumplido con la distribución de alimentos en algunos planteles para el Programa de Alimentación Escolar (PAE). «Hay escuelas que no solo dan comida a la población de niños, niñas y adolescentes de la matrícula que atienden, sino también a niños de al rededor. Los jefes de calle, conjuntamente con las madres procesadoras y los directivos de la escuela, han tratado de mantener el programa alimentario de manera organizada, aunque no comen en las escuelas, sino que llevan sus envases», expresó.
Una subdirectora de una institución educativa en Caracas, que prefirió mantener su nombre en reserva, aseguró: «Las escuelas que tienen el Programa de Alimentación Escolar lo tienen activo están dando la comida conjuntamente con las cocineras. Ellas están yendo, hacen la comida y la reparten a los niños de la comunidad»
A pesar de que las escuelas siguen brindando alimentación a los estudiantes, las medidas de seguridad deben prevalecer, pero existen recintos que decidieron no exponerse al riesgo de contagio del coronavirus.
«En Puerto la Cruz, a través de un comunicado, se informó que preferimos no preparar más alimentos para prevenir el COVID-19, porque entendemos que tampoco tenemos todas las medidas de seguridad para hacerlo, aunque se utilizan tapaboca y guantes preferimos prevenir», expresó Yolmer Mesa, director de la zona Oriente de Fe y Alegría.
Mientras tanto, en Margarita los centros educativos siguen recibiendo alimentos para cumplir con el PAE. «A pesar del toque de queda, siguió llegando la comida en los centros de Fe y Alegría que cuentan con el programa de alimentación y, menos mal, porque es un almuerzo que se hacía y eso ayuda a las familias», dijo Aguilar.
No obstante, el problema de la falta de combustible ha tocado a algunos centros educativos donde han tardado en llegar los alimentos «especialmente a las comunidades más alejadas de los centros urbanos» de la región oriental, resaltó Landaeta.
En Venezuela la desnutrición infantil es algo que afecta a muchas familias, aunque actualmente no existe una cifra concreta. Landaeta aseguró que esto varía dependiendo la región, pero para el año 2019, con base en un estudio realizado por la fundación Bengoa, 30% de los niños de entre 7 y 12 años de edad, evaluados en Distrito Capital, padecían desnutrición crónica.
«Nosotros estamos bien preocupados por la población al no disponer de los alimentos en sus hogares. Además, a eso se le suma que ha habido un impacto económico que no le permite salir adelante», destacó la directora de investigación de la fundación Bengoa.
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