Según declaraciones del presidente Nicolás Maduro, el transporte público está en colapso por las protestas generadas durante abril, mayo, junio y julio de 2017. Sin embargo, transportistas y usuarios aseguran que la crisis en este servicio se debe a la falta de importaciones de rubros básicos para el mantenimiento técnico de las unidades.
De 300 unidades de la línea Casalta – Chacaíto, que trasladan en la ciudad a más de 17 mil usuarios por día, solo 60 están plenamente operativas, por ello las calles de Caracas y de sus periferias hierven con los pasos de quienes caminan largas distancias o se apilan unos con otros por subirse a carros particulares.
Hasta 2015, los transportistas tuvieron acceso a dólares preferenciales (en Venezuela existe control de cambio) para comprar sus insumos mecánicos. No obstante, a razón de la crisis económica Maduro revocó este permiso, sin garantizar las importaciones necesarias para el sector. La escasez llevó a limitados comercios a vender de manera informal los repuestos que consiguen en la frontera a elevados costos.
El pronóstico no es alentador. El Estado no da respuestas a los reclamos de los transportistas. Los usuarios, por su parte, gastan entre 16% y 45% del salario mínimo (177.507,44 bolívares mensuales) en pagar carros no aptos para el transporte público, que cobran entre 1.500 y 4.000 bolívares diarios.
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