Cada barril de crudo suma en el mercado internacional incluyendo el venezolano: las sanciones lo impedirían

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En medio de la escalada de violencia en el Medio Oriente por el conflicto entre Israel y Hamás y su posible extensión a Irán -el tercer mayor productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo-, la guerra de Rusia contra Ucrania, que ha comprometido a varias refinerías, y el mantenimiento de recortes en la producción de los países integrantes de la OPEP, las economías del mundo han vuelto a poner la lupa sobre los precios del llamado “oro negro”.

En lo que va de abril, las cotizaciones del crudo han experimentado un resurgimiento: a principios de mes, el precio del crudo Brent superó la barrera de los 90 dólares por barril, lo que representa una subida de 16% desde principios de año, según analistas. Incluso, no descartan que pudiese alcanzar los 100 dólares por barril.

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Al respecto, Dolores Dobarro, exviceministra de Energía y Minas, abogada y asesora en materia de energía, explica que la presión al alza en los precios del crudo se debe a factores netamente geopolíticos más que estructurales de oferta y demanda. Por ello, “la producción, que evidentemente es un factor de presión en el precio, no es en el presente un factor decisivo, ya que pesan más las variables geopolíticas y de potenciales conflictos”.

En cuanto al papel que Venezuela podría jugar ante el aumento de los precios del petróleo, la experta asegura que debido a los actuales niveles de producción es “poco lo que puede aportar a manera de influenciar la oferta del mercado petrolero”.

“En el presente la producción venezolana no llega al 1% de la producción de crudo mundial, por lo no se percibe gran influencia especialmente en los precios”, señala, aunque reconoce que el crudo venezolano “siempre es importante porque forma parte del suministro en general; sin embargo, diría que no es determinante”.

En ese contexto, el economista Luis Oliveros advierte que si bien Venezuela “tiene mucho tiempo que dejó de ser un actor importante, cada barril que se pueda meter en el mercado es un barril menos del cual hay que preocuparse. La contribución de Venezuela en el mercado internacional es muy poca, pero es contribución al fin”.

Francisco Monaldi, economista y director del Programa Latinoamericano de Energía del Instituto Baker de Políticas Públicas en la Universidad de Rice, también es de la opinión que el petróleo venezolano en este momento no juega un rol muy importante en el mercado.

Explica que si se ve desde la perspectiva de cuando llegó en el año 2020 a menos de 400.000 barriles diarios y hoy se produce más del doble de eso, “sí es un incremento importante”. Pero si se analiza en el último año y medio, es apenas 100.000 barriles más, que es menos del 0,1% del mercado petrolero mundial. “Es decir, no es una cantidad significativa”.

No obstante, asevera que la expectativa de que la producción venezolana pueda incrementarse en el futuro “pudiera ayudar a que el precio del petróleo no subiera tanto. Pero como la expectativa es modesta por lo pronto, dado todos los temas de la industria petrolera venezolana y las sanciones, entonces no hay demasiado impacto”.

Impacto de la reimposición de las sanciones económicas a Venezuela

Son precisamente esas sanciones económicas, de acuerdo con expertos, las que pondrían nuevamente en una situación muy comprometida a la industria petrolera venezolana, haciendo más cuesta arriba la posibilidad de que pueda incrementar la producción.

Así que la posible reimposición de estas medidas a partir del 18 de abril, que es cuando vence la Licencia General 44 que autoriza a empresas petroleras negociar con Venezuela, no son buenas noticias, asegura Luis Oliveros.

“No creo que vayamos a tener el escenario de sanciones tan fuerte como el que tuvimos hasta octubre del año pasado, pero es un escenario que hay que tener muy en cuenta porque no se han llegado a los acuerdos a los que se tenían que llegar en temas políticos y eso va a tener un impacto en la economía y en la industria petrolera venezolana”, indica.

A su juicio, “eso le va a quitar a Venezuela oportunidades para crecer en lo petrolero. También quita oportunidades para crecer en lo económico, le genera un ruido muy fuerte e innecesario a la economía venezolana”.

Considera que las sanciones no son la solución a los problemas de Venezuela. “Es sumar más problemas a un país y a una economía que tiene innumerables inconvenientes. La amenaza de reimponer las sanciones económicas es una mala noticia”.

En la industria petrolera venezolana tendría dos impactos la no renovación de la Licencia General 44, de acuerdo con Francisco Monaldi. En primer lugar, el crudo venezolano que se está exportando en este momento a la India y China pasaría al mercado negro de nuevo, “lo que significa todo este flujo opaco de dinero por corrupción”.

A su vez, significaría que Venezuela recibiría menos dinero por esos barriles porque los descuentos serían mayores y las dificultades de cobro volverían a incrementarse de manera sustancial. Y eso podría tener un impacto en términos de flujo de ingresos en Venezuela, añade.

El segundo impacto tiene que ver con la disponibilidad de diluyentes para el crudo venezolano extrapesado, ya que en este momento se cuenta con la autorización de Estados Unidos para importarlos.

“Se podría reducir la disponibilidad de diluyentes y se tendría que acudir a Irán y, posiblemente, a Rusia para tratar de obtenerlos. Eso va a ser más costoso, va a haber menos disponibilidad y eso puede afectar la producción en la faja petrolífera del Orinoco”, sostiene.

La reimposición de sanciones también tendría un impacto en otros países de la región, entre ellos Estados Unidos, que está recibiendo alrededor de 150.000 y 160.000 barriles de crudo venezolano, según Monaldi.

“Eso tiene un impacto pequeño, pero ese impacto es fundamentalmente porque las refinerías de la costa del Golfo en Texas necesitan crudo pesado y el petróleo venezolano es de las características que ellos necesitan. Si eliminaran las licencias y esos 160.000 barriles diarios no fueran a Estados Unidos, podría tener efectos en esos refinadores”, añade.

A juicio de Dobarro, la mayor parte del crudo venezolano que está exportándose a Estados Unidos y Europa está bajo el paraguas de otras licencias o comfort letters emitidas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés), por lo que esas exportaciones no se verían afectadas por la no renovación de la Licencia General 44.

Sin embargo, considera que esa licencia “se renovará por un corto tiempo más manteniendo abiertas las conversaciones que parecieran estarse llevando a cabo entre las partes. La Licencia 44 se ha atado al cumplimiento de compromisos políticos concretos, lo que en cierta forma causa algo de incertidumbre a las empresas”.

En el caso de Europa, Oliveros destaca que es dependiente de las exportaciones petroleras y “todo el petróleo que ellos puedan obtener de otros países es una buena noticia”, incluyendo el venezolano, así sea poco el que está yendo al Viejo Continente.

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