“Tienes que buscar que una persona regrese a comer lo que tú hiciste, porque se quedó con ese sabor en el paladar”

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La voz de Jeannifer Contreras es tan dulce como todos los postres que ofrece su emprendimiento gastronómico @antojitos.jeanni.

Este miércoles 28 de junio estuvo como aliada comercial con una muestra de sus alfajores, sus polvorosas, sus galletas artesanales de vainilla y sus brownies en el Wave Tech Hub, de La Trinidad; donde se realizó el evento “¿Cómo manejar las comunicaciones corporativas en la era de la inteligencia artificial?”.

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La conferencia, organizada por HispanoPost y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, reunió a personas perseverantes como ella quienes deciden continuar en el país y ofrecer productos alimenticios de calidad.

Recuerda que hace varios años trabajaba como promotora en un banco que fue intervenido por el Estado. Luego de esto, obviamente, se quedó sin empleo, y fue así como arrancó a preparar sus suculencias; aunque no tenía experiencia previa en el área.

En su casa de infancia siempre hicieron dulces. Por eso evoca con amor los sabores de su mamá y su abuela.

Cuando se casó preparaba postres para sus hijas y luego, por estas circunstancias de desempleo, arrancó su negocio personal.

Si lo vemos desde este presente, Jeannifer cuenta su historia brindándote un trocito de brownie, dándote consejos, riéndose mucho; pero al principio no fue tan fácil. Como nada que verdaderamente importe en la vida.

Pudiéramos decir que su evolución fue armónica, natural, serena. Como si fuese una plantica frágil que poco a poco, de tanto regarse y de tanto calentarse con los rayitos del sol, fue agarrando cuerpo.

Arrancó con unos ponqués. Después hizo galletas, y de allí pasó a las tortas de zanahorias.

Un buen día, lleno de fortuna adicional, una amiga le encargó para revender.

De allí la cascada de amor ha sido indetenible. Al día de hoy ofrece alfajores, polvorosas, galletas artesanales de vainilla, limón, canela, ajonjolí y avena; brownies, tortas de zanahoria, de cambur, y la red velvet cake; entre otros.

Asegura que la idea de su trabajo es rescatar recetas que nos recuerden nuestra tradición. Ofrecer repostería artesanal conservando sabores originales y usando productos naturales. Que no sean tantas las esencias que se empleen, sino que sean las más básicas: las que nos lleven a conectarnos con aquella avena de la abuela, o con las polvorosas que no faltaban en la mesa un domingo.

“Todo esto ha sido un proceso. Yo construí mi propia red de distribución. Vivo en Hoyo de La Puerta, y para empezar a vender formalmente bajé a Baruta y me caminé el pueblo desde la entrada hasta la plaza. Así empecé.

Comencé con una amiga que vendía mis postres. Después me fui y saqué mi facturero. Empecé a vender en cafetines. Posteriormente, vino la escasez de harina. Necesitaba sacar un código de Sunagro, Superintendencia Nacional de Gestión Agroalimentaria; y para eso tenía que tener un registro mercantil.

Tuve que hacer ambas gestiones y me fue bien. La verdad es que siempre he conseguido gente que me ha orientado, que me ha apoyado, que ha estado allí, que siempre me ha permitido continuar”, dijo.

La fe necesaria

“¿Qué se necesita para emprender en Venezuela, qué es indispensable?”, le pregunto. Responde que, aunque suene cliché, si tú no crees en ti, nadie lo hará.

Lo más exigente de su trabajo cree que es mantenerse y alimentar las redes sociales. Especialmente Instagram: “Se me hace muy difícil tomar una buena foto. Hacer una red de acción y poderla montar”.

Y para que el negocio sea rentable propone franquearse y definir qué es lo que realmente se quiere hacer.

“Si quieres hacer cualquier cosa, haces cualquier cosa. Pero si quieres mantenerte, tienes que preservar lo que originalmente hiciste. Yo no puedo ofrecer una torta tres leches por una de dos leches y un litro de agua. Eso no se hace.

No sólo dañas el producto, sino dañas tu credibilidad porque las personas que te compran una vez no te comprarán más nunca. Cómo pretendes conservar a un público fiel si no respetas la calidad de tus ingredientes, y no conservas las recetas como son.

Vender alimentos tiene su encanto y la gente tiene que conectar con eso. Tienes que buscar que una persona regrese a comer lo que tú hiciste, porque se quedó con ese sabor en el paladar. En el recuerdo”, añade.

Confiesa que, si se le preguntara a su hija Caroline por las finanzas y ganancias de su emprendimiento ella diría: “¡Mi mamá es un asunto!”.

Pero asegura que el negocio sí es rentable, sólo hay que organizarse y conforme se reciban los ingresos, debe saberse cuánto se volverá a invertir.

No abarcarlo todo es otra de las recomendaciones de Jeannifer. Ese es también otro error: “Si yo sé hacer tortas y no sé del manejo económico, tengo que buscarme a alguien que se ocupe de esa responsabilidad. De hacer proyecciones, de buscar créditos, de precisar cómo invertir, cómo aprovechar esos recursos y así».

Es importante contar con una persona o un equipo que mire al horizonte y se pregunte cómo llegar a ese punto; que podría ser un espacio físico, por ejemplo. Todo eso requiere de proyección a largo plazo, explica.

“Una cosa te lleva a la otra. Comencé con unas paletas y una batidora, y hoy en día tengo más utensilios para trabajar y siempre ando comprando una que otra cosita, que siempre hace falta.

También es importante prepararte. Todos los días se aprende algo nuevo.

Quizás el día a día, el sistema, te lleve a otro rumbo; y tú tienes que seguir identificado con tu propio camino: ser fiel a tus recetas originales, que conservarás, y ofrecer siempre productos de calidad”, agregó.

La atención a la clientela con educación, con respeto, con amabilidad, es algo que parece obvio pero igual Jeannifer aprovecha la conversación para recordarlo.

Así como también enfatiza que se debe ser constante al momento de ir a vender y al momento de ir a cobrar acompañado, siempre, con una sonrisa. Alegría y armonía serán las reglas.

“Tienes que ofrecer un gentilicio muy especial. Al final, todo es energía. No es lo mismo que yo llegue con una sonrisa a venderte algo especial y te ofrezca, incluso, crédito; a que yo llegue con una energía de problemas. Nadie quiere cargar con tus problemas porque de broma pueden con los suyos. No puedes salir a vender con cara de hambre ni de necesidad”, concluyó la repostera.

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