La geopolítica y los negocios muchas veces dan lugar a relaciones que podríamos llamar «tóxicas».
Un ejemplo reciente es la autorización que Estados Unidos ha concedido a la petrolera francesa Maurel & Prom (M&P) para seguir operando en Venezuela, a pesar de las sanciones impuestas por Washington al país sudamericano.
Esta licencia, concedida el 3 de mayo y con vigencia hasta el 31 de mayo de 2026, permite a entidades y bancos estadounidenses colaborar con M&P en el marco de sus actividades en Venezuela. Esto significa que la empresa francesa podrá seguir operando en el país, a pesar de las restricciones impuestas por Estados Unidos.
La noticia fue recibida con entusiasmo por parte de M&P, cuyas acciones se dispararon más de 6% en la Bolsa de París poco después del anuncio. Sin embargo, esta no es la primera vez que Washington hace una excepción en sus sanciones a Venezuela. Empresas como Chevron ya habían recibido licencias similares en el pasado.
La relación entre Estados Unidos y Venezuela ha sido tumultuosa en los últimos años, con sanciones que han contribuido a agravar la crisis económica de nuestro país. Sin embargo, en medio de este contexto tenso, las licencias concedidas a empresas petroleras parecen indicar que, al menos en el ámbito económico, hay espacio para ciertas excepciones.
Por otro lado, la OFAC del Departamento del Tesoro estadounidense también prorrogó la Licencia General Nº 8N hasta el 15 de noviembre de 2024 a compañías de servicios petroleros en Venezuela, como Halliburton, Schlumberger Limited, Baker Hughes Holdings LLC y Weatherford International.
Esta licencia les permite realizar las transacciones y actividades necesarias para la seguridad y la preservación de sus activos en el país sudamericano, aunque con ciertas limitaciones.
Entre las actividades autorizadas se encuentran el pago de impuestos locales, la compra de servicios públicos en Venezuela, el pago de salarios a empleados y contratistas, y la participación en reuniones de accionistas y juntas directivas. Sin embargo, actividades como la perforación, elevación o procesamiento de crudo, así como la compra, venta, transporte o envío de productos derivados del petróleo de origen venezolano, siguen estando prohibidas.
Sin duda alguna conveniente
La relación entre empresas petroleras extranjeras y Venezuela, en medio de las sanciones impuestas por Estados Unidos, podría describirse como una relación «tóxica» pero, paradójicamente, conveniente para ambas partes.
Mientras las empresas petroleras puedan seguir operando nuestro país, a pesar de las restricciones impuestas por Washington, parecen dispuestas a mantener esta relación, al menos por el momento.
Pero ¿qué beneficios podría traer esta situación para Venezuela?
Aunque las sanciones han contribuido a agravar la crisis económica, la presencia de empresas petroleras extranjeras podría significar un impulso para nuestra maltrecha economía. La inversión extranjera en el sector petrolero venezolano sin duda alguna ayuda a reactivar la producción de crudo, que ha disminuido considerablemente en los últimos años debido a la falta de inversión y la mala gestión.
Un aumento en la producción de petróleo se traduce en un aumento de los ingresos para el país, que podría utilizar estos recursos para impulsar nuestra economía y mejorar las condiciones de vida la población. Además, la presencia de empresas extranjeras en el país podría generar empleo y fomentar el desarrollo de la industria petrolera local, lo que a su vez podría tener efectos positivos en otros sectores de la economía.
Para el sector petrolero venezolano, la presencia de empresas extranjeras también podría ser beneficiosa. La colaboración con empresas internacionales podría ayudar a mejorar la eficiencia y la tecnología en la industria petrolera venezolana, lo que a su vez podría aumentar su competitividad a nivel mundial.
¡Vamos rumbo al millón de barriles diarios!