«Desde que tengo uso de razón quería escribir un libro»

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Bettina Steinhold es periodista. Nació en el estado Anzoátegui en 1968 y, aunque se dedicó durante años a redactar y editar revistas, boletines, libros y páginas web corporativas; desde niña quiso ser escritora.

El sábado 12 de noviembre estuvo en la librería Kalathos, del Centro de Arte Los Galpones, en Caracas. Allí bautizó, junto a otros nueve autores, el libro de cuentos No estamos tan locos como la gente dice. Una obra prologada y compilada por el narrador venezolano Fedosy Santaella, que fue editada por Oscar Todtmann editores en su colección de narrativa Hoy la noche será negra y blanca.

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¿Cómo Bettina logró hacerse escritora? ¿Cumplió su sueño? ¿Puede una persona escribir ficción después de haberse dedicado durante años al periodismo institucional?

Acá dejaré que ella misma cuente su historia, luego de lograr entrevistarla en medio del bautizo, del brindis, y de todas las amistades que pasaron por Kalathos a hacerse un selfie con ella, solicitarle un autógrafo, o recordar cuánta Nutella comían en los años de la universidad:

La poeta y escritora Kira Kariakin recibió, junto a Luna Benítez, a todo el público que asistió a la librería Kalathos para el bautizo del libro

“Yo egresé de la UCAB en 1990 y recuerdo que para aquella época siempre escribía cuentos. Desde el año 1992 hasta el año 2002 trabajé en el área de Asuntos Corporativos de Pdvsa. Llevaba las comunicaciones internas. Después estuve en el departamento de Medios Audiovisuales y también en Medios Virtuales. Como desde siempre he leído mucho y me gustaba escribir, me inscribí en varios talleres de escritura.

El primero al cual asistí fue en la escuela de Roberto Mata Fotografía. Allí conocí a Israel Centeno. No publicamos nada, pero leíamos mucho.

Después quise participar en un taller de narrativa del Celarg. Había que entregar cuatro cuentos y te llamaban si eras seleccionado. Yo me gané mi puesto. Volví a coincidir con Israel y estuve asistiendo a sus clases, todos los jueves durante un año. Leíamos y llevábamos nuestros escritos.

En el año 2002 un relato mío salió publicado en el libro Puro cuento, de la Editorial El Pez Soluble; y después del taller con Israel en el Celarg, formé parte del libro Voces nuevas, que editó la fundación con los textos de todos los participantes del curso.

Usualmente me llegan ideas o imágenes a la cabeza y me pongo a escribir. Siento que los personajes vienen y me caen de golpe. Para aquellos años iniciales eran cuentos oníricos, donde casi siempre estaba involucrada la muerte.

Yo escribía para mí. Entonces, cuando tuve 10 o 12 cuentos hechos, yo misma los imprimí, los fotocopié, y recuerdo que me fui a una especie de imprenta que yo conocía y los mandé a empastar. La tapa era verde. Así hice mi primer libro de cuentos. Apenas 10 ejemplares que luego regalé a mi familia y a mis amigos.

Después de salir de Pdvsa, entre los años 2002 y 2020, trabajé para Kraft, Shell y Pfizer, entre otras empresas. Seguía escribiendo, pero la dinámica del trabajo no me animaba a crear. Cuando terminaba los cuentos, los dejaba allí, medio engavetados. No volví a publicar.

Hasta que llegó la pandemia y tuve tiempo de sobra para pensar y para escribir.

Hablé con la esposa de Fedosy y le conté que yo siempre había tenido el deseo de publicar, que yo quería que él me dijera qué hacer para compartir mis cuentos con el público, porque no hacía nada teniéndolos guardados.

Fedosy me recomendó que publicara un libro con mis cuentos, así este saliera de modo digital o impreso; y me comentó de sus talleres de escritura. En ellos tú adquieres las herramientas básicas necesarias para lograr que tu cuento se entienda, porque tú necesitas una estructura para narrar aquello que imaginas o que te ha ocurrido”.

Durante la ceremonia, Bettina lucía emocionada. Atendió a todas las personas que se le acercaron para felicitarla y, a pesar de tantos estímulos externos, logró seguir el hilo de la conversación.

Le pregunté por su edad. Quería saber si esto no la frenaba al momento de soñarse escritora. La respuesta fue rotunda: “Para nada”.

“Siempre he leído mucho, quizás desde los 10 años de edad. Me resulta fascinante; y desde que tengo uso de razón quería escribir un libro. Creo que no hay nada mejor que un libro escrito. Ahora estoy en el mejor momento para escribir. He madurado, he obtenido las herramientas que necesito, he conocido a mucha gente, en medio de situaciones tan distintas, ¡he vivido tantas cosas!, que todo ello me permite plasmar eso en historias, pues hasta los personajes se me aparecen. Tengo la fluidez y la lucidez necesaria para escribir. Por supuesto, me queda mucho por aprender, pero ahora puedo decirte que estoy contenta y que me gusta el resultado de lo que escribo”.

Sobre el bautizo

La ceremonia fue bastante particular, o al menos muy cónsona con estos tiempos post pandémicos. De los diez autores del libro de cuentos No estamos tan locos como la gente dice, cinco no viven en Venezuela. Lo que no fue, en absoluto, impedimento para reunirse y crear.

Las autoras Patricia Carvallo y Bettina Steinhold escuchan, desde Caracas, a otra coautora del libro, Diana Pardo

En plena pandemia, los diez coautores del libro se enteraron del taller de narrativa que estaba dictando Fedosy Santaella vía online, y resolvieron postergar cualquier otra urgencia. Decidieron que la musa de la creación tendría prioridad en sus respectivas vidas y le dieron el merecido espacio protagónico que merece.

Así fue como Cecilia Montaña, Jimmy Rodríguez, Diana Pardo, Maximilian Jecklin, María Alecia Izturriaga, Yesmaira Benítez González, Pedro Luis Rosas, Patricia Carvallo, Bettina Steinhold y María Gabriela Brazón convergieron junto a su profesor, quien desde hace años está residenciado en México.

El día del bautizo los primeros cinco escritores saludaron al público que fue hasta Kalathos a través de una conexión de Internet. El resto sí estuvo en la librería y causaba emoción escuchar cómo todos, autores presenciales y virtuales, agradecían a su maestro Fedosy, quien los saludó de vuelta también gracias a la red:

“Cuando abrí este taller me di cuenta de que existía una magnífica coincidencia entre sus integrantes y el Decamerón, de Giovanni Bocaccio. En ese texto siete mujeres y tres hombres salen de Florencia, durante la peste bubónica, y se reúnen en un lugar apartado donde comienzan a hablar de sus vidas y a contarse historias.

Estos diez autores también escaparon de una peste. No se fueron al campo, pero durante el tiempo de la pandemia se reunieron y se contaron historias en ese espacio de Internet.

Fedosy Santaella guió el trabajo creativo de los diez autores, gracias a un taller de narrativa que les impartió vía online durante la pandemia

Sabemos que la pandemia dejó secuelas en la psique de las personas: sabemos de casos de violencia y también de casos de personas con depresión. Nosotros, en medio de ese caos, buscamos un sentido a nuestra vida a través de la escritura, y pasamos tiempo dándole a esa piñata.

Todos sabemos que un taller de escritura no es una chupetica dulce. Implica trabajo. Ustedes fueron sensatos, inteligentes y con paciencia, calma, e incluso amor, fueron aprendiendo. Ahora han quedado maravillosamente entrampados en la escritura, porque cada uno de ustedes tiene necesidad de ver y contar historias.

Les doy la bienvenida a esta legión deliciosa de los escritores. Seres que no están tan locos como la gente dice, pues quien escribe está buscando un sentido a su vida. No se escribe en el aire. Quien escribe ama al lenguaje, y no hay nada más maravilloso que descubrir y amar al lenguaje.

Yo les aseguro que les gustarán mucho todos estos relatos. En ellos hay miedo, hay drama, humor, ironía. Y si bien yo no escribí ninguno de esos cuentos, sí ayudé a que naciera este libro. Puedo decir que es una de las cosas que me llevaré a la tumba con satisfacción. Y me perdonan lo cursi, pero es muy bonito sentir que, gracias a este libro y al trabajo que hicimos en el taller, me acerqué al corazón de estas personas. Gracias”.

Los autores

Esta es la lista de los diez escritores con sus respectivos cuentos:

En su mayoría, los autores agradecieron a su maestro, Fedosy Santaella, por la paciencia que tuvo para enseñarles el amor por la escritura

Cecilia Montaña: “Blackbird”, “Los canarios de la abuela”, y “Volveré”.

Bettina Steinhold: “A fuego lento”, “Cierra la boca”, y “Con hache y doble ene”.

Diana Pardo: “El hombre que lo sabía todo”, “En esta casa ya no hay espacio”, y “Ruidos nocturnos”.

Jimmy Rodríguez: “Al fin llegaste”, “Un beso sin tiempo”, “Y con ustedes, Jimmy Fallon”.

María Alecia Izturriaga: “El club de las Buenas Vecinas”, “El plan perfecto”, y “Fue”.

María Gabriela Brazón: “¿Qué es lo que es?”, “Kópakonan”, y “Maleficio”.

Maximilian Jecklin: “Elsa”, “Bach para África”, y “El Esfinge”.

Patricia Carvallo: “Aquí no ha pasado nada”, “Loca por él”, y “Uno, dos, tres, dos, uno y así”.

Pedro Luis Rosas: “Autobuses”, “Institutos para el Cuidado de los Hombres”, y “Secuestro”.

Yesmaira Benítez González: “La madrastra”, “Las tres divinas personas”, y “Seda”.

La publicación de No estamos tan locos como la gente dice estuvo bajo el cuidado del equipo editorial que conforman el novelista y poeta Fedosy Santaella, la editora y periodista Luna Benítez, y el editor-fundador del sello editorial, Carsten Todtmann.

El diseño del libro fue de Carsten Todtmann y Pascual Estrada y la corrección estuvo a cargo de Luis Riera. El marketing editorial, y la difusión en los medios y en las redes sociales fue responsabilidad de la periodista y diseñadora María Verónica Marcano; y la ilustración de la portada, de Sigmund Freud, es obra de Fedosy Santaella.

Yesmaira Benítez González y Patricia Carvallo escriben dedicatorias para los lectores que acudieron al bautizo de su libro
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