El expresidente Chávez –estratega militar– en su última participación como candidato presidencial, el 7 de octubre 2012, insistía en su estrategia de psicología polític. Era que ganaría su reelección con “10 millones de votos, no acepto menos de eso”. Pero los líderes políticos de la revolución sabían que se fijaba un difícil desafío para llegar a ese tope.
Por otro lado, muchos analistas, según su lógica, lo acusaron de ambicioso porque los mejores tiempos de credibilidad, gestión y popularidad del comandante habían pasado. Es decir, era tangible su caída electoral. Era la estrategia de Chávez, dar la sensación de que su victoria era fácil ante su contendor político.
Si vinculamos todas las elecciones a partir de 1998, las estrategias juegan un espacio significativo para la sobrevivencia de la oposición o el continuismo del gobierno. Ahora bien y gravitando en nuestro país, para nadie es un secreto que existe una guerra de estrategias por el tema del revocatorio. Es evidente y tangible el choque entre oposición y gobierno, que cada día parece agudizarse más.
En el contexto electoral, la tendencia histórica refleja cómo se mueve el voto chavista vs. el voto opositor, revelando una oposición cada vez más fortalecida y hasta favorita para alcanzar un contundente triunfo en el referendo revocatorio presidencial.
Es axiomático, la oposición venezolana manifiesta, según nuestros últimos estudios, sentirse más motivada para acudir a este significativo evento electoral. Motivos sobran, obviamente. La mayoría de los venezolanos no perciben el CNE confiable; sin embargo, cada día la intención de voto crece de manera cuantitativa. Seguramente la crisis económica, social y política potencie ese más de 80% que desea votar por el cambio de gobierno, vinculando esa motivación a una mejor calidad de vida que merecen todos los venezolanos.
El análisis se desliza de manera directa por la crisis económica que viven los venezolanos. Es compleja, hasta humillante, cuando toca hacer colas en un país rico, pero técnicamente quebrado. La agudeza de la crisis es un indicador que manifiesta de manera fáctica o científica que la revolución necesita de una urgente revisión o refundación si quiere seguir democráticamente en el escenario político electoral. Es realidad es una variable interviniente que motiva votar por el cambio político en el año 2024, fecha de las elecciones presidenciales en nuestro país.
Venezuela marcha por una realidad incoherente desde un análisis lógico. Se habla de una economía socialista que no es más que en la práctica un capitalismo. Pero la contradicción dentro del paradigma marxista es que el gobierno de Maduro ha utilizado abiertamente sus propias fuerzas de dominación para afianzar una poderosa y pequeña clase social emergente, dueña de las grandes decisiones económicas en el país.
La compleja crisis política según nuestros análisis ha activado la incertidumbre, angustias, bravura, desesperación y tensiones entre los miles de venezolanos. Además, estos análisis reflejan la gran mayoría de la población venezolana aspira a un cambio de gobierno, incluso un grupo significativos de chavistas desean que se vaya Maduro del poder central. No obstante, es fácil decirlo, difícil es creerlo.
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