La noche inició con la voz carrasposa de Azier Cazalis entonando Las estrellas para llevar a sus fanáticos a los años 90, cuando Caramelos de Cianuro se consagraba como la banda de rock venezolana más cotizada del momento, tras su primera aparición en 1991.
Cuento una a una las estrellas, sé que todas ellas son flores que en el cielo, que crecen para ti…, se escuchaba a viva voz en el Tamanaco de Caracas. La euforia se hizo colectiva cuando los integrantes de Caramelos de Cianuro saludaron y agradecieron la presencia de la fanaticada.
La energía del rock alternativo, con influencias de punk y pop, sumados al ritmo caribeño de la melodía guaquera que mezcla salsa, merengue y gaita maracucha, despertaron las fibras de los casi mil asistentes al concierto de Caramelos de Cianuro y Guaco, donde el juego de luces y el sonido fueron los principales actores de la noche, sin dejar de lado el talento nacional de dos de las bandas más afamadas del país.
Cuando vi el anuncio del evento, pensé Caramelos de Cianuro y Guaco juntos no pegan ni con cola, pero igual decidí comprar la entrada para venir con mi novio porque nos salió súper bien, cada uno vino a ver a su banda favorita. Él muere por Azier y yo por Luis Fernando Borjas, dijo entre risas una muchacha de unos 25 años, que disfrutaba del concierto en compañía de su pareja.
Luego de una hora y 45 minutos de concierto, aproximadamente, Azier fue el encargado de despedir a los Caramelos, poco antes de bajarse de la tarima. Unos 30 minutos más tarde, las luces volvieron a destellar en el salón Miranda del Tamanaco, para anunciar que había llegado el momento de la Súper Banda de Venezuela, Guaco.
La voz de Diego Rojas se apoderó del espacio al ritmo de una de las melodías más antiguas de la agrupación, Cuatro estaciones, una canción que habla de un amor que duró poco y, como las estaciones del año, viajó de la primavera al frío invierno de la separación.
Me encantó el concierto porque me sentí retribuida por ambas bandas. Me molesta cuando vas al concierto de cantantes antiguos, que llevas toda la vida escuchando, y solo cantan las canciones nuevas o de su disco más reciente. Aquí no fue así, me sentí súper contemporáneo, comentó un señor de unos 40 año de edad, de canas en el cabello y la barba, vestido al estilo de Azier, con pantalones de cuero rojo, suéter negro y chaqueta de cuero.
El evento estaba pautado para comenzar a las 7:00 pm, según lo que decía el boleto, de teloneros se subió a la tarima la agrupación conocida como: La Rockola Unplugged, que versionó varias canciones de artistas nacionales e internacionales que se hicieron famosos en los 90 y 2000. Y se extendió hasta pasada las 3:00 am. El servicio, para el costo y el lugar, fue un tanto deficiente en cuanto a atención y puntualidad para la entrega de los pedidos.
Desde que llegué, y fui uno de los primeros en entrar al salón, pedí una ración de tequeños y otra de dedos de mozzarella. Después de una hora de espera el mesonero me dice que los tequeños se agotaron. Tampoco aprovecharon el viaje de traerme los dedos de mozzarella, me tocó pagar una diferencia para que me trajeran cubitos de pollo que llegó casi que al final del concierto, reclamaba un señor entrado en edad, de camino al estacionamiento al terminar el concierto.
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