Pese a que Venezuela no es un país de estaciones, su clima siempre se ha caracterizado por presentar épocas de intensas lluvias o fuertes sequías. Desde hace unos 4 años aproximadamente, durante la época de sequía, Caracas ha sido de las ciudades más afectadas por la presencia de calima, también llamada calina, producto de los incendios forestales.
Cuando aparece la calima o calina, que no son más que pequeñas partículas de polvo, ceniza, arcilla o arena suspendidas en la atmósfera, las personas comienzan a quejarse o experimentar un aumento en los casos de afecciones respiratorias, que asociadas al nuevo COVID-19 podrían desatar el pánico colectivo.
Ante esta situación la médico Marielly Herrera Maimone, pediatra inmunóloga y alergóloga, negó que la calima sea el culpable de los problemas respiratorios, sino que estos tienen que ver con el intestino. El enemigo no es la calima sino la inflamación. Hay que entender que la persona que tiene alergia no es por el clima, sino que tiene que ver con una condición crónica que generalmente tiene que ver con algún alimento que inflama al intestino.
Herrera, quien además forma parte de la junta directiva de la Sociedad de Alergia, Asma e Inmunología, explicó que en el pasado fue paciente de rinitis alérgica. Cuando uno cambia su realidad, las cosas dejan de afectarle de la misma forma. Esto cuesta mucho, en ocasiones duele, esto referente a la alimentación.
Yo les puedo hablar como alergóloga y como paciente, todo está en la decisión de curarse. Desde que nací hasta los 30 años, sufrí de rinitis y cada vez que iba al médico me recomendaban operación, pero por miedo nunca lo hice. Hasta que hace 20 años atrás, después de haber hecho el postgrado de alergología, me llegaron unos pacientes autistas y decidí hacer el tratamiento con ellos y eso me cambió la vida, dijo.
Relató que, al cambiar sus hábitos alimenticios, dejó atrás la rinitis y con ella el problema endocrinólogo que le sumaban 80 kilos demás: Cuando uno sufre de una enfermedad crónica, es porque algún provecho le está sacando. Esto duele aceptarlo, pero es lo primero que hay que aprender. El problema está dentro de uno, porque uno vive inflamado. La inflamación viene del sistema inmune que está ubicado en un 70% en nuestro intestino.
Eres lo que comes y piensas
Herrera insistió en que la calima afecta a quien ya sufre de intestino inflamado, porque la inflamación es previa, porque la persona no está comiendo bien. No se trata de un alimento que nos causa alergia, sino de algo que consumo que inflama mi intestino, así que al consumir esto que nos inflama el sistema inmune se vuelve loco y la reacciona ante los estímulos atmosféricos, como el ácaro, explicó.
Añadió que la mucosa respiratoria es una sola y cuando esta se inflama lo hace por completo. Todo empieza con los cambios de alimentación. También rechazó que los síntomas alérgicos se asocien al coronavirus COVID-19. La persona que tiene alergia o asma no es más susceptible a morirse por COVID; porque haya calima no quiere decir que van a aumentar los casos de coronavirus.
El COVID al principio se parece más al dengue que a una gripe común, porque la persona se tumba, los dolores son bastante fuertes. Mis pacientes que han tenido el coronavirus me han indicado que la afección respiratoria es de dolor, no hay ninguna enfermedad que presente dolor al respirar. Cuando uno tiene asma la sensación es que la persona no termina de sacar el aire, con el COVID no puedes mover el tronco, se parece más a un infarto, agregó.
Recordó que muchas veces el pánico o susto ante la dificultad para respirar, es lo que empeora la condición del paciente. El susto desencadena un cuadro más complicado. Cuando se trata de una crisis respiratoria lo que uno decide es lo que sucede. Tenemos que trabajar la respiración para no caer en pánico y desesperación, lo emocional puede matar más que el COVID-19.
Sobre los tratamientos recordó la importancia de no automedicarse. Para combatir los problemas respiratorios por los incendios forestales la recomendación es que, las personas que están en el área de fuego se protejan la boca y nariz con un paño húmedo para filtrar las partículas de ceniza. A los afectados por el humo, les recomienda nebulizarse con solución fisiológica o hacer respiraciones de contraste térmico, (vapor /aire fresco).