En el estado Yaracuy se sembraron aproximadamente entre 20 y 25 hectáreas de maní en el año 2023, lo que equivale a unas 12.500 toneladas de este rubro. Una caída drástica en la producción si se compara con años anteriores cuando se sembraban alrededor de 50 y 60 hectáreas.
«La producción en Yaracuy debe estar por el orden de unas 12.500 toneladas de maní, de las cuales más de 7.000 toneladas van para el consumo local y alrededor de 5.000 toneladas de maní para la distribución y comercialización en todo el territorio nacional», dijo Maurizzio Gallo, productor de maní en ese estado.
Explicó que son varios factores los que afectan la productividad de los agricultores en la entidad, entre ellos, la falta de financiamiento, la escasez de gasoil y la competencia desleal que genera la importación de maní a Venezuela.
«En comparación con años anteriores, la producción ha disminuido muchísimo. Las importaciones de maní también nos tienen muy golpeado porque compran por container y venden el maní barato, aunque la calidad es menor a la que nosotros producimos. Pero lo venden más barato y eso abarata el precio de la producción nacional y en este caso, en la producción de Yaracuy», apuntó Gallo.
Señaló que, por esa razón, «al precio que hay que vender el maní no da para satisfacer las necesidades» de los productores, que trabajan con sus propios recursos sin ayuda del Estado.
Asimismo, enfatizó que «la producción de maní en Yaracuy está completamente por el suelo», debido a que reparar los implementos y herramientas para poder producir «está muy costoso, ya sea disco de rasta o chumaceras».
La escasez de gasoil es otro de los grandes problemas que enfrentan los protectores yaracuyanos. «La estación de servicio La Catalana está vendiendo el gasoil a 0,70 centavos de dólares el litro y eso es cuando llega, porque no llega casi. Uno tiene que rebuscarse, pagar el gasoil a 1 dólar para poder movilizar un tractor o una máquina», dijo el productor de maní.
A pesar de las adversidades, Gallo resaltó que los agricultores de Yaracuy continuarán apostando a sus tierras y la productividad del país. «Si Dios quiere, cuando lleguen las lluvias en abril o mayo vamos a comenzar a preparar el terreno. Voy a sembrar unas 15 o 16 hectáreas y mis colegas de siembra, también tienen un estimado de unas 20 o 25 hectáreas», afirmó.