Todo depende de tus expectativas

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La coordinación entre el G4 (encabezado por Guaido) y el grupo de opositores que arrancó el proceso previo de negociación por condiciones electorales (representado por Capriles) es la mejor noticia del entorno político reciente y abre compuertas reales a la negociación.

Hay tres condiciones para que la negociación tenga más posibilidades que las que han tenido los intentos anteriores: ambos (gobierno y oposición) deben estar dispuestos a negociar (lo que ya ocurrió), deben reconocer quién es su contraparte (que también ocurrió) y deben calibrar sus expectativas para evitar frustaciones (la tarea pendiente).

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Está claro para todos (lo reconozcan o no) que Maduro no va a negociar su permanencia en el gobierno y que la oposición no tiene la fuerza suficiente para obligarlo a salir. Esa información cambia el objetivo sobre el que se medirá el éxito o el fracaso de este proceso.

Cuando la oposición acepta entrar a la negociación, sabiendo que no conseguirá la salida rápida de Maduro, lo que busca es resolver problemas graves de la gente (la arista humanitaria) y rearticularse para superar la irrelevancia a la que la condena la abstención y la ausencia de resultados.

Queda claro que el éxito o fracaso de esta negociación para la oposición no es terminar con Maduro y su gobierno a corto plazo (que sería un fracaso pre cantado), sino lograr acuerdos sectoriales y parciales que mejoren las condiciones de la gente y su capacidad de lucha futura. 

No es un dilema entre negociar o no, sino entre replantear la lucha en un horizonte de tiempo acorde con tus posibilidades o seguir la estrategia basada en ilusiones falsas que pulverizaron las esperanzas de cambio y la conexión de los liderzgos políticos opositores con la población.

Al entrar a este proceso, los actores opositores abren oportunidades que estaban cerradas. Pero, ¿cuáles son los retos ahora que inicia la negociación? Pues, como siempre, enormes, difíciles y peligrosos. Esto apenas comienza contra un adversario que también buscará ganar, planteando un juego suma cero, que intentará que el otro pierda… y claro que se puede perder.

La oposición deberá plantear (inteligentemente) esta negociación en tres partes. 1) ¿Qué se necesita previamente para comenzar la negociación de manera estable? 2) ¿Qué se puede acordar a corto plazo y qué intercambiar por ello? y 3) ¿Cuáles son los acuerdos integrales de largo plazo?

1) Antes de empezar, las partes deben poner sobre la mesa aquello que permita un ambiente propicio. El gobierno: dar garantías inmediatas de libertad de participación política. La oposición y sus aliados: resolver temas humanitarios (vacunación, alimentación, medicinas y combustible). No puedes negociar la libertad de participar en política y hacer oposición. Eso es necesario para negociar y no se puede negociar la liberación de sanciones que limiten necesidades básicas, porque no se negocia con la vida. 

Eso indica que el primer nivel de la negociación arranca poniendo sobre la mesa la garantía refrendada internacionalmente de que nadie que participe en política hoy será amenazado, perseguido o apresado y eso no se negocia. Se obtiene para negociar.

La oposición usará las sanciones como parte fundamental de su poder de negociación. Y exigirá un quid pro quo (algo a cambio) y si los acuerdos son parciales, también lo serán las cesiones. Pero hay sanciones que han causado daño a la gente y no al gobierno. Esas deben liberarse ya.

Maduro debe levantar inmediatamente toda barrera a la entrada de ayuda humanitaria, empezando por vacunas. La oposición debe solicitar el levantamiento previo a la prohibición de importación de diésel, pues limita transporte y producción de alimentos, medicinas y ayuda humanitaria.   

Los acuerdos de intercambio de petróleo por alimentos también son una medida indispensable para atender una necesidad humanitaria y es vital que la gente coma, se desplace, reciba vacunas y tenga servicios sin condicionarse a una negociación política que puede durar meses o más. Ninguno de estos elementos se puede colocar como condición para la negociación, pues es equivalente a poner la calidad de vida como moneda de cambio.

2) En el segundo grupo está la negociación rápida. Esa que llega a acuerdos sectoriales y parciales económicos y políticos, liberación de presos políticos, condiciones electorales para eventos inmediatos (incluyendo regionales) y flexibilización de algunas sanciones.

3) Finalmente, hay una negociación que debe separarse del resto, que mira la solución integral e incluye condiciones para rescatar la democracia y los derechos políticos hasta llegar a una eleccción presidencial decente. Eso requerirá más tiempo y necesitará de los dos anteriores para avanzar. Es cierto que confiar en acuerdos de largo plazo en Venezuela podría parecer ingenuo. Pero incluso si el gobierno planeara irrespetar luego los acuerdos, estos tienen impacto fundamental e indispensable. Servirán para unificar el objetivo común de lucha de la oposición. Y solo eso vale la pena. 

Foto: @dieguisimo

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