El 18 de febrero de 1983 quedó marcado en la historia de Venezuela como el famoso ‘Vienes Negro’. Ese día el gobierno del presidente Luis Herrera Campíns anunció al país el fin de la libre convertibilidad del bolívar a 4,30 y la instauración de un control de cambio. Este hecho fue el primero de una serie de devaluaciones similares a lo largo del tiempo, y acarrearía problemas en el pago de la deuda externa, deterioro del poder adquisitivo de la población y una fuga de divisas.
Al recordar esa fecha, el economista José Guerra manifestó que el ‘Viernes Negro’ “significó el fin de la estabilidad monetaria en Venezuela, que se fue construyendo a lo largo de los años 30, 40, 50, 60 y que acabó en el año 1983 un 18 de febrero”.
Explicó que todo lo ocurrido ese año fue el resultado de una acumulación de problemas. “Desde mi punto de vista se comenzaron a gestar en el inicio del gobierno de Carlos Andrés Pérez, en el año 74, cuando optó por un programa súper expansivo de la economía, aprovechando los altos precios del petróleo, en un plan que pretendió industrializar a Venezuela en corto tiempo y eso llevó a un ritmo de endeudamiento que no pudo ser sostenido”.
Sin embargo, Guerra aclaró que ya para los años 1976 y 1977 se empezaron a ver signos de dicha crisis a través de la “acumulación de deuda” y “cuando los precios petroleros disminuyeron a partir del año 1977 sencillamente la situación se tornó insostenible”.
Agregó que para 1978, durante el último año del presidente Pérez, “ya los déficit de la balanza de pagos y la cuentas fiscales eran muy pronunciado; sin embargo, la crisis no estalló en el 79, porque vino la revolución de Irán a comienzos de ese año. Los precios se elevaron y se tapó la crisis, pero allí estuvo el efecto de esa acumulación de deudas que no se podía sostener. Una expansión de la economía con tasas muy elevadas que daba la sensación de que había despegado definitivamente, pero sobre bases muy muy débil”.
El experto enfatizó que el ‘Viernes Negro’ “es la acumulación y la expresión de esa trayectoria que trajo la economía venezolana, agravada por la gestión económica de Luis Herrera Campíns, que fue un auténtico desastre, manteniendo el tipo de cambio fijo cuando lo recomendable es que hubiese sido un ajuste de la tasa de cambio sin aplicar un control de cambio”.
Asimismo, sostuvo que la economía venezolana a partir del 18 de febrero del año 1983 “perdió totalmente la estabilidad monetaria que fue una de sus virtudes y que le permitió crecer con baja inflación durante cerca de 40 años”.
“El viernes negro es una especie de impronta en la memoria económica de Venezuela de lo que no debe hacerse, porque desde allí estaban planteadas dos alternativas. La de Leopoldo Díaz Bruzual, que era el presidente del Banco Central y que estuvo un manejo pésimo de la economía, propiciando salidas de capitales. Su tesis era que había que hacer una devaluación lineal del Bolívar y dejar la libertad cambiar. Y la tesis del ministro Arturo Sosa, que era la de hacer una evaluación aplicando un control de cambio y está fue la tesis que prevaleció. Venezuela implantó el control de cambio. El ‘Viernes Negro’ es una marca que tiene Venezuela y todavía está a gravitando sobre los venezolanos”, expresó.
El también integrante del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) afirmó que las secuelas del ‘Viernes Negro’ se siguen sintiendo en la actualidad. “Están allí y ¿en qué forma están allí? Bueno, en la forma de una repetición de controles de cambio que se aplicaron. Por ejemplo, Lusinchi dejó el control de cambio con variedad, con modificaciones, ajustado a la tasa de cambio en unas ocasiones. Llega Carlos Andrés Pérez y lo desmonta, cosa que fue totalmente correcta, pero luego vuelve el control de cambio con Caldera dos y se elimina en el 96, pero lo vuelve a implantar Hugo Chávez en febrero de 2013 hasta prácticamente 2018”.
Guerra destacó que la “mala costumbre de los controles de cambio viene del 18 de febrero del año 1983 y quedó como una lección no aprendida de lo que no debe hacerse en materia de política económica, porque los controles de cambio definitivamente no funcionan”.
Además, agregó que la crisis que “arranca con fuerza” en 2014 es “responsabilidad del madurismo porque si bien es cierto que Caldera le entrega a Chávez un país sin deuda, porque prácticamente Caldera se dedicó sus dos últimos años a pagar deuda externa, la economía estaba contraída, la producción petrolera estaba cayendo”.
Sin embargo, Guerra recordó que Chávez y Maduro “han recibido más de un billón por exportaciones petroleras y el resultado es que ha sido una industria petrolera en bancarrota, que produjo menos en el año 2021 que lo que produjo en el año 1938 o 1940, un país empobrecido, un país endeudado”.
“Chávez ha sido el hombre o el presidente que más endeudó a Venezuela y superó la marca que tenía Carlos Andrés Pérez. De manera tal que toda la crisis que estamos viendo ahora en Venezuela, es la crisis de las políticas económicas erradas que aplicó la administración Chávez y Maduro, que en alguna medida se parecen a las que aplicó Pérez en los años 73, 74 y 78, que fue una expansión desmedida del aparato estatal como agente económico y endeudamiento”, aseveró.
La abundancia petrolera nos hacía creer que esa abundancia era permanente
Por su parte, el economista y profesor universitario, Juan Carlos Guevara, dijo lo primero que le viene a la mente con el ‘Viernes Negro’ es el fin de la estabilidad del tipo de cambio, pero ·fue también el fin de la ingenuidad en el manejo de la política económica que teníamos en Venezuela producto de la abundancia petrolera que nos hacía creer que esa abundancia era permanente y no era así”.
Guevara agregó que en 1983 “había que aprender” a manejar la política económica en función del flujo de ingresos petroleros y del flujo de divisas. “Hasta ese momento parecía que la volatilidad de los ingresos petroleros no tenía nada que ver con el tipo de cambio, cuando efectivamente sí tiene que ver. Ese día se rompió la magia, ya no hubo manera de mantener aislado la economía interna de lo que ocurría en el exterior con nuestra economía externa. Eso fue el inicio de un lento aprendizaje que hemos tenido en el país en cuanto a aprender a manejarnos con la flexibilidad que se requiere para un país petrolero como lo fue y como lo sigue siendo Venezuela”.
El economista considera que el ‘Viernes Negro’ “marcó profundamente la economía venezolana”, debido a que se “acabó la estabilidad de ser un país que teníamos la capacidad de proyectarnos en el mediano y largo plazo, porque siempre damos como un hecho la estabilidad cambiaría, de pronto nos vimos con que no teníamos ningún tipo de estabilidad a partir de ese momento. El tipo de cambio ya no era un valor fijo, muchas empresas que tenían endeudamiento externo en divisas de pronto vieron cómo se les multiplicó su deuda en bolívares”.
Por último, aseveró que las “consecuencias de aquel momento de alguna forma aún se siente, porque aprender a manejarnos en volatilidad no ha sido para nada fácil. El país no ha podido diseñar un esquema o una estrategia económica de largo plazo y a partir de ese momento, que era aún más urgente, pues tampoco se abordó. No obstante, pienso que como toda crisis tiene su parte positiva, nos hemos visto obligados a aprender a manejarnos dentro de la crisis, a entender que nuestra situación exige un diseño de políticas de mediano y largo plazo. Y, tengo la esperanza de que en algún momento, o más temprano que tarde, se llegue a poder controlar esa situación”.