Los hermanos Lugo murieron por COVID-19: su familia no pudo despedirse

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Cae la noche del martes 8 de septiembre y la familia Lugo no asimila lo que ha ocurrido. En las últimas 24 horas dos de sus integrantes, ambos médicos, fallecieron por COVID-19 en diferentes estados del país. Eran hermanos y la madre no sabía la segunda mala noticia cuando los cuerpos ya habían sido buscados para ser convertidos en cenizas o enterrados. 

Víctor Lugo murió la tarde del primer lunes de este mes y Edith, un día después, casi a la misma hora, y ante un protocolo que no incluye despedidas, los parientes se enfrentan a la decisión de cremación o entierro en fosa común.

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“Desde ayer estoy llorando. Lloro la muerte de mi primo ayer y la de mi prima hoy. En estos momentos todo es diferente porque antes podíamos trasladarnos a la funeraria a darnos apoyo, llorar y abrazarnos, pero ahora no se permite ni siquiera poderlos ver”, exclama Estela Lugo, quien admite tener días sin poder dormir.

El procedimiento de cremación que les indican consta de una espera de tres días para recibir los restos y no incluye una confirmación previa del cuerpo por parte de los familiares cercanos. En el caso de Víctor, “ninguno de nosotros reconoció el cadáver, sus compañeros médicos hicieron las diligencias porque si los allegados no se ponen las pilas todos los que mueren terminan enterrados en fosas comunes”, dice uno de los tíos de los hermanos. 

Aunque Víctor y Edith murieron en diferentes estados de Venezuela, Carabobo y Aragua, respectivamente, se contagiaron juntos. Víctor fue el primero en presentar síntomas y su hermana lo cuidó, pero al ver que empeoraba lo llevó al Hospital Central de Maracay, donde no lo aceptaron por falta de cupo. La solución que hallaron fue manejar hasta la capital de Carabobo para llegar al Hospital Central de Valencia, donde Víctor era intensivista. 

“Lo recibieron, le dieron una habitación para él solo y lo atendieron muy bien porque él era muy conocido allí por ser alguien caritativo y amable. Recuerdo que la última vez que lo llamé fue hace 20 días, solíamos hablar de deporte porque a ambos nos gusta, pero él estaba muy ocupado y yo le decía que se cuidara mucho. Al poco tiempo, mis primos me dijeron que estaba entubado. Duró así dos semanas hasta que el lunes le hicieron una traqueotomía y ese día murió”, explica Estela.

Debido a la falta de equipo de protección personal, Víctor Lugo se contagió mientras cumplía sus labores en el centro asistencial, y el 7 de septiembre su deceso engrosó la lista de personal de salud fallecido que realiza la organización no gubernamental Médicos Unidos Venezuela. Ese día y por la misma razón murieron otros cuatro médicos, tres enfermeros y un veterinario.

El contagio que Edith sabía

Cuando Víctor fue ingresado a su habitación en el hospital de Valencia, Edith regresó a Maracay, donde estuvo asintomática hasta hace una semana cuando sintió fiebre, guardó cuarentena y le dijo a su prima Estela: “Sabía que estaba contagiada porque estuve mucho con mi hermano”.

Edith se dedicó tanto a cuidar la salud de su hermano que cerró el consultorio de pediatría que tenía en su casa para poder dedicarse a atenderlo. Pero, según Estela, ella “se oía bien”. “No pensé que se fuera a agravar de esa manera; sin embargo, el lunes se la llevaron para la Clínica Lugo de Maracay y en la madrugada la entubaron”, cuenta Estela. 

Edith Teresa Lugo, apodada por sus allegados como “Teresita”, por su segundo nombre, murió el martes 8 de septiembre y forma parte el reporte más reciente de Médicos Unidos Venezuela, en el cual la cifra de personal fallecido aumentó a 150.

“La gente todavía cree que es un juego, pero la COVID-19 mata rápido. Mi prima no duró hospitalizada ni 72 horas, y como familia somos testigos que mis dos primos, quienes eran sanos y menores de 50 años, murieron por esta enfermedad”, expresa Estela.

La familia Lugo, integrada en su mayoría por médicos, pudo enterrar el cuerpo de “Teresita” en el panteón familiar en la madrugada de este miércoles, pero se desconocen mayores detalles. Ese día también fueron entregadas las cenizas de Víctor a la mayor de los tres hermanos, Irina, pero queda este dolor que “no se lo deseo a nadie”, dice Estela.

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