La época dorada de la selección colombiana de fútbol coincidió con uno de los episodios más negros para la historia del balompié: el asesinato del defensa Andrés Escobar.
Tras anotarse un autogol en un partido de fase de grupos que enfrentaba a Colombia y Estados Unidos en el Mundial de 1994, la selección cafetera quedaba eliminada del torneo, un auténtico despropósito, ya que en todas las apuestas los colombianos se mostraban como los aspirantes para alzarse con el torneo.
Pocos días más tarde de la eliminación, Andrés Escobar, considerado por muchos como uno de los mejores defensas centrales de la historia del fútbol colombiano, fue asesinado en Medellín en una de las noches más aciagas que se recuerdan en el país.
Su muerte, vinculada por muchos con el narcotráfico y las drogas, marcaron y lastraron el nivel de la selección, que no ha vuelto a encontrarse con las sensaciones de aquella época.
Luis Carlos Perea, compañero y amigo de Escobar en la saga de Colombia, rememora en exclusiva con HispanoPost la concentración del fatídico Mundial, sus momentos con Escobar y las consecuencias de su muerte.
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